El 10 de agosto de 1945, al día siguiente del lanzamiento de la bomba atómica Fat Man en Nagasaki —alrededor de 74.000 personas murieron directamente a causa del bombardeo, aparte de los 75.000 heridos que hubo, sin contar aquellos que enfermaron y fallecieron posteriormente a causa de la radiación— y tres días después de que Little Boy cayese sobre Hiroshima —matando hasta a 200.000 personas—, Japón envió su primera oferta de rendición al secretario de Estado estadounidense James F. Byrnes a través del diplomático suizo Max Grässli. Así comenzaban las negociaciones para rubricar la rendición incondicional frente a las Fuerzas Aliadas y poner fin a la Segunda Guerra Mundial.
En la misiva, Japón pidió "el cese sin demora de las hostilidades" para "salvar a la humanidad de las calamidades que supondrían una continuación de la guerra" y subrayó la voluntad de "su Majestad el emperador" —Hirohito— de "apoyar la causa de la paz mundial".
También vincularon la firma de una capitulación al respeto por parte de los Aliados de la soberanía del emperador Hirohito: "El Gobierno japonés está preparado para aceptar los términos enumerados en la declaración conjunta tratada en Postdam el 26 de julio de 1945 por los cabeza de Gobierno de Estados Unidos, Gran Bretaña y China y que posteriormente suscribió el Gobierno soviético con el entendimiento de que dicha declaración no compromete ninguna demanda que perjudique las prerrogativas de Su Majestad como Dirigente Soberano".
Al acuerdo se llegó cinco días después, el 15 de agosto, aunque no fue hasta el 2 de septiembre cuando el ministro de Exteriores japonés, Mamoru Shigemitsu, fue el encargado de firmar la rendición incondicional en nombre del emperador Hirohito, mientras el general estadounidense Douglas MacArthur retransmitía la capitulación por radio desde el U.S.S. Missouri, fondeado en la Bahía de Tokio.
Esta serie de fotografías de la época recogen la destrucción de uno de los capítulos más oscuros de la historia del siglo XX.