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Cómo lograr que los políticos nos dejen de caer tan mal
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"ESTA SITUACIÓN ES UNA BOMBA DE RELOJERÍA"

Cómo lograr que los políticos nos dejen de caer tan mal

La clase política y los partidos son, a juicio de los españoles, el tercer problema más importante del país, sólo por detrás del paro y la

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Cómo lograr que los políticos nos dejen de caer tan mal

La clase política y los partidos son, a juicio de los españoles, el tercer problema más importante del país, sólo por detrás del paro y la crisis económica, según han venido reflejando durante los últimos meses los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). La crisis económica, o más bien la respuesta a esta de los representantes políticos, ha lastrado por igual a Gobierno y oposición lo que, a opinión del profesor de Ciencias Políticas y director de la oficina madrileña del European Council on Foreing Relations (ECFR), Ignacio Torreblanca, significa que si no se toman medidas regenerativas podrán surgir opciones radicales y populistas.

El enquistamiento de la depresión socioeconómica del país es un caldo de cultivo para las fórmulas totalitarias a un lado y al otro del eje ideológico derecha-izquierda, como ha ocurrido a lo largo de la historia en este tipo de contextos. Para el sociólogo Luis Arroyo, asesor del Banco Mundial y de diversos políticos y corporaciones, la reproducción o no de estos modelos es una cuestión de tiempo. “La pérdida de confianza en la política no es una tendencia, sino que aparece cíclicamente acompañando a todas las crisis, como ya ocurrió a mediados de los 80 y luego otra vez a principios de los 90. Por tanto, la confianza política se recuperará en el mismo momento en que se supere esta situación”, explica Arroyo.

Por otra parte, el sociólogo también advierte que esta situación es una bomba de relojería porque si se prolonga en el tiempo “caeremos en el populismo y la antipolítica”. Una deriva que ya se está reflejando en el surgimiento de “partidos antipolíticos”, que Arroyo identifica bajo algunas siglas nuevas como UPyD, SCyD o Equo.

CAUSAS: internas, estructurales y psicológicas

Detrás de la pérdida de confianza de la ciudadanía en los representantes políticos no hay una sola causa, sino varias. Algunas de ellas están más centradas en las propias dinámicas internas de los partidos, otras en la escasez de mecanismos para participar en la vida pública y un último grupo de motivos tienen que ver con los cambios en la percepción social en temas como la corrupción y la mediocridad de los líderes políticos, a los que cada vez se les exige más.

1.- No están a la altura de la situación

La mayoría de analistas destacan por encima de todas las causas, la incapacidad de los cargos electos para hacer frente a la crisis. “Cuando la ciudadanía se da cuente de que mandan más los mercados que los representantes públicos, la política pierde legitimidad porque la gente comienza a cuestionarse si sirve para algo”, explica Miquel Iceta, diputado del PSC y portavoz del grupo en el Parlament hasta el pasado 4 de septiembre.

La crisis de legitimidad en España es una de las más grandes de Europa, a excepción de Grecia, lo que para Iceta responde al hecho de que ninguno de los dos partidos mayoritarios ha sabido dar soluciones y han tendido a proponer casi lo mismo, por lo que la gente se ha ido alejando de ellos poco a poco. Este distanciamiento está llegando al punto de responsabilizar a los políticos de la situación. “La población tiene la necesidad psicológica de buscar a un chivo expiatorio para que asuma las culpas, lo que lleva a mucha gente a creer que los políticos cuentan con más capacidad de la que realmente tienen”, apunta Arroyo.

2.- Han sido cómplices o protagonistas del proceso

Pere Oriol, catedrático de Comunicación Política en la Universidad Autónoma de Barcelona, insiste en que “la ciudadanía ha interiorizado que los culpables de la crisis son los financieros y los políticos. Los primeros por haber organizado este sistema económico basado en la anteposición de los mercados por encima de los individuos, y los segundos por haber sido cómplices de este proceso”. Una razón que para Oriol es mucho más acusada en el caso español porque “muchos políticos se han subido al carro financiero y participado en los consejos de administración de las cajas de ahorros y bancos. Ahora, curiosamente, salen diciendo que ellos no tienen ninguna responsabilidad en el hundimiento de las cajas, pero pocos se lo creen ya”.

