Teníamos internet en casa, pero para usarlo teníamos que incomunicar el teléfono y por eso nos racionaban el tiempo ante el ordenador con cuenta gotas.
Tuvimos nuestros primeros móviles después de los 15 años, y no se parecían en nada a los que conocemos hoy.
Las primeras videoconsolas portátiles nos distraían de los deberes y perdíamos el tiempo salvando lemmings.
Llevábamos tamagotchis en los bolsillos y los auriculares del discman en las orejas.
Pasamos de los Flik Flak, un poco infantiles, a los Baby-G, un poco horteras, y fuimos inmortalizando nuestra evolución entre ambos momentos con cámaras desechables.
Esta es la tecnología que marcó la infancia de los que fuimos niños y adolescentes en los años 90.