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La semana ‘horribilis’ de Obama
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INFORMACIÓN FALSEADA Y VARIOS CASOS DE ESPIONAJE LE PONEN EN LA PICOTA

La semana ‘horribilis’ de Obama

Tan sólo cuatro meses después de iniciado su segundo mandato, el presidente de Estados Unidos ha pasado la peor semana desde que llegara a la Casa Blanca. Este era el semestre

Tan sólo cuatro meses después de iniciado su segundo mandato, el presidente de Estados Unidos ha pasado la peor semana desde que llegara a la Casa Blanca. Este era el semestre para aprobar, entre otras cosas la nueva ley de control de armas, para la que la Casa Blanca había puesto toda su maquinaria a funcionar y todo su empeño en que saliera adelante. Pese a crear una comisión bipartidista en el Capitolio, al final, el Senado, con mayoría demócrata le tiró abajo la propuesta. Era el principio, quizá premonitorio de lo que vendría después.

En la recámara de los republicanos, varios frentes abiertos, entre ellos el de la Seguridad Nacional con el atentado terrorista contra Estados Unidos en la ciudad Libia de Bengasi, donde eran brutalmente asesinados cuatro ciudadanos americanos, entre ellos el embajador de Estados Unidos en Libia. Una serie de correcciones, hasta 14, entre los emails cruzados entre la Casa Blanca, la CIA y el Departamento de Estado -al frente entonces Hillary Clinton-, levantaban la sospecha sobre un supuesto intento de "encubrir a la opinión pública" que se trató de un ataque terrorista, sencillamente porque evitaron utilizar la palabra "terrorismo" en medio de la campaña electoral presidencial del 2012. Las diferentes versiones de los textos ponían de manifiesto la tensión entre los diferentes departamentos que terminaron con la embajadora de Estados Unidos en la ONU negando que en Bengasi hubiera habido un ataque terrorista premeditado.

Esta semana que termina, y tras la comparecencia en el Capitolio de los máximos responsables de la operación, la Casa Blanca por primera vez ha hecho públicos todos los correos entre los diferentes departamentos en un intento de defenderse de los ataques republicanos que exigen saber que ocurrió exactamente allí. Pero cuando la administración Obama intentaba reaccionar, estalló el escándalo del IRS.

Obama cesa a su ministro de Hacienda

Tras pasar el lunes defendiendo que La Casa Blanca no sabía nada de un supuesto espionaje ni de inspecciones fiscales secretas a miembros de asociaciones conservadoras, y el martes asegurando a través de su portavoz que "el FBI investigaba las supuestas denuncias", el propio Obama tuvo que salir a la palestra el miércoles y aplacar las iras de los conservadores en Estados Unidos sirviendo en bandeja la cabeza del máximo responsable de la Agencia Tributaria Estadounidense -el IRS- Steven Miller a petición del Secretario del Tesoro, su jefe inmediatamente superior, Jackson Lew. El cese contundente era la respuesta, finalmente, a la acusación de los conservadores a la Agencia Tributaria que ha reconocido - por primera vez en décadas- que efectivamente había perseguido, espiado e investigado ilegalmente a miembros del partido Republicano y de asociaciones conservadoras como el Tea Party.

El portavoz del Congreso estadounidense John Boehner aseguraba en rueda de prensa, que "no se trata de quién dimita, sino de quién va a la cárcel por esto".

Associated Press, acusa directamente al Departamento de Estado de espiar a cien de sus periodistas intentando conocer sus fuentes en materia antiterrorista

El escándalo, sin precedentes, estallaba durante el fin de semana cuando la cadena de televisión FoxNews hacia públicas unas declaraciones de un agente de la agencia tributaria reconociendo que, efectivamente, había directrices políticas durante la campaña presencial del 2012 para "perseguir y asustar con inspecciones de hacienda a los simpatizantes del partido republicano". De hecho, se empiezan a conocer casos de simpatizantes de Mitt Romney que fueron donantes de sus campañas y que aparecieron en páginas web demócratas como "defraudadores". Estos hombres de negocios fueron inspeccionados durante la campaña electoral, y nunca se les encontró ningún delito contra la hacienda pública.

