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'Fanboy', el amante incondicional
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'Fanboy', el amante incondicional

Navegando por la web uno se topa con personajes de todo tipo y condición, y la red pone títulos a casi todo y casi todos. Así,

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'Fanboy', el amante incondicional

Navegando por la web uno se topa con personajes de todo tipo y condición, y la red pone títulos a casi todo y casi todos. Así, si frecuenta Internet y en especial los foros donde haya cierta interacción con los lectores, no tardará en dar con el troll, el provocador profesional, aquel que sabe buscar las cosquillas del carácter más templado y que consigue, en buena parte de las ocasiones, que el hilo o él mismo, acaben abruptamente (bien sea cerrando los comentarios o expulsando al provocador). El troll, si me lo permiten, tiene su punto divertido y casi provechoso, puesto que sirve de revulsivo para provocar los comentarios de los más tímidos. Pero en la Red, los usuarios viven con pasión sus aficiones y lo demuestran con un desaforado amor a determinadas marcas o movimientos. Estaremos, en ese caso, ante otro fenómeno que levanta pasiones en Internet: el 'fanboy'.

El término fanboy responde a fan, pero su significado en la red tiene un alcance muy superior. En la red se entiende por fanboy al defensor a ultranza de una marca, y en este sentido, es difícil encontrar la frontera que delimita el fanatismo o el simple gusto por lo bueno. Diremos, que la prueba del algodón para detectar un fanboy, es que éste es incapaz de reconocer los errores o malos productos de la marca que defiende a ultranza. Tal vez sea este el motivo por el que el término pasa pronto a convertirse en arma arrojadiza a modo de descalificativo, y aquí juega un papel importante la tribu de los trolls.

Es posible que, harto de recibir este calificativo, MG Siegler de Techcrunch, haya firmado un interesante artículo: "Tenéis razón, soy un fanboy", que, en el momento en el que se escriben estas línea, acumula ya 160 comentarios. Siegler reivindica su derecho a ser parcial cuando considera que un producto o marca son superiores al resto, al menos desde su punto de vista. "Cuando leo algo sobre tecnología, me interesa conocer la opinión del columnista", afirma, reconociendo que le han calificado al mismo tiempo de 'Apple fanboy' y 'Microsoft fanboy', y defendiendo su derecho a cambiar de marca si lo cree conveniente: "En realidad, soy fanboy de los buenos productos".

No ha tenido que irse muy lejos Siegler para encontrar las primeras discrepancias ante su postura, y de hecho, le han llegado por parte de su compañera de filas Sarah Lacy, quien afirma que "ella no es una fanboy". En su artículo frena el entusiasmo de Siegler y pone como ejemplo el iPad, al que califica como "un buen juguete", pero no se deja llevar por el entusiasmo de otros. Lacy estima que la frontera que separa el amor por una marca del fanatismo, se supera cuando se desmienten datos objetivos. En este sentido, se refiere a un estudio llevado a cabo por la consultora YouGov, en el que se ponen de manifiesto las dudas sobre el éxito futuro del iPad. "Curiosamente, nadie ha escrito sobre ello", afirma.

Fandroid vs MacBoy

Pero si hay un producto en el que los usuarios vivan con mayor crudeza su visceralidad, es sin duda, la telefonía móvil. Aquí han cambiado las tornas. Hasta hace bien poco, los fanboys se batían el cobre en defensa de Apple y Microsoft, pero la creciente pujanza de Google y su sistema operativo móvil Android, ha motivado que las iras de los macboys (como coloquialmente se conoce a los fanboys de Apple) viertan todas sus iras contra los fandroids (así califican a los que defienden a ultranza Android).

El asunto no ha hecho más que empezar, y es fácil encontrárselos repartiendo estopa en cualquier foro o noticia que sugiera la superioridad de un sistema frente al otro. Y no crean que se trata de un simple hobby. Algunos llegan a tatuarse los logotipos de sus marcas, mientras que otros acaban de bruces en la cárcel por intentar a la desesperada cambiar marihuana por un iPad y anunciarlo en la web. Todo por la marca.

Navegando por la web uno se topa con personajes de todo tipo y condición, y la red pone títulos a casi todo y casi todos. Así, si frecuenta Internet y en especial los foros donde haya cierta interacción con los lectores, no tardará en dar con el troll, el provocador profesional, aquel que sabe buscar las cosquillas del carácter más templado y que consigue, en buena parte de las ocasiones, que el hilo o él mismo, acaben abruptamente (bien sea cerrando los comentarios o expulsando al provocador). El troll, si me lo permiten, tiene su punto divertido y casi provechoso, puesto que sirve de revulsivo para provocar los comentarios de los más tímidos. Pero en la Red, los usuarios viven con pasión sus aficiones y lo demuestran con un desaforado amor a determinadas marcas o movimientos. Estaremos, en ese caso, ante otro fenómeno que levanta pasiones en Internet: el 'fanboy'.

El término fanboy responde a fan, pero su significado en la red tiene un alcance muy superior. En la red se entiende por fanboy al defensor a ultranza de una marca, y en este sentido, es difícil encontrar la frontera que delimita el fanatismo o el simple gusto por lo bueno. Diremos, que la prueba del algodón para detectar un fanboy, es que éste es incapaz de reconocer los errores o malos productos de la marca que defiende a ultranza. Tal vez sea este el motivo por el que el término pasa pronto a convertirse en arma arrojadiza a modo de descalificativo, y aquí juega un papel importante la tribu de los trolls.

Es posible que, harto de recibir este calificativo, MG Siegler de Techcrunch, haya firmado un interesante artículo: "Tenéis razón, soy un fanboy", que, en el momento en el que se escriben estas línea, acumula ya 160 comentarios. Siegler reivindica su derecho a ser parcial cuando considera que un producto o marca son superiores al resto, al menos desde su punto de vista. "Cuando leo algo sobre tecnología, me interesa conocer la opinión del columnista", afirma, reconociendo que le han calificado al mismo tiempo de 'Apple fanboy' y 'Microsoft fanboy', y defendiendo su derecho a cambiar de marca si lo cree conveniente: "En realidad, soy fanboy de los buenos productos".

No ha tenido que irse muy lejos Siegler para encontrar las primeras discrepancias ante su postura, y de hecho, le han llegado por parte de su compañera de filas Sarah Lacy, quien afirma que "ella no es una fanboy". En su artículo frena el entusiasmo de Siegler y pone como ejemplo el iPad, al que califica como "un buen juguete", pero no se deja llevar por el entusiasmo de otros. Lacy estima que la frontera que separa el amor por una marca del fanatismo, se supera cuando se desmienten datos objetivos. En este sentido, se refiere a un estudio llevado a cabo por la consultora YouGov, en el que se ponen de manifiesto las dudas sobre el éxito futuro del iPad. "Curiosamente, nadie ha escrito sobre ello", afirma.

Fandroid vs MacBoy

Pero si hay un producto en el que los usuarios vivan con mayor crudeza su visceralidad, es sin duda, la telefonía móvil. Aquí han cambiado las tornas. Hasta hace bien poco, los fanboys se batían el cobre en defensa de Apple y Microsoft, pero la creciente pujanza de Google y su sistema operativo móvil Android, ha motivado que las iras de los macboys (como coloquialmente se conoce a los fanboys de Apple) viertan todas sus iras contra los fandroids (así califican a los que defienden a ultranza Android).

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