3.-Se visibiliza la corrupción y los privilegios de la “clase política”

La fiscalización de la política por parte de la opinión pública es cada vez mayor. El surgimiento de herramientas informáticas de la comunicación y el creciente interés en la vida pública, dos elementos que se retroalimentan mutuamente, han potenciado el control ciudadano de los excesos políticos. La corrupción, los abusos de poder o los privilegios son cada vez más contestados y repudiados. Para Iceta es lógico que cuando las cosas van mal la gente sea más exigente y crítica, pero “en realidad, no es verdad que haya más corrupción que hace 50 años”.

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4.-Falta de democracia interna en las formaciones políticas

Otro de los discursos que se han ido interiorizando desde el inicio de la crisis es que las cúpulas de los partidos no están formadas por los militantes más válidos, sino por los ‘trepas’ sin principios ni valores, que ven la política como un fin en sí mismo. El socialista Iceta reconoce que se ha extendido la idea de que “la ciudadanía delega en unos políticos que luego se desentienden de ellos”. La imposibilidad de participar en política, más allá que votando cada cuatro años, si uno no milita en ningún partido, tampoco ayuda a calmar esta sensación de falta de participación.

El politólogo Pere Oriol también apunta que la defensa de los intereses del partido por encima de los intereses de la ciudadanía que suelen hacer los políticos incrementa la brecha social y desgasta la imagen de los representantes públicos. Asimismo, para Torreblanca, “el exceso de algunos liderazgos internos en los partidos acaban excluyendo a las bases y sofocando el debate interno”.

SOLUCIONES: no basta con cambios cosméticos, hay que ir a la raíz

Los pasos dados hasta el momento por los dos grandes partidos para revertir la pérdida de confianza de la ciudadanía en la democracia representativa responden para Torreblanca a “meros cambios formales” que no suelen ir al fondo de la cuestión. “El debate sobre la regeneración política es complejo y, lo peor, es que casi no se está produciendo. Los únicos gestos son demagogos y superficiales, como la reducción de diputados en Castilla La-Mancha, que en realidad no cambia nada. Aunque sí es una señal de que esta cuestión comienza a preocupar, no creo que sirva para aplacar la furia de la ciudadanía”. Añade el politólogo.

1.-Más mecanismos de control por parte de la ciudadanía

Los excesos de buena parte de los representantes políticos han saltado repetidamente a los medios de comunicación, con impactantes imágenes de políticos sentados en el banquillo de los acusados. El efecto sobre la población es de impotencia y engaño, por lo que para Torreblanca lo primordial es potenciar las funciones de control sobre el Gobierno. Un objetivo que, para llevarlo a cabo, tendría que ir acompañado de otra serie de medidas como la democratización interna de los partidos, la total transparencia y la descentralización del poder concentrado en unas pocas manos que están en las cúpulas. “No se puede imponer sin convencer”, explica el politólogo, y estas estructuras dan pie a que así suceda.

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Los primeros actores que deben implantar estas medidas son los propios partidos, según Oriol, estableciendo mecanismos de autocontrol e incrementando las exigencias a sus militantes “para expulsar a cualquier cargo acusado de corrupción”. El propio Iceta explica que “la gente quiera que se le diga la verdad, por eso se debe tener más valentía para no dulcificar las cosas y decir lo que se tenga que decir”.  

2.-Abrir los partidos y la política a la sociedad

El diputado catalán reclama un esfuerzo a las formaciones políticas para que sean “más abiertas y democráticas”. Para alcanzar este fin propone “más pasarelas con la sociedad y buena voluntad desde los partidos para aceptar la colaboración y opinión de quien quiera colaborar o participar. Tenemos que reconstruir unos partidos más porosos, en los que para hacer oír tu voz no tengas porque ser un militante a tiempo completo”.

