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Doctor, ¿me voy a curar?
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LAS DUDAS MÁS FRECUENTES ANTE UN TRATAMIENTO PSICOLÓGICO

Doctor, ¿me voy a curar?

La urgencia de una respuesta concreta sobre las posibilidades de curación y la demanda de un pronóstico aproximado o exacto acerca de cuánto tiempo una persona

La urgencia de una respuesta concreta sobre las posibilidades de curación y la demanda de un pronóstico aproximado o exacto acerca de cuánto tiempo una persona va a necesitar ir a la consulta de un psicólogo, son dos de las inquietudes más frecuentes con las que nos encontramos cuando alguien nos pregunta sobre su problema.

La mayoría de las personas cuentan con una idea aproximada de cuánto tiempo van a tener que ir al psicólogo. Estas ideas se obtienen de experiencias previas de familiares o amigos hasta las informaciones obtenidas en los medios de comunicación de masas. Woody Allen suele ser uno de los referentes culturales más nombrados y temidos cuando alguien imagina que acudir a un psicólogo o buscar un psicoanalista “puede llevarle toda la vida”. También nos encontramos paradójicamente con aquellos que piensan que “con dos días” tienen suficiente, eludiendo la complejidad de lo que les sucede y la activación del proceso de cambio. Es decir, muchas personas construyen una idea previa que sostienen con argumentos basados en experiencias alejadas de una valoración certera de su problemática personal y que afecta a la estimación de la duración del proceso terapéutico.

El terapeuta le ayudará a mantenerse firme con los aspectos que favorezcan el cambio hacia su saludDe ahí, que sea fundamental recordarles que lo primero que va a hacer un profesional con ustedes es ayudarles a conocer a qué se enfrentan. Empezamos valorando el grado de reconocimiento inicial de una dificultad o problema. Lo señalamos porque, aunque les sorprenda, no en todos los casos se halla presente en idéntica magnitud y constituye para el profesional un indicador de la gravedad de las dificultades que maneja.

El cambio terapéutico y su duración están conectados con el reconocimiento y asunción de la existencia de un problema, la conciencia cabal de la dimensión del mismo y el descubrimiento de las posibilidades reales y efectivas de poder enfrentarlo.

Es relativamente frecuente que existan dimensiones “ciegas” para la persona que viene con un problema, es decir, que no son accesibles fácilmente a la conciencia. El trabajo terapéutico posibilita que estas vayan saliendo a la luz. Algunas se identificarán claramente durante las primeras entrevistas clínicas y otras se desvelarán durante el propio proceso terapéutico. Las segundas permanecen veladas a la conciencia, no en sus manifestaciones clínicas, dado que por ejemplo resulta relativamente fácil para cualquier persona identificar la sintomatología de una depresión, pero no así desvelar la dinámica oculta operante o los conflictos intrapsíquicos que la dieron lugar o cómo activar las herramientas emocionales que posibilitan un cambio terapéutico hacia la salud.

No hay que frustrarse innecesariamente o abandonar antes de tiempo el tratamiento porque no cumpla las expectativas iniciales

Partimos pues de la premisa de que la esperanza de toda curación se fundamenta en la conciencia de la existencia previa de un problema. Y aquí relacionamos íntimamente la posibilidad de una curación con la inauguración de un proceso de cambio que posibilite una mejoría saludable. Curarse está relacionado con darse la oportunidad de abrir la posibilidad de un cambio, un nuevo camino que erradique o disminuya la existencia de un sufrimiento previo. Se halla pues inmerso dentro de un parámetro temporal, al igual que la comprensión de un problema se inscribe dentro de una perspectiva histórica: cuándo comenzó, cómo se consolidó, qué acontecimientos contribuyeron a perpetuarlo o a alimentarlo, etc. 

Un elemento clave en todo tratamiento es que el profesional al que acuda le ayude a adquirir conciencia de la dimensión del problema que maneja. Esto es fundamental para modular de forma flexible los tiempos necesarios que permiten los cambios y la consolidación de los mismos. De forma que usted no se frustre innecesariamente o abandone prematuramente el tratamiento porque no cumpla sus expectativas iniciales o porque fulanito le dijo tal o cual cosa, sino que comience a ubicar su personal proceso de cambio en función de la dimensión de las dificultades que enfrenta.

El terapeuta le ayudará en un camino que no siempre es ascendente sino que puede transcurrir por fases de estancamiento, recaídas, comienzos esperanzados, etc. y le ayudará a mantener la esperanza hacia un cambio posible. ¿Cómo? Dándole una visión realista de los logros obtenidos o, cuando sea el caso, ayudándole a pensar en por qué no puede valorarlos suficientemente en ese momento. También le marcará unos objetivos de tratamiento, le ayudará a dimensionar de forma realista  el problema y con ello a identificar los elementos (situaciones, relaciones, vínculos) que activan su patología o empeoran su problema ayudándole a mantenerse firme con los aspectos que favorezcan el anhelado cambio hacia su curación y su salud. En definitiva, le ayudará a recuperar su fortaleza psíquica basada en la máxima socrática: "Conócete a ti mismo".

*Raquel Tomé es psicóloga y psicoterapeuta clínica del Centro Guía de Psicoterapia.

La urgencia de una respuesta concreta sobre las posibilidades de curación y la demanda de un pronóstico aproximado o exacto acerca de cuánto tiempo una persona va a necesitar ir a la consulta de un psicólogo, son dos de las inquietudes más frecuentes con las que nos encontramos cuando alguien nos pregunta sobre su problema.