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El día en que el mundo se puso en hora
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El día en que el mundo se puso en hora

Hubo un tiempo en que la gente, al contrario de lo que usted ha hecho esta mañana, no debía mover la manecilla de los relojes para

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El día en que el mundo se puso en hora

Hubo un tiempo en que la gente, al contrario de lo que usted ha hecho esta mañana, no debía mover la manecilla de los relojes para atrasar o adelantar la hora dos veces al año. De hecho, hubo un tiempo en que este acto se tenía que hacer cada vez que se recorría cierta distancia, ya que eso de los husos horarios era un tema que no respetaba ni siquiera un acuerdo nacional.

Sin embargo, esta semana se han cumplido 125 años desde que el mundo decidió que lo mejor era unificar criterios y señalar como centro del mundo, ni a Roma ni a Jerusalén ni a otras ciudades de leyenda, sino a un pequeñito pueblito en los alrededores de Londres, cuyo nombre hoy es internacionalmente conocido: Greenwich.

La localidad celebró la efeméride el pasado 20 de octubre a las seis de la tarde (GMT, por supuesto) en su popular observatorio.
Y así, hace un siglo y cuarto la gente no sabía ni cuando empezaban ni cuando acababan los días de ‘manera oficial’, sino que más allá de los límites fronterizos todo era a ojo de buen cubero. Sin embargo, en plena expansión industrial, llamó a las puertas de las naciones la necesidad de acabar con este caos, y en 1884, 25 países se reunieron en Washington.

Así, como si de la elección de una sede olímpica se tratase, Berlín, París y Washington querían situarse en el centro de la longitud. Sin embargo, una vez más, David venció a Goliat y Greenwich pasó a ser la medianoche de los días universales.

La República Dominicana se opuso a esta elección, mientras que Francia y Brasil se abstuvieron. El resto de los países estuvieron de acuerdo en elegir a Greenwich y situar el Greenwich Mean Time (GMT) como estándar global.

A pesar de esto, la hegemonía de la localidad británica no duró ni un siglo, ya que desde los años ’60 se empezó a medir el tiempo utilizando los ultra-precisos relojes atómicos. Entonces se descubrió que debido a la ralentización de la rotación terrestre, el tiempo se está separando lentamente.

De esta manera, no se acabó allí la desgracia de Greenwich, ya que gracias a la tecnología GPS se descubrió que la línea del meridiano se encuentra 100 metros más allá de la recta que pasa por el observatorio, apartada de la marca que aparece en las fotografías de los turistas. Sin embargo y a pesar de todo, Greenwich sigue estando en el centro de todos los mapas del mundo.

Hubo un tiempo en que la gente, al contrario de lo que usted ha hecho esta mañana, no debía mover la manecilla de los relojes para atrasar o adelantar la hora dos veces al año. De hecho, hubo un tiempo en que este acto se tenía que hacer cada vez que se recorría cierta distancia, ya que eso de los husos horarios era un tema que no respetaba ni siquiera un acuerdo nacional.