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Griñán: un candidato con el pescado vendido
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SENTENCIADO POR EL ESCÁNDALO DE LOS ERE

Griñán: un candidato con el pescado vendido

Ni rastro humano en la lonja de Almería. El equipo de Griñán recluta de modo urgente a un par de pescadores rezagados. Eran las 11.10 horas

Foto: Griñán: un candidato con el pescado vendido
Griñán: un candidato con el pescado vendido

Ni rastro humano en la lonja de Almería. El equipo de Griñán recluta de modo urgente a un par de pescadores rezagados. Eran las 11.10 horas del pasado miércoles y el candidato socialista visitaba un escenario donde literalmente estaba el pescado vendido. Si se cumplen las encuestas, en el hotel Barceló Renacimiento de Sevilla repetirá idéntico resultado. El ciudadano andaluz ya hace tiempo que decidió su voto. Con estos mimbres, el PSOE-A se podría haber ahorrado la campaña electoral de un Griñán, más que nunca, solo ante el peligro.

Un tecnócrata soberbio, sobrado de sí mismo, y muy preparado intelectualmente -memoria prodigiosa, un Google humano que apabulla con datos, nombres y cifras y corrige con vehemencia si el interlocutor tiene algún error- aterrizó el Día del Libro de 2009 en la Presidencia de la Junta de Andalucía sin vocación de liderazgo, de número 1. Sí, había sido dos veces ministro, era vicepresidente económico de Manuel Chaves en el Ejecutivo andaluz, pero no le gustaba la primerísima fila. “Ahora llevarás el maillot amarillo”, le adelantó José Luis Rodríguez Zapatero a un político que sólo pensaba en la jubilación. “Bueno, cuando un político te dice que no quiere un cargo, como mínimo, desconfía de eso”.

Griñán (Madrid, 1946), casado con la sevillana Mariate Caravaca, tiene tres hijos: Manuel, que vive en Madrid; Ana, residente en Sevilla, y Miguel, su hijo en paro, como desveló en el debate de Canal Sur, que vive en el chalé adosado del matrimonio de Mairena del Aljarafe. Devorar libros es uno de sus mayores placeres. Acaba de leer la novela La carroza de Bolívar, de Evelio Rosero: “Está muy bien escrita”, aseguró, cerveza en mano, el pasado 28 de febrero mientras relataba a un grupo de periodistas el relato de la historia con un modo didáctico y fluido (su estilo y marca personal). En una reciente entrevista con Carlos Herrera ha desvelado que, aunque desea seguir en política, se dedicará a escribir ficción y preparar un libro de memorias.

Quiso estudiar Filosofía y Letras, pero su tío (Rafael Martínez Emperador, asesinado por ETA) le convenció para que estudiara Derecho. Lo hizo en la misma Facultad en la que estudiaron todos los presidentes de la autonomía (Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla y Manuel Chaves). Ganó las oposiciones a la Inspección de Trabajo. El salto a la gestión política llegó en 1982, en el primer Gobierno autonómico presidido por Escuredo. En este Gabinete fue viceconsejero. Una sucesión de altos cargos hasta alcanzar, en 1992, al Ministerio de Sanidad. Fue su primer minuto de gloria nacional: el momento del “tal Griñán”.

“¡Hay que escuchar la voz de Eastwood!”

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Su carrera ya llevaba unos años vinculada a la de Chaves, su (ex) íntimo amigo. La amistad no era forzada, sino intensa. Si no hubieran roto su relación tras el rechazo de Griñán a convertirse en una mera marioneta, un simple apéndice ideológico del tardochavismo del PSOE andaluz, quizá ayer (Día de reflexión) hubieran visto en los cines Avenida de Sevilla War horse o repasarían Los idus de marzo de George Clooney Con quien más disfruta es con Clint Eastwood. Por supuesto, en versión original. “¡Hay que escuchar la voz de Eastwood!”. El fin de semana anterior a tomar posesión de presidente vio Gran Torino. Entre las últimas ha visto El topo y Los descendientes (no le gustó mucho). Además del amor a la pantalla grande, a Griñán le encanta la ópera de Verdi y Alfredo Kraus, el Atlético de Madrid y la hípica.

