Acaba disculpándose en 'First Dates' por cómo responde a una pregunta comprometida de su cita

"Soy un soñador. A veces pienso que no soy normal, pero soy una persona que cree en los sueños, en las ilusiones". Esta era la carta de presentación de Francisco en First Dates este miércoles, 13 de marzo. En su charla con Carlos Sobera, el de Las Palmas de Gran Canaria ha desvelado su afición por la pintura: "Pinto cuadros de todo tipo. Acrílicos, paisajes... Pero vendo poquito".

En lo que al amor respecta, tras dos relaciones serias, considera no haber "encontrado a la persona adecuada". Habría que comprobar si conectaba con Alain, un guía turístico de Bélgica asentado en Tenerife desde hace tres décadas: "Tengo un corazón de 40, un físico de 50, pero mis papeles dicen que tengo 60. Bueno, 66", confesaba el comensal sobre su edad, un tema que traería cola minutos después.

Durante la velada, la pregunta no ha tardado en surgir. El belga quería saber cuánta edad le echaba su compañero, que en un principio se mostraba reticente a contestar: "Tampoco que me quiero equivocar, ¿vale?". "Si te equivocas, tienes que pensar que equivocarse es humano", le animaba el otro soltero, por lo que el ayudante de cocina se lanzaba: "Vale, pues voy a decir que tienes 71".

"¿71? No sabía que tenía ese aspecto", ha bromeado Alain. "Me he equivocado bastante. Pero a los 70 casi sí que llegas, ¿no?", ha insistido el canario, antes de descubrir que la cifra exacta era 66 años. Detrás de cámaras, el hombre se explicaba: "Yo veo a gente de mi edad, hoy en día, y siento decirlo, pero son viejos. Yo no me siento viejo".

Rápidamente, Francisco ha querido disculparse: "Perdóname si te puse más. A nadie le agrada eso". Eso sí, su posible pareja le quitaba hierro al asunto: "No tienes que pedir disculpas, a mí no me importa. Para mí, la edad es una cifra. La verdadera edad está en el corazón".

Una vez aclarado todo, ambos participantes del dating show de Cuatro pasaban a hablar de intimidades sin tapujos y Alain advertía que, por haber sufrido un infarto en el pasado, debía tomar una medicación que empeoraba su rendimiento sexual. Esto no parece haber importado al hostelero, que ha aceptado de buena gana tener una segunda cita.