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PP y PSOE ignoran las llamadas a un gran 'Pacto de Salvación' contra la crisis
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AGUIRRE, AZNAR O ROSA DÍEZ PIDEN RECENTRALIZAR EL ESTADO; RAJOY LO DESCARTA DE PLANO

PP y PSOE ignoran las llamadas a un gran 'Pacto de Salvación' contra la crisis

La gravedad y duración de la crisis económica hace que desde el ámbito político y empresarial se vuelva a demandar un gran acuerdo entre los principales

Foto: PP y PSOE ignoran las llamadas a un gran 'Pacto de Salvación' contra la crisis
PP y PSOE ignoran las llamadas a un gran 'Pacto de Salvación' contra la crisis

La gravedad y duración de la crisis económica hace que desde el ámbito político y empresarial se vuelva a demandar un gran acuerdo entre los principales partidos, similar a los Pactos de la Moncloa de 1977. Desde ópticas diferentes, Alfredo Pérez Rubalcaba, Rosa Díez, Esperanza Aguirre o los sindicatos han expresado a Mariano Rajoy la necesidad de que recupere el consenso. Sin embargo, PP y PSOE mantienen un fuerte enfrentamiento en materia económica que aleja cualquier posibilidad de acuerdo para hacer frente a la recesión. Ni siquiera el pacto constitucional del pasado verano por la estabilidad presupuestaria ha resistido a la batalla partidista.

Los socialistas han reorientado su estrategia esta semana para pedir al Gobierno que “recupere el consenso social, político e institucional”. El lunes fue Rubalcaba quien acusó a Rajoy de romper estos acuerdos, y ayer, su portavoz en el Congreso, Soraya Rodríguez, reiteró que sin consenso entre PSOE y PP no será posible gestionar la crisis económica. No obstante, el presidente del Ejecutivo no parece dispuesto a iniciar un acercamiento a sus adversarios políticos y tampoco parece creer en las buenas intenciones de los socialistas.

Durante la sesión de control en el Senado, Rajoy criticó al PSOE que apoyara la huelga general, recordando que él no hizo lo mismo cuando José Luis Rodríguez Zapatero padeció el paro. Además, lamentó que resulta “muy difícil” llegar a acuerdos con los socialistas, y aprovechó para denunciar que se hayan desmarcado de la ley de estabilidad presupuestaria, después de que el pasado verano se reformara la Constitución con un acuerdo entre los dos grandes partidos. El PP ha sacado adelante la primera fase de esta ley sin el apoyo del PSOE, que también insiste en que los populares han roto el acuerdo constitucional al exigir un déficit cero, en lugar de dejar un margen del 0,4%.

A esta ruptura hay que sumar los profundos desacuerdos que desde el estallido de la crisis han marcado la relación entre los dos grandes partidos. PP y PSOE no han coincidido en el retraso de la edad de jubilación, en los recortes de gasto, en las reformas laborales, en los Presupuestos o en las subidas de impuestos. Ni siquiera en los momentos de mayor presión de Europa o de los llamados mercados. Ayer, cuando el fantasma de la intervención planeaba sobre España, la desdichada salida de Rajoy del Senado, rehuyendo a los medios de comunicación, se convirtió en munición para el PSOE para arremeter contra el presidente.

De poco sirvió el llamamiento de Rosa Díez para que Rajoy citara a todos los portavoces parlamentarios con el objetivo de alcanzar un “pacto de legislatura”. La líder de UPyD tildó de “dramática” la situación de la economía, “a punto de ser formalmente intervenida”. “No sólo hace falta un pacto de estabilidad presupuestaria, hace falta un pacto de estabilidad política”, señaló Díez, quien apuesta por refundar el Estado de las autonomías.

La recentralización de Aguirre

En este punto coincidió Esperanza Aguirre, quien aprovechó ayer su reunión en Moncloa con Rajoy para pedir también un pacto de Estado con el PSOE que devuelva a la Administración central algunas competencias autonómicas, como la educación, la sanidad y la justicia. Sin embargo, el presidente del Gobierno no tardó en precisar en el Senado que “ni se plantea” abrir un debate sobre el modelo de Estado que recoge la Constitución.

Pese a que Rajoy quiere abrir el debate, se trata de un asunto que lleva años sobre la mesa, y al que se sumó José María Aznar e incluso el presidente catalán, Artur Mas, quien se mostró dispuesto a reducir las competencias de las comunidades creadas “artificialmente”, siempre y cuando se respete el autogobierno de Cataluña o País Vasco. “El café para todos fue producto de acuerdos entre el PP y el PSOE de la época”, recordó Mas. Por su parte, Aznar se refirió desde Cádiz a la “crisis de la Nación” para explicar los apuros de la prima de riesgo.

Peticiones al Rey

En este escenario, el pacto de Estado resulta improbable, aunque cada vez más voces de un partido y otro lo reclamen. El último ha sido el popular José Antonio Monago, presidente de Extremadura, que apostó por que Rajoy firme unos nuevos Pactos de la Moncloa con todos los presidentes autonómicos para poder “ganar la batalla a los mercados” y “sobrevivir”. Pero los últimos precedentes de intento de acuerdo tampoco apuntan al optimismo. La Comisión Zurbano que puso en marcha Zapatero en marzo de 2010 quedó reducida a unos pequeños acuerdos parlamentarios, mientras que el exministro Eduardo Serra, presidente de la Fundación Everis, tampoco tuvo suerte a la hora de impulsar un gran pacto.

Serra reunió en noviembre de 2010 a lo más granado de los empresarios españoles para visitar al Rey y proponer una gran reforma del Estado autonómico, así como pactos de Estado en materias como educación, energía o marca país. El discurso navideño del monarca apeló a los valores del acuerdo político, pero 2011 se convirtió en un año de pugna electoral y escasos consensos.

La gravedad y duración de la crisis económica hace que desde el ámbito político y empresarial se vuelva a demandar un gran acuerdo entre los principales partidos, similar a los Pactos de la Moncloa de 1977. Desde ópticas diferentes, Alfredo Pérez Rubalcaba, Rosa Díez, Esperanza Aguirre o los sindicatos han expresado a Mariano Rajoy la necesidad de que recupere el consenso. Sin embargo, PP y PSOE mantienen un fuerte enfrentamiento en materia económica que aleja cualquier posibilidad de acuerdo para hacer frente a la recesión. Ni siquiera el pacto constitucional del pasado verano por la estabilidad presupuestaria ha resistido a la batalla partidista.