El presidente andaluz empezó fuerte. Sorprendió en el primer Comité Director del PSOE-A que capitaneó con un discurso brillante, bien diseñado, elaborado en el ordenador del despacho de su casa (donde mejor se concentra), sin descuidar las notas a mano, escritas a velocidad, pero sin tachones. “Llamadme Pepe”, pidió a los militantes. “En las primeras reuniones de las Ejecutivas nadie le aplaudía. Griñán escribe él mismo casi todos sus discursos; construye unas frases larguísimas y hace reflexiones. Ahora parece que le van cogiendo el tranquillo, pero está claro que su discurso no es para el aplauso”, cuenta un veterano socialista.

Nada amigo de los tópicos y las tradiciones andaluzas (le gusta muy poco, más bien nada, la Feria, la Semana Santa y el Rocío), en sus entrevistas repita una y otra vez frases/muletilla como “cuando lleguemos al río cruzaremos el puente”. En la primera semana de la campaña electoral se afincó en un bucle sin salida que lanzaba idénticos mensajes, ideas y conceptos. En la segunda semana, dolido por las encuestas y sobre todo por la declaración del chófer de la cocaína, empezó a reconocer errores.

La escena surrealista del “polvo de Griñán”

Arruinada la quincena por la aparición de continuos escándalos de corrupción relacionados con los EREs falsos, Griñán insistió en programar mitines sectoriales, de escaso público. Sólo cambió la estrategia los últimos días de campaña, más animada e incluso surrealista cuando una anciana almeriense le piropeó de esta manera: “¡Vaya polvo bien echado, lo hizo completo! ¡El polvo que hizo tu padre!”. Así respondió: “No se lo diré a mi padre, porque ya no vive, pero se lo diré a mi madre. ‘Mamá, ¿cómo fue el polvo de Papá? Yo creo que mi madre se debió enterar, confío que se enterara: me tuvo nueve meses dentro”. Tras los piropos calientes, Griñán se animó a rodearse de más público. En la jornada final organizó dos encuentros multitudinarios en Córdoba y Sevilla. Manuel Chaves no le arropó. Rubalcaba y Felipe González sólo en el epílogo.

Si Griñán pierde el poder no lo consideraría un fracaso suyo. Ya ha avanzado un argumento para esta noche: Rubalcaba perdió cuatro millones y medio de votos. “Lo que sería un milagro es que no perdiera. Pepe es muy consciente que puede perder”, cuenta un destacado militante socialista de Sevilla, que valora de Griñán su “gran vocación pública y austeridad espartana”. “Es la austeridad hecha persona, ir a un restaurante caro le parece un horror. ‘Ahí no, que ese sitio es carísimo’. Al margen de su cargo nunca ha tenido un trabajo o retribución extra. No le interesa nada ni la ostentación, ni el lujo”.

Sorprende entonces que durante su etapa se estrenara el Palacio de San Telmo como sede de la Presidencia del Gobierno andaluz, edificio comprado por la Junta presidida por José Rodríguez de la Borbolla al Arzobispado de Sevilla en 1989, y todo un monumento al derroche: luce mármol de Carrara y 40 lámparas a 8.000 euros la pieza. Eso sí, Griñán trasladó a San Telmo los mismos muebles que tenía en su despacho de la Casa Rosa, la sede provisional de la Junta de Andalucía.

Con la victoria casi descartada tras 30 años de hegemonía socialista en Andalucía, el único aliciente para Griñán será conservar el poder como secretario general del PSOE andaluz y la Presidencia en la Ejecutiva Federal. Sabe que un vapuleo de Javier Arenas le colocaría demasiado cerca del KO político. Por edad, Griñán ya no volvería a la Inspección de Trabajo. Escribir novelas, ver cine en versión original y disfrutar de sus tres nietos sería su vida, pero aún tiene que ganar el PP. “Cuando lleguemos al río…”. Al cruzar el puente el candidato socialista quizá compruebe que el pescado hace ya mucho tiempo que estaba vendido…

Ni rastro humano en la lonja de Almería. El equipo de Griñán recluta de modo urgente a un par de pescadores rezagados. Eran las 11.10 horas del pasado miércoles y el candidato socialista visitaba un escenario donde literalmente estaba el pescado vendido. Si se cumplen las encuestas, en el hotel Barceló Renacimiento de Sevilla repetirá idéntico resultado. El ciudadano andaluz ya hace tiempo que decidió su voto. Con estos mimbres, el PSOE-A se podría haber ahorrado la campaña electoral de un Griñán, más que nunca, solo ante el peligro.

José Antonio Griñán