La madre de todos los festivales ha llegado a su fin.
El Burning Man, que reune cada año a ochenta mil personas en el Desierto de Nevada a cincuenta grados de temperatura, ha echado el cierre dejando detrás su ya clásica galería de imágenes impactantes.
O cómo miles de peregrinos montan una ciudad temporal en medio del desierto con un objetivo común: quemar la escultura de un gigante para celebrar el fin del verano.
Música, arte, contracultura y aventura en uno de los eventos más extravagantes del circuito mundial de festivales.
Fotografía: Reuters