No hace falta retroceder mil años para apreciar la evolución en las poblaciones humanas. El último siglo ha supuesto una transformación feroz de las principales ciudades del mundo. Rascacielos, cemento y cristal han sustituido a la madera y las piedras.
En algunos casos la evolución es más bien nacimiento. Ciudades como Dubai han pasado de no ser a ser en apenas unas décadas, mientras que otras como Tokio han resurgido de sus cenizas tras la guerra. Mientras tanto, las obras de la Sagrada Familia resisten ahora y siempre. A veces los cambios también tardan en llegar.