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Dos lecciones: vulnerabilidad de Federer, humildad de Nadal
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Dos lecciones: vulnerabilidad de Federer, humildad de Nadal

Les confieso que me he emocionado viendo llorar a Federer durante la entrega de trofeos del Open de Australia de tenis. Y también me han resultado

Les confieso que me he emocionado viendo llorar a Federer durante la entrega de trofeos del Open de Australia de tenis. Y también me han resultado de lo más emotivas las palabras que Nadal ha dedicado a su gran rival. Su respeto hacia el anterior número uno del tenis mundial le honra. El uno (ahora el dos de este deporte) acepta lo vulnerable de su posición y ve consolidarse a la nueva gran estrella del firmamento tenístico. El otro se asienta firme y humildemente en la posición de lider de la clasificación de la ATP.

 

Mi admiración por Federer por dejar expresar sus sentimientos por la vía del llanto. Un llanto maduro, de Hombre (con mayúsculas). Reprimir esa expresión sólo puede conducir a frustración, rabia y odio. Sí, odio por el otro como mejor que yo, odio por mi impotencia. En su lugar, soltando esa frustración comienzo a aceptar las cosas como son. Que hay otro ser humano que es mejor que yo en una faceta. Con la importancia que tenga, pero una sola cara de las muchas que la vida ofrece a cada uno de nosotros. Nos educan para contener nuestros sentimientos, nuestras emociones. ¿Y en que nos convierte eso? En algo parecido a máquinas hasta que enfermamos por esa represión. Algo se nos pudre por dentro. No, no estamos aquí para funcionar como máquinas. El precio a pagar por ello es muy alto. Y el premio, ninguno.

Mi admiración por Nadal por su equilibrio, por su humildad. Sí, hoy te he ganado, Roger, pero tú eres casi el más grande de todos los tiempos. Y si no lo eres (Sampras tiene un título mas de “grand slam”) lo serás. Hay que tener una autoestima muy equilibrada para hacer ese humilde reconocimiento cuando uno está en la cima. Y digo equilibrada y no gran o alta autoestima pues es este un concepto peligroso y equivocado a mi juicio. La alta autoestima parece un globo inflándose que puede estallar en cualquier momento, y es tan nociva para quien la tiene como la baja.

Reconocernos como vulnerables es un gran paso para alcanzar la madurez. Nos ayuda a aceptar nuestra pequeñez en la inmensidad del universo o universos, a concedernos un respiro y no castigarnos en exceso por nuestros fracasos, a poder ver en éstos enseñanzas, a tener que adaptarnos a nuevos entornos y horizontes, a perdonarnos por no ser perfectos (“en la perfección está la imperfección”), a estar más presentes en cada momento…En definitiva, a vivir más plenamente.

Aprender a ser humildes frente al orgullo, nos habilita para mirar al otro frente a frente, para descubrirlo, para disfrutar de ese otro ser, que es tan igual y tan distinto a mí como yo lo soy de los demás; me ayuda, mirándole con otros ojos, a abrir  mis sentimientos. En resumen, me impulsa a vivir con intensidad cada día, a aumentar mi nivel de vida, aunque obviamente no en el sentido que nos suelen vender.

 

Comúnmente confundimos ser humildes con humillarnos. Confundimos también orgullo con dignidad. Y no pueden tener efectos mas contrarios. Cuando uno se acepta humildemente frente a los demás, se eleva, no se humilla. Y cuando uno elimina el orgullo, la altanería o la soberbia, se dignifica, al punto de que cualquiera es capaz de reconocer esa nueva dignidad que camina por el mundo, que irradia presencia de ser y no de pompa y ornato.

Y si se me permite parafrasear al grandísimo Rudyard Kipling en su “Carta a un hijo” (también conocida como “If”):

Si puedes reconocer tu vulnerabilidad en la derrota

aprendiendo una enseñanza y no viendo un fracaso,

y aceptar  humildemente tus victorias

viéndote en ellas como uno más entre todos ,

tuya es la tierra y todo lo que hay en ella,

y-lo que es más- ¡serás un Hombre, hijo mío!

Les confieso que me he emocionado viendo llorar a Federer durante la entrega de trofeos del Open de Australia de tenis. Y también me han resultado de lo más emotivas las palabras que Nadal ha dedicado a su gran rival. Su respeto hacia el anterior número uno del tenis mundial le honra. El uno (ahora el dos de este deporte) acepta lo vulnerable de su posición y ve consolidarse a la nueva gran estrella del firmamento tenístico. El otro se asienta firme y humildemente en la posición de lider de la clasificación de la ATP.