China está ganando la carrera por los superordenadores que cambiarán el mundo
Aunque no aparecen en el 'ranking' mundial por miedo a las sanciones norteamericanas, China produce más ordenadores de alto rendimiento que cualquier otro país del mundo
El ganador del Premio Turing en 2021, el matemático estadounidense Jack Dongarra, ha afirmado que China tiene los superordenadores más potentes del mercado. Sin embargo, el gigante asiático no quiere que esta información se haga pública para evitar las sanciones que Estados Unidos podría imponerle.
En la actualidad, solo hay dos ordenadores de alto rendimiento chinos que se encuentran entre los diez superordenadores más potentes del mundo, según la lista recogida por el ranking Top500. A pesar de esto, dice Dongarra —quien también es cofundador del ranking— China es el principal país productor de esta tecnología y tiene tres supercomputadores de última generación en funcionamiento.
El primer puesto lo sigue ocupando el Frontier norteamericano, considerado como el superordenador más rápido del mundo siendo capaz de computar a exaescala, una medida de capacidad de procesamiento extremadamente alta, con más de un trillón de operaciones por segundo. El Frontier es el único supercomputador a exaescala de la lista, pero China parece tener tres máquinas igual o más rápidas.
En 2018, los medios estatales chinos informaron de que el país poseía tres prototipos de sistemas a exaescala: el Sunway OceanLight, desarrollado por el Centro Nacional de Supercomputación de Wuxi, el Tianhe-3, del Centro Nacional de Supercomputación de Tianjin y uno de la empresa china Sugon para el Centro Nacional de Supercomputación de Shenzhen.
Secretismo para evitar sanciones
Según el experto, es probable que la ausencia de los principales ordenadores chinos en las clasificaciones oficiales se deba a las tensiones políticas de los últimos años. "Es bien sabido que China tiene estos ordenadores y que llevan un tiempo funcionando. No han ejecutado las pruebas de referencia, pero [la comunidad] tiene una idea general de sus arquitecturas y capacidades basada en los trabajos de investigación publicados", afirmó Dongarra el mes pasado en una entrevista concedida al medio hongkonés South China Morning Post.
Las sanciones estadounidenses prohíben a China acceder a la fabricación de chips y otras tecnologías que puedan tener aplicaciones militares o de inteligencia, incluida la Inteligencia Artificial. En 2013, el superordenador Tianhe-2, desarrollado por la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa de China, superó al Titán del Laboratorio Nacional de Oak Ridge, que en ese momento era el más rápido del mundo. Lo que representó un desafío al liderazgo estadounidense.
Dos años después, el gobierno norteamericano tomó medidas para frenar el avance del Tianhe-2 y prohibió a Intel la venta de chips a China. Más tarde, en 2021, Estados Unidos incluyó en una lista negra a siete centros de supercomputación. "Puede que tener el ordenador número uno sea noticia y ponga a China en el punto de mira y que EEUU restrinja aún más el flujo de tecnologías hacia ese país", opina Dongarra.
Los superordenadores son cada vez más vitales en la investigación científica debido a su capacidad para realizar simulaciones y cálculos complejos de manera ultrarápida, lo que impulsa importantes avances en campos como la física, la medicina o la energía. Además, construir un nuevo sistema de supercomputación implica una gran cantidad de trabajo y recursos financieros, por lo que “si la comunidad científica pudiera coordinar mejor sus recursos, se podrían evitar duplicaciones de esfuerzos y lograr una colaboración más efectiva”, opina el experto.
El ganador del Premio Turing en 2021, el matemático estadounidense Jack Dongarra, ha afirmado que China tiene los superordenadores más potentes del mercado. Sin embargo, el gigante asiático no quiere que esta información se haga pública para evitar las sanciones que Estados Unidos podría imponerle.