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Los complejos de Microsoft
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Los complejos de Microsoft

Imaginemos que hoy amanece siendo el máximo responsable de una corporación que da empleo a casi 100.000 personas y que domina con puño de hierro el

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Los complejos de Microsoft

Imaginemos que hoy amanece siendo el máximo responsable de una corporación que da empleo a casi 100.000 personas y que domina con puño de hierro el mercado con un apabullante 90% de la cuota de mercado. Por si este dulce despertar se quedara corto, su flamante y recién estrenada compañía gana dinero a espuertas, cuenta con una sede que dejaría boquiabierto al más trabajado de los viajeros, y por si fuera poco, con un incremento de los beneficios cercano al 30% en el último trimestre. Este Edén empresarial se llama Microsoft, y pese al innegable éxito, no parece feliz.

Don't be Evil

Estas tres palabras probablemente describan a la perfección el mal que afecta al mega coloso radicado en la ciudad de Redmond (Washington) y que fueron acuñadas por una de las bestias negras que obsesionan a nuestro protagonista: Google. "Don't be evil" ("No seas malvado"), representa la denuncia a un estilo empresarial antipático, basado en los beneficios y en la obsesión por facturar cada byte descargado o milímetro de silicio instalado en nuestro ordenador y que ha encarnado históricamente Microsoft.

Como contraposición, Google es esa empresa que con su filosofía abierta ha aplicado con maestría el arte del "win-win" en el que todos ganan: el usuario, el anunciante, y ellos, claro. Frente a Microsoft, las huestes de Sergey Brin y Larry Page, ofrecen todo gratis al usuario, y aunque se forran como los primeros, han tenido la innegable habilidad de presentarse casi como un movimiento altruista y adalid del todo gratis para todos.

Esa maldita manzana

Si tuviéramos que indicar en qué dos momentos una manzana ha cambiado el rumbo de la historia, uno tendría como protagonista a Issac Newton y otro a Microsoft, y es que el creador de Windows parece obsesionado con cierto fabricante de ordenadores con una insignificante cuota de mercado -si la comparamos con la de los de Redmond, se entiende-. Lo último que conocemos es que Steve Ballmer (el eterno sustituto de Bill Gates) ordenó detener la extraña campaña en la que Bill Gates junto con el actor Seinfeld compartían experiencias y diálogos en clave de humor. A diferencia de la cáustica campaña de Apple -Get a Mac- el gran público no captó la sutileza de dichos diálogos y desde Microsoft se ordenó detener de la noche a la mañana la proyección de los anuncios.

En su lugar, Microsoft escogió una campaña mucho más agresiva y basada en el propio personaje de la campaña de Apple, cobrando el asunto tintes surrealistas: el coloso Microsoft con una cuota de mercado insultante, baja a la arena a devolver los golpes de Apple, que pese a su indudable carisma y halo pseudo-místico, no deja de tener un escaso 8-9% de la cuota de mercado. Suponemos, que en algún recóndito lugar de Cupertino, Steve Jobs estará frotándose las manos.

El efecto 'cool'

Si antes hemos mencionado la palabra 'evil', hay otra que ronda la cabeza de forma obsesiva a Microsoft: 'cool'. Aunque no hay una traducción exacta al castellano, podríamos decir que 'cool' se asemeja bastante a 'guay' y 'guay' precisamente es lo que no es Microsoft a ojos del mercado. Es potente, es infuyente, es hasta antipática, pero no divierte como lo hacen Google y Apple. Tanto es así que uno de los artículos más leídos esta semana en tecnología (situado en lo más alto del fenomenal promotor de noticias Digg) es "Cómo hacer que Microsoft sea 'cool' de nuevo".

En este artículo se mencionan varias de las claves que más afectan a la imagen desde el exterior, como por ejemplo: la complejidad de la gama de productos, ser más proactivo e innovar más en los productos (parece que siempre van a rebufo de la competencia), y quizás la más pintoresca de todas: despedir a Steve Ballmer, y es que el peculiar directivo de Microsoft no parece que tenga el carisma que tanto adoran los norteamericanos.

Imaginemos que hoy amanece siendo el máximo responsable de una corporación que da empleo a casi 100.000 personas y que domina con puño de hierro el mercado con un apabullante 90% de la cuota de mercado. Por si este dulce despertar se quedara corto, su flamante y recién estrenada compañía gana dinero a espuertas, cuenta con una sede que dejaría boquiabierto al más trabajado de los viajeros, y por si fuera poco, con un incremento de los beneficios cercano al 30% en el último trimestre. Este Edén empresarial se llama Microsoft, y pese al innegable éxito, no parece feliz.

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