Uno de los casos más llamativos es el de Frank Vandersloot, un hombre de negocios de Idaho que, tras hacer una donación a la campaña de Romney, fue objeto de persecución de páginas web como Mother Jones o Salon's Glenn Greenwald, asegurando que defraudaba desde su compañía Malaleuca. Como él, otros ocho conocidos hombres de negocios fueron perseguidos por los simpatizantes de Obama desde la página de internet KeepingGOPHonest.com, tras aportar dinero a la campaña de Romney. El resultado de las investigaciones e inspecciones de hacienda fue que ninguno de ellos había cometido ningún delito contra la hacienda pública. Pero el daño estaba hecho.

La Agencia Tributaria en Estados Unidos es una de las denominadas fundamentales en la arquitectura de la Administración estadounidense, por la cantidad de datos que maneja de los contribuyentes y porque es entendida como "no partidista e implacable contra el fraude". El hecho de que se utilice la agencia tributaria en contra de los ciudadanos por motivos políticos, es sin duda, uno de los mayores escándalos a los que se puede enfrentar una administración.

Espionaje a periodistas: AP en pie de guerra

Por si fuera poco, en la misma semana le ha estallado al Presidente el tercero de los escándalos: la mayor agencia de noticias de los Estados Unidos, Associated Press, acusa directamente al Departamento de Estado de espiar a cien de sus periodistas intentando conocer sus fuentes en materia antiterrorista. La historia también se remonta a los meses de abril y mayo del 2012 ( año electoral). La agencia de noticias publicó una información sobre la detención de un terrorista de AlQaeda en Yemen que pretendía volar un avión estadounidense. El departamento de Justicia, según la denuncia, para saber quiénes eran las fuentes de los periodistas pinchó sus teléfonos, tanto los de la agencia como los personales. El escándalo es mayúsculo, porque fueron pinchazos secretos, descubiertos por casualidad, los que han provocado que el presidente de AP pida una investigación de la que se encarga el FBI. Desde la Agencia, la más sensible a los demócratas, se acusa a Obama y su administración de ser la que más periodistas ha espiado desde Nixon. La respuesta de Obama llegó el jueves. Explicó que "tiene que haber un equilibrio entre las informaciones que se publican y la seguridad de la gente".

Un espía de la CIA en Moscú

Y a todos estos escándalos abiertos en canal se le suma la detención en Moscú de un diplomático americano, acusado por las autoridades rusas de ser un espía de la CIA en Rusia. Este incidente, que se producía a última hora del martes, ha tenido como respuesta la congelación de las relaciones con Rusia, después del apoyo que Putin dio a Obama con la investigación de los atentados terroristas de Boston y provocó una tensa discusión en seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el jueves, a la hora de decidir si se condenaba a Siria por los últimos ataques contra la población civil. Parecía que Obama y Putin vivían una especie de tregua, con declaraciones muy amistosas por la colaboración en Boston y para llegar a una solución intermedia en Siria. Pero, tras la detención, la tensión se ha impuesto de nuevo.

Con este panorama, Obama inicia la semana con los ojos puestos en el Capitolio. Se supone que tiene que nombrar a un sustituto al frente del IRS, y tendrá que buscar una explicación más convincente para el espionaje de los periodistas. Sobre Bengasi, la pelota, ahora mismo está en manos republicanas.

Tan sólo cuatro meses después de iniciado su segundo mandato, el presidente de Estados Unidos ha pasado la peor semana desde que llegara a la Casa Blanca. Este era el semestre para aprobar, entre otras cosas la nueva ley de control de armas, para la que la Casa Blanca había puesto toda su maquinaria a funcionar y todo su empeño en que saliera adelante. Pese a crear una comisión bipartidista en el Capitolio, al final, el Senado, con mayoría demócrata le tiró abajo la propuesta. Era el principio, quizá premonitorio de lo que vendría después.