La noticia artística de la semana es que alguien ha pagado 15 millones de euros (17,18 millones de dólares) por una estatua de Hitler arrodillado.
La venta en subasta de la obra, del conocido artista italiano Maurizio Cattelan, ha vuelto a poner de actualidad un tema que nunca se pasa de moda: las extrañas relaciones entre Hitler y el pop, que basculan entre la denuncia y la banalización, la burla y la desmitificación.
Una relación marcada por a) obras como las de Cattelan y otros artistas que han representado al icono del mal del siglo XX, b) anuncios publicitarios provocadores -que una marca utilice a Hitler como imagen da idea del vaciado político de la figura del Führer a estas alturas de la posmodernidad-, y c) las aproximaciones cómicas al líder nazi (más o menos graciosas y más o menos críticas) en libros, películas y mundos digitales.