Los congresos o las primarias deberían centrarse en profundizar estas formas participativas en lugar de enfocarse en solucionar sus problemas internos, indica Oriol. Para Torreblanca, es básico que se incentive la participación de la ciudadanía más allá de las elecciones y que los militantes tengan la capacidad para llevar la contraria a las cúpulas.

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Para llevar a cambio estas transformaciones internas, los analistas coinciden en que es inevitable reducir al mismo tiempo el exceso de liderazgos y presidencialismos. Las listas abiertas podrían potenciar el aperturismo de los partidos, aunque analistas como Luis Arroyo creen que se ha magnificado la potencialidad de esta medida porque “no es una cuestión que preocupe excesivamente a la ciudadanía y lo único que favorecería es que los militantes tengan que competir entre ellos para conseguir financiación”.

3.-Extender la participación más allá de las citas electorales

Votar cada cuatro años no es suficiente para involucrar a la ciudadanía en la vida pública. Iceta apunta que la forma de participación más importante es la electoral, pero “es necesario abrir el debate sobre si conviene revisar los plazos o no entre los períodos electorales. Personalmente soy de los que pienso que se deberían reducir”.

El diputado también aboga por modificar el sistema electoral para hacerlo más cercano, ofrecer la posibilidad de votar directamente a los representantes políticos, en lugar de a los partidos, y potenciar los sistemas proporcionales para dar cabida a más opciones y que no salgan siempre beneficiadas las formaciones mayoritarias. Estos cambios, añade el socialista, necesitan estar acompañados de esfuerzos combinados, tanto dentro de los partidos como en el seno de la sociedad. “Si no se canalizan las exigencias de participación y no hay un compromiso y una toma de conciencia social, nunca se podrán llevar a cabo estas reformas”.

Para Torreblanca es importante que se despoliticen las administraciones e instituciones públicas haciéndolas independientes, al mismo tiempo que se refuerce la participación en ellas de toda la ciudadanía para revertir así la pérdida de confianza.

4.-Transparencia, pedagogía y tacto

Rendir cuentas constantemente y abrir las administraciones y partidos a la ciudadanía son cuestiones imprescindibles para Luis Arroyo. Las peticiones de transparencia están llamadas a convertirse en la norma imprescindible para ganarse la confianza de unos votantes cada vez más escépticos en la política, sobre todo entre las nuevas generaciones. La pedagogía y las buenas explicaciones de los políticos sobre sus acciones son otras de la cuestiones importantes que señala Arroyo. En este punto entraría el buen tacto comunicativo, tanto verbal como no verbal, por ejemplo, evitando las ostentaciones en momentos en los que hay mucha gente pasándolo mal y siendo acertados en el manejo de las palabras. Exabruptos al estilo del “que se jodan” de la diputada valenciana Andrea Frabra no contribuyen a reducir la brecha con la sociedad.

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Estas son solo algunas de las aportaciones de sociólogos, politólogos y representantes públicos para volver a acercar la política a la ciudadanía. Algunos de ellos son pesimistas, otros más optimistas y los hay que creen que esta situación es temporal y circunstancial. Sin embargo, todos ellos coinciden en que, cuánto más tarden en implantarse reformas que refuercen la participación y la democracia, más cerca estaremos de la irrupción en la arena pública de formaciones autoritarias.

La clase política y los partidos son, a juicio de los españoles, el tercer problema más importante del país, sólo por detrás del paro y la crisis económica, según han venido reflejando durante los últimos meses los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). La crisis económica, o más bien la respuesta a esta de los representantes políticos, ha lastrado por igual a Gobierno y oposición lo que, a opinión del profesor de Ciencias Políticas y director de la oficina madrileña del European Council on Foreing Relations (ECFR), Ignacio Torreblanca, significa que si no se toman medidas regenerativas podrán surgir opciones radicales y populistas.