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Bolaños, el eterno titular de Justicia en la sombra que sale a la luz en la fase más crítica
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Bolaños, el eterno titular de Justicia en la sombra que sale a la luz en la fase más crítica

El superministro pondrá cara a un inevitable enfrentamiento del Ejecutivo con la judicatura por la ley de amnistía y tiene el reto de concluir lo que empezó sin éxito: la renovación de un CGPJ más urgente que nunca

Foto: El presidente del Consejo General de Poder Judicial (CGPJ), Vicente Guilarte, junto al ministro Bolaños. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)
El presidente del Consejo General de Poder Judicial (CGPJ), Vicente Guilarte, junto al ministro Bolaños. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)
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Enero de 2022. Los cuatro nuevos magistrados del Tribunal Constitucional surgido del pacto agónico del PSOE con el PP de la etapa Casado toman posesión en la sede de la calle Domenico Scarlatti. Entre los elegidos, Laura Díez, hasta ese momento directora general de la Presidencia bajo las órdenes de Félix Bolaños. El ministro, presente como invitado, trazó ese día una línea de comunicación fundamental con el órgano del que dependerá la validez final de la ley de amnistía. La carta que le faltaba para tener una buena mano e hilo directo con todos los órganos de peso que trazan el mapa de la Justicia en España.

Y es que Bolaños, al que Pedro Sánchez acaba de conceder una cartera doble y asumirá Justicia, además de Presidencia, siempre se ha ocupado de este cometido desde la sombra, las bambalinas y la diplomacia que tan bien maneja. Ha estado detrás de todos los intentos de renovación del Consejo General del Poder Judicial de estos últimos años. Aunque fallidos en la recta final, en esas negociaciones logró hacer filigranas y acercar el pacto en varias ocasiones hasta casi rozarlo. El fracaso se debió la mayor parte de las veces a causas ajenas a su control.

Para esta fase, la más convulsa que se recuerda, no valían trampantojos. Pilar Llop, que ejerció su función con un estilo más bien decorativo, ha quedado relegada. El jurista más pata negra del socialismo da un paso al frente para tratar de lidiar con lo que se viene. El superministro pondrá cara a un inevitable enfrentamiento del Ejecutivo con la judicatura a consecuencia de la ley de amnistía, que él mismo ha ayudado a nacer, y tiene el reto que concluir lo que empezó sin éxito: la renovación de un CGPJ ahora más urgente que nunca para el Gobierno.

Foto: Pedro Sánchez, con María Jesús Montero, en el Congreso en el debate de investidura. (Reuters/Susana Vera)

Su elección deja clara la importancia que da Pedro Sánchez a la Justicia, la pieza más grande en el zapato del PSOE en las anteriores legislaturas. El poder que, a pesar de todos los intentos, no han podido controlar. Mes tras mes, ley tras ley, el Gobierno ha ido entrando en sucesivas reyertas encadenadas con la judicatura: desde la aplicación de la ley del solo sí es sí hasta la reforma para inutilizar a un Consejo incómodo o la emprendida con la secesión. Para la batalla final, hacían falta galones.

De perfil discreto, con carné del PSOE de Madrid, Bolaños ha logrado, sin duda, convertirse en una de las principales bazas de Sánchez e ir ganando peso y responsabilidad hasta asumir la macrocartera que se le ha concedido. Militante socialista madrileño, abogado de formación y exjefe de Asesoría Jurídica del Banco de España, habla de tú a tú a la judicatura y sabe lo que dice. Entiende y usa un lenguaje, el jurídico, que para muchos en la política suena a sánscrito. Entiende también el reverso de la moneda, las claves, las filias, las formas, las tradiciones y las líneas rojas.

Afronta ahora un trago que será amargo. La ley de amnistía acaba de nacer y emprenderá un camino primero parlamentario y después de aplicación por parte de los tribunales que estará lleno de baches. Tendrá que elegir, además, entre coser nuevos acercamientos con el PP para renovar el CGPJ o romper todos los puentes e iniciar un sistema de recambio exclusivo, con la fórmula del cambio de mayorías y mayor protagonismo del Congreso, del que recela Europa y que elevará más aún la tensión.

No es ninguna recompensa, más bien todo lo contrario.

Enero de 2022. Los cuatro nuevos magistrados del Tribunal Constitucional surgido del pacto agónico del PSOE con el PP de la etapa Casado toman posesión en la sede de la calle Domenico Scarlatti. Entre los elegidos, Laura Díez, hasta ese momento directora general de la Presidencia bajo las órdenes de Félix Bolaños. El ministro, presente como invitado, trazó ese día una línea de comunicación fundamental con el órgano del que dependerá la validez final de la ley de amnistía. La carta que le faltaba para tener una buena mano e hilo directo con todos los órganos de peso que trazan el mapa de la Justicia en España.

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