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De la Rosa a Echenique: "¿No es cierto que usted me pidió trabajo, reñido con Botín, y yo le ofrecí mil millones?"
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De la Rosa a Echenique: "¿No es cierto que usted me pidió trabajo, reñido con Botín, y yo le ofrecí mil millones?"

El caso KIO se ha convertido en una apasionante y moderna versión de los galdosianos Episodios Nacionales. El gran teatro del mundo se representa estos días

El caso KIO se ha convertido en una apasionante y moderna versión de los galdosianos Episodios Nacionales. El gran teatro del mundo se representa estos días en la Sección Primera de la Audiencia Nacional. Ayer prestó declaración el ex consejero delegado del Banco Santander, Rodrigo Echenique, quien afirmó desconocer la existencia de Quail España, la sociedad que Javier de la Rosa utilizada con profusión en sus negocios durante aquellos años.

Indignado, el financiero, que junto a su hija Gabriela actúa como letrado en su propio juicio, sacó los colores a Echenique al preguntarle si no era cierto que en 1989, durante una cena en Jockey, le había pedido trabajar con él en Quail porque tenía problemas personales con Emilio Botín, ofreciéndole, además, 1.000 millones de las pesetas de entonces como salario.

De la Rosa también relató que Echenique y 14 miembros de su familia fueron invitados el mismo año por Quail a un crucero de Semana Santa por el Caribe a bordo del yate Destiny, evidencia de la relación personal y profesional que les unía. “¿No es cierto que la factura la pagó Quail España?”, preguntó De la Rosa a Echenique.

Ofuscado, el banquero replicó en un momento dado a su interrogador: “También me regaló usted unos gemelos; no los llevo hoy”, a lo que el acusado al tiempo que letrado, replicó: “Y muchas cosas más...”. En ese momento, el magistrado Gómez Bermúdez, que con mano firme preside el tribunal, decidió suspender la sesión, con buena parte de la Sala convencida de que los ilustres testigos que están desfilando en este juicio mienten con descaro.

La acusación particular, ejercida por el Grupo Torras, acusa a Javier de la Rosa (para quien se piden 38 años de cárcel, por 36 para el asesor fiscal Juan José Folchi) de haber cobrado 500 millones de pesetas (3 millones de euros), pagados por el Santander en concepto de asesoría prestada por Quail España.

El financiero catalán intenta demostrar que esa suma fue cobrada legalmente por Quail en concepto de comisión como ‘asesor financiero’ tras haber logrado un crédito del Sumitomo Bank por importe de 30.000 millones de pesetas que liberó al Santander, con el consiguiente recorte del riesgo, de tener que financiar en solitario, como se había comprometido, los 65.000 millones de la OPA de KIO sobre el Grupo Torras.

La comparecencia de Rodrigo Echenique en la Audiencia Nacional, donde se juzgan las dos últimas piezas del caso KIO, sirvió para poner de manifiesto el terremoto empresarial y financiero que la presencia de la agencia kuwaití en España supuso en aquellos años.

El ex consejero-delegado del Santander reconoció que, en 1989, los riesgos contraídos por operaciones financieras ligadas a KIO superaban el 20% de los recursos propios del banco (300.000 millones de pesetas). En efecto, el “riesgo contraído” de KIO con el Santander era 60.000 millones de pesetas y, con la OPA sobre el Grupo Torras se planteaban otros 65.000 millones más.

KIO, un buen negocio para el Santander

Por ello, el Santander cobró una comisión “alta” (2.250 millones por facilitar un crédito de 30.000) por dar el aval y prestar financiación para esa OPA, ya que, según Echenique, “con KIO no preguntábamos demasiado”, se exigían “buenas garantías” y se llegaba a un “precio alto”. De hecho, y según De la Rosa, KIO hizo ganar al Santander 25.000 millones con la compraventa de acciones y 40.000 millones en créditos.

El caso KIO se ha convertido en una apasionante y moderna versión de los galdosianos Episodios Nacionales. El gran teatro del mundo se representa estos días en la Sección Primera de la Audiencia Nacional. Ayer prestó declaración el ex consejero delegado del Banco Santander, Rodrigo Echenique, quien afirmó desconocer la existencia de Quail España, la sociedad que Javier de la Rosa utilizada con profusión en sus negocios durante aquellos años.