Los Manolos, al servicio de la Iglesia... para rentabilizar Cuatro
Su cara es un poema. Sus palabras suenan fingidas, simuladas, hipócritas. Y su actitud dista bastante de la apropiada para convencer al espectador de que siga
Su cara es un poema. Sus palabras suenan fingidas, simuladas, hipócritas. Y su actitud dista bastante de la apropiada para convencer al espectador de que siga sus instrucciones. Menos mal que tiene al lado a Manolo Lama para disimular con sus ‘gracias’ la incomodidad que le causa el pedir al contribuyente que marque la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta.
Su cara es un poema. Sus palabras suenan fingidas, simuladas, hipócritas. Y su actitud dista bastante de la apropiada para convencer al espectador de que siga sus instrucciones. Menos mal que tiene al lado a Manolo Lama para disimular con sus ‘gracias’ la incomodidad que le causa el pedir al contribuyente que marque la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta.