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Estado de sitio en Boston
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PROHIBIDO SALIR DE CASA HASTA NUEVA ORDEN

Estado de sitio en Boston

Cuando los turistas extranjeros llegan a Estados Unidos suelen decir “es como las películas”. Nada más lejos de la realidad. Las películas reflejan directamente la realidad

Foto: Estado de sitio en Boston
Estado de sitio en Boston

Cuando los turistas extranjeros llegan a Estados Unidos suelen decir “es como las películas”. Nada más lejos de la realidad. Las películas reflejan directamente la realidad americana. El lunes pasado Estados Unidos revivió la pesadilla del 11S. El atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York marcó un antes y un después en la Historia americana y en el concepto de seguridad de los americanos. Los estadounidenses prefieren seguridad, controles exhaustivos, antes de verse desprotegidos ante un eventual ataque terrorista. De ahí los millones de dólares que invierten cada año en inteligencia y que, en ocasiones, han dado resultados evitando masacres.

El 15 de Abril en Boston no pudo ser. Dos hermanos de origen checheno, nacionalizados americanos, pretendieron causar otra masacre durante la 117 edición de la Maratón de Boston.  Asesinaron a 3 personas, hirieron a 170 -muchos de ellos mutilados-, asesinaron a otro policía en su huida de las fuerzas de seguridad e hirieron a un agente más.

Setenta y dos horas después de cometer el atentado terrorista con bombas de fabricación casera que buscaban causar el mayor número de victimas posibles, el FBI localizaba e identificaba a los dos sospechosos. Llegaron a la conclusión de que eran ellos gracias a una de sus víctimas: el hombre mutilado de sus dos piernas cuya fotografía recorrió el mundo en segundos. “Es él, llevaba una gorra negra, dejó una mochila abandonada. Me miró directamente a los ojos y me sonrió”, dijo. Minutos después explotaba la bomba que arrasó con las piernas de Jeff Bauman.

Desde ese minuto, miles de fotografías y de imágenes de vídeo eran analizadas escrupulosamente por las Oficinas Centrales del FBI en Virginia. Las autoridade  identificaron a los dos hermanos y sacaron sus fotos a la luz, convencidos de que ellos eran los terroristas para pedir ayuda a los medios de comunicación y a la población para identificarlos. Y así fue. Seis horas después de hacerse públicas las fotos de los presuntos autores del atentado, eran identificados.

Ellos estaban sacando dinero de un cajero, como si nada hubiera pasado. Se encontraron con un policía local, le dispararon y le mataron. En su huida hirieron gravemente a un segundo. El hermano mayor murió minutos después acribillado con los disparos de los Swaps y entre explosiones. El pequeño huyó.

Esa huida del joven de 19 años tiene en jaque a la Costa Oeste. Era estudiante de segundo de medicina. Llevaba en Estados Unidos siete años, tres menos que su hermano. Vivían juntos. Era ciudadano desde septiembre del 2012, día en el que juró la Constitución. Había sido becado en varias ocasiones por ser buen estudiante, con el máximo de dinero. “Un chico normal”, según sus compañeros de clase, que cuando regresaba a casa escribía en Facebook sobre la opresión del imperio americano, la lucha contra los herejes, su devoción de Al Qaeda y su religión musulmana de la que se decía activo militante.  Odio al país que le había recibido, después de abandonar Chechenia en los 90 con su familia, y pasar al menos 4 años en Kazajstán.

La policía y el FBI inmediatamente declaran el estado de sitio en Boston. Un millón de personas que tenían que permanecer en sus casas, sin salir, hasta nueva orden. El transporte público se suspendió, así como las universidades, los colegios y los trabajos. 12 horas después de este “toque de queda”, el joven terrorista seguía huido. Primero en un coche robado que abandonaba en la carretera, después se sospechaba que en un posible tren de Boston a Connecticut que fue detenido y registrado. La policía rodeo su casa en Waterfront, un suburbio de Boston, en donde anunciaba una explosión controlada.  En West NY-NJ, la casa de unas de sus hermanas (se cree que tiene otra) también estaba rodeada y bloqueada por los agentes de policía.

El FBI, mientras, investigaba a marchas forzadas los viajes de los hermanos al extranjero, la posible mezquita a la que acudían y quienes componían su círculo más cercano. Los investigadores creen que no actuaron solos, que otras dos personas podrían haberles ayudado. En la misma secuencia, el padre de los terroristas, desde Rusia se pone en contacto con la NBC: “Mi hijo es un ángel. El FBI ha tendido una trampa a mis hijos porque son musulmanes”. El tío de los jóvenes, residente en Boston hacía una declaración radicalmente distinta “Por favor, entrégate y pide misericordia por lo que has hecho. Has manchado el nombre de tu familia y de tus orígenes”.

El FBI y la policía de Boston tenía orden de intentar capturar con vida a Dzhojar Tsarnaev, para que responda ante la justicia. Para que explique, si es posible, el porqué. Orden de detenerle con vida, cuando se sospecha que está rodeado de explosivos, que podría detonar en cualquier momento y causar más victimas. La orden se ha cumplido: esta madrugada era capturado vivo, aunque herido de gravedad tras el tiroteo que ha mantenido con la policía.

Mientras, los bostonianos esperaban recluidos en sus domicilios, sin despertar todavía de la pesadilla. La pesadilla del horror. Luego, algunos se preguntan cómo es posible que estén tan obsesionados con la seguridad. Solo tienen que poner la tele y ver la foto de Martin Richard, 8 años. Asesinado. Su hermanita ha perdido una pierna, su madre sigue luchando por la vida y acariciando la muerte. Son victimas inocentes. No es una película. Es Boston.

Cuando los turistas extranjeros llegan a Estados Unidos suelen decir “es como las películas”. Nada más lejos de la realidad. Las películas reflejan directamente la realidad americana. El lunes pasado Estados Unidos revivió la pesadilla del 11S. El atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York marcó un antes y un después en la Historia americana y en el concepto de seguridad de los americanos. Los estadounidenses prefieren seguridad, controles exhaustivos, antes de verse desprotegidos ante un eventual ataque terrorista. De ahí los millones de dólares que invierten cada año en inteligencia y que, en ocasiones, han dado resultados evitando masacres.