Es noticia
“Agredir verbal o físicamente a un policía se ha convertido en parte de la diversión de la noche”
  1. España
LAS DENUNCIAS POR ATAQUES A AGENTES NO PARAN DE CRECER

“Agredir verbal o físicamente a un policía se ha convertido en parte de la diversión de la noche”

Haber corrido delante de los grises en época de Franco se consideraba certificado pata negra de compromiso democrático. Pero las tornas han cambiado. Los menores de

Foto: “Agredir verbal o físicamente a un policía se ha convertido en parte de la diversión de la noche”
“Agredir verbal o físicamente a un policía se ha convertido en parte de la diversión de la noche”

Haber corrido delante de los grises en época de Franco se consideraba certificado pata negra de compromiso democrático. Pero las tornas han cambiado. Los menores de 20 años ahora se divierten con la Policía. “Agredir verbal o físicamente a la policía se ha convertido en parte de la diversión de la noche. Empiezas el botellón, sigues con las pastillas o con otras drogas, y la fiesta no está completa hasta que llega la Policía a llamar la atención. Entonces viene lo mejor. Empiezan a vacilar, a insultarte e incluso, si están muy pasados, te llegan a arrojar objetos… Ocurre constantemente”. Lo cuenta Felipe Brihuega, secretario general del Sindicato Nacional de Policía (SUP).

Las cifras de denuncias por agresiones a miembros de las fuerzas de seguridad no paran de crecer. Y en algunas comunidades como Madrid, de forma espectacular. En un solo año, de 2009 a 2010, se pasaron de 417 agresiones a 1.267. Un 203% más en solo doce meses. Este año en España han sufrido agresiones una media de tres agentes por día. Y no es precisamente en intervenciones de riesgo (delincuentes organizados, ETA, mafias del Este…) donde más peligro corren los policías.

El pasado día 13, en el distrito madrileño de Puente de Vallecas, dos agentes detuvieron un vehículo por el mal estado de sus luces. El conductor forcejeó con uno de los uniformados y le mordió la cara provocándole una fuerte hemorragia. Un grupo de 30 personas, que nada tenían que ver con el agresor, rodeó el coche policial y empezó a increpar a los agentes. La algarada no terminó hasta que llegaron refuerzos, y se saldó con cuatro detenidos de entre 19 y 53 años. No era una manifestación ni un grupo de borrokas. Eran 30 personas que sencillamente pasaban por allí y se enfrentaron espontánemente a la policía. Tampoco es probable que la dudosa popularidad del protagonista del altercado, un actor secundario de la serie Doctor Mateo, incitara esta rebelión so pretexto de la defensa de las artes y la cultura.

No es un caso aislado. Ocho días antes, en Torrent (Valencia), cinco personas, entre ellos un menor, fueron detenidas por agredir a dos agentes con palos y un cuchillo en el transcurso de una fiesta. El parte facultativo demuestra que los policías saldaron aquella noche con la rotura de un dedo, un esguince de muñeca y múltiples contusiones.

“Hay una atmósfera, un ambiente en la calle de que se puede agredir a la policía sin que pase nada”, señala un portavoz de la Confederación Española de Policía. “Y es que es verdad. No pasa nada. Una buena parte de estas agresiones se producen cuando procedemos a la detención por un delito previo. Se juzga el delito, sí, pero la agresión al policía queda casi siempre impune”.

¿Puede tener que ver este repunte de la violencia contra la policía con el pesimismo social que ha traído la crisis? “Algo de eso puede haber. De hecho, uno de los delitos que más ha crecido en los últimos años es el que llamamos “hurto famélico”. Gente que nunca había cometido un delito se ve obligada a robar para comer o para dar de comer a sus hijos. Cuando los coges, se ponen mucho más nerviosos que un delincuente habitual. Es natural. Sienten vergüenza y miedo, y no sabes cómo van a reaccionar. Pueden llegar a ser muy violentos porque se encuentran casi en estado de shock”.

Según la estadística oficial de siniestralidad policial, el 31,69% de los accidentes laborales se producen en el trato con las personas (detenciones y agresiones, principalmente). Junto con los accidentes de tráfico, con un 39,58%, las agresiones constituyen el mayor factor de riesgo en la actividad policial.

En cuanto a los tipos de lesiones, encabezan el ranking los esguinces, distensiones y luxaciones (50,15%), seguidas de las contusiones y traumatismos (23,47%) y las fracturas (12,61%).

EVOLUCIÓN DE AGRESIONES CONTRA AGENTES EN ESPAÑA

placeholder

Todos los policías consultados coinciden en su preocupación por el alto índice de violencia que exhiben los más jóvenes. “Te acercas a un grupo de chicos que están armando un jaleo en un botellón para advertirles. Se ve que son chicos normales, que no vienen de barrios marginales, que no se han educado en la delincuencia, que visten con ropa cara y van peinados muy modernos, y de repente empiezan a reírse de ti, y a insultarte, o incluso se te encaran. Es la violencia por la violencia. El ocio está muy vinculado hoy a la ingesta de sustancias estupefacientes. Y el principio de autoridad se ha visto degradado en los últimos años. Antes, si llegaba la policía te controlabas. La cultura de la droga ha contribuido mucho a cambiar eso”.

Un agente que estuvo destino en la Puerta del Sol hace referencia al 15-M y a las quejas de indefensión de la policía: “No es el 15-M y sí es el 15-M, porque hay que diferenciar. Muchos policías simpatizamos con las propuestas del 15-M. Nosotros llevamos ya muchos años indignados. El problema es que al 15-M se adhieren elementos indeseables que son difíciles de diferenciar… Estos grupos indeseables no tomaban parte en las asambleas ni en esas cosas. Estaban solo pendientes de incitar a la gente contra nosotros y de provocar altercados”.

Haber corrido delante de los grises en época de Franco se consideraba certificado pata negra de compromiso democrático. Pero las tornas han cambiado. Los menores de 20 años ahora se divierten con la Policía. “Agredir verbal o físicamente a la policía se ha convertido en parte de la diversión de la noche. Empiezas el botellón, sigues con las pastillas o con otras drogas, y la fiesta no está completa hasta que llega la Policía a llamar la atención. Entonces viene lo mejor. Empiezan a vacilar, a insultarte e incluso, si están muy pasados, te llegan a arrojar objetos… Ocurre constantemente”. Lo cuenta Felipe Brihuega, secretario general del Sindicato Nacional de Policía (SUP).