El joven tras la 'vaquilla' del 'Grand Prix' se sincera sobre el bolazo recibido y la verdad tras esa prueba

Golpes, puntos vibrantes, emocionantes enfrentamientos y descacharrantes caídas se suceden en cada entrega del Grand Prix y, sin embargo, el momento más viral de la última entrega no lo protagoniza ninguno de ellos, sino la vaquilla del programa sufriendo un ataque a modo de revancha por parte de uno de los concursantes. Ese personaje, ya icónico por la forma de entorpecer el trascurso normal de las pruebas, lo encarna Miguel del Pozo, quien se ha sincerado sobre este divertido momento solo unas horas después de que corriese como la pólvora por las redes sociales.

Este mozo de almacén de 41 años, quien cuenta con experiencia en esto de interpretar a mascotas tras dar vida a la del Estudiantes, ha confesado cómo vivió la divertida secuencia, destapando además en el Huffingtonpost cómo tuvo que contenerse en esa prueba concreta para no arruinar la emoción y el espectáculo.

Todo se producía cuando el azul se valía de uno de sus comodines para dificultar la prueba de Baloncesto en pañales. La renovada vaquilla entraba entonces en escena con una especie de pala con la que entorpecer el paso de los "bebés" por la cinta andadora, al final de la cual deben encestar en una enorme canasta si quieren conseguir un punto para su pueblo.

En un momento dado de la prueba, la vaquilla logra derribar a uno de los concursantes, el cual ni corto ni perezoso decide desquitarse lanzándole la pelota a la cabeza. La frustración del participante no pasaba desapercibida para los espectadores, quienes compartían la secuencia al sentirse identificados con su reacción. El propio Miguel se hacía eco de la misma, comentando entre risas que "estaba deseando que se emitiese el programa tres para revivir este momento desde otra perspectiva".

En este sentido, lo cierto es que este modo de almacén comprende a la perfección la reacción del participante, llegando incluso a asegurar que, de estar en su situación, él habría hecho lo mismo: "Al final es comprensible. Se monta en una cinta con los pies atados, el disfraz, llega al final y es cuando lo tiro. Claro que entiendo que se frustre. Yo me reí mucho y si me pongo en su lugar igual habría hecho lo mismo. Me gané el bolazo, y me reí mucho, aunque no se note", comenta el "sufridor" del bolazo.

Sin embargo, no es todo como parece, ya que al propio Del Pozo no le duelen prendas a la hora de reconocer que, en esa prueba en concreto, tiene que contenerse para no entorpecer el espectáculo, puesto que podría lograr fácilmente que ninguno de los concursantes llegase al final de la cinta: "Me tuve que controlar porque, si doy fuerte, no pasa ni uno". No le sucede en otras, donde su incidencia es menor, bien por la mecánica de la prueba o por los utensilios de los que dispone para "torpedear" la dinámica.

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N. Costas

A pesar de ello, o precisamente por ello, el joven asegura haber disfrutado mucho de su labor dentro del Grand Prix, donde reina el buen rollo y las risas pese a las largas jornadas de grabación: "Somos los primeros espectadores que disfrutamos, se hace todo con mucho cariño y hasta cuando hay malos momentos porque algo sale mal, se gestiona de forma sana. Además, la gente que te ayuda es buenísima, me han dado algo que era un exitazo y me lo han puesto muy fácil... Realmente es que se me olvida que hay cámaras y estoy trabajando y no jugando",

"En cuanto a Ramón García, él es el alma del programa, es como el jugador veterano en un vestuario que es el primer en estar en todo. Está muy implicado, clava las tomas y si no lo hace se ofrece a repetirlas. Nunca le he visto con una mala palabra, y cuando algo ha salido mal siempre ha sido el primero en animarnos", afirma Miguel del Pozo, poniendo en valor la profesionalidad y cercanía del veterano comunicador, clave en el hit que ha supuesto el regreso del formato.