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Felipe y Guerra anulan a Rubalcaba en el mayor mitin de la campaña socialista
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LA CONCENTRACIÓN DE LOS PRINCIPALES LÍDERES TAPÓ A ZAPATERO

Felipe y Guerra anulan a Rubalcaba en el mayor mitin de la campaña socialista

 “Si hace unos días dije en Granada que hablar después de Felipe es como actuar después de Camarón, hoy, con Felipe y Alfonso, es como hacerlo

Foto: Felipe y Guerra anulan a Rubalcaba en el mayor mitin de la campaña socialista
Felipe y Guerra anulan a Rubalcaba en el mayor mitin de la campaña socialista

 “Si hace unos días dije en Granada que hablar después de Felipe es como actuar después de Camarón, hoy, con Felipe y Alfonso, es como hacerlo con los Beatles”. La frase del propio Pérez Rubalcaba evidencia la realidad del mayor mitin socialista de la campaña, en un revival en el que Felipe y Guerra jugaron a la perfección su mejor papel, y en el que Alfonso se volvió a convertir en el mayor azote de la derecha, los obispos, los mercados y los ricos frente a los pobres. Entre ellos, José Antonio Griñán cultivó su propia precampaña hacia las autonómicas de marzo llamando a la reconquista del Sur por un partido que siempre ha tenido en Andalucía el punto de apoyo para la conquista el Gobierno de Madrid.

Velódromo de Dos Hermanas, Sevilla. La organización habla de treinta mil asistentes. Sin embargo hay trampas en el pabellón de deportes. Los organizadores habían adelantado las estructuras metálicas de las gradas desplazándolas hacia el centro para concentrar una asistencia que en realidad no superaba las quince mil personas. Cientos de autobuses habían salido a primeras horas de la mañana desde todos los puntos de Andalucía. Mucha tercera edad, banderas rojas y verdes del PSOE, y una especie de anhelo generalizado por ver a Felipe y Guerra juntos después de quince años. Al llegar se mezclaron gritos de Felipe, Felipe, con otros de Rubalcaba, presidente. Guerra entraba saludando con la sonrisa de quien está dispuesto a morder en la presa y resucitar el discurso de los descamisados. Felipe y Alfonso volvían a ser cómplices, hubo guiños entre ambos y una especie de amago de calor de lo que fue y ya en gran parte se ha perdido.

La fuerza del Sur

José Antonio Griñán reclamó “la fuerza del Sur”, habló del poder del socialismo andaluz en los momentos difíciles, y se refirió a la actual situación como uno de los hitos en los que hace falta “el liderazgo de la política frente a los mercados”. La sucesión de momentos de la historia reciente de España tiene para Griñán un exponente, Alfonso Guerra, a quien identificó con “la concordia y la reconciliación”, aludiendo a las relaciones del ex vicepresidente con Abril Martorell durante la negociación de los Pactos de la Moncloa.

Otro hito está para Griñán en la figura de Felipe González “que cambió Andalucía y España de raíz”. Gritos de Felipe, Felipe. El aroma del 82 se apodera del velódromo, Felipe mira a Guerra que aún conserva su sonrisa de depredador. Y el tercer hito en esa secuencia en la que la política tiene que liderar la realidad frente a los mercados está en Rubalcaba. Zapatero no existe, Griñán hizo un corolario de la educación y la sanidad andaluza “la que más trasplantes hace”,  y se acordó de Arenas anteponiendo la política social andaluza frente a la sanidad valenciana o la educación madrileña,

 Guerra: “Queremos un líder y no un tumbao”

A estas alturas, el velódromo empezaba a removerse sobre las gradas, la policía expulsaba a un pequeño colectivo que protestaba con pancartas frente a los pitidos del público, y en un estallido de la música de campaña Guerra salta al escenario dispuesto a demostrar qué es el socialismo que nace en el Sur. “Estoy feliz porque estoy con vosotros”, aplausos y gritos, gente de pie, movimiento de banderas, “Tenemos que empujar para tener un líder en España y no a un tumbao” en referencia a Rajoy, quien para Guerra “quiere llegar a La Moncloa para seguir tumbao durmiendo la siesta”,

Guerra empieza a parecerse a sí mismo y la gente lo encuentra donde lo esperaba, “Esta es la primera campaña sin los terroristas de ETA”, y a partir de aquí, entra de lleno a matar, “porque la derecha no soporta que quien ha derrotado a ETA sea un gobierno socialista. Estaban esperando, y Rajoy le dijo al del bigote, llama a tus amigos, aquellos de los que decías que eran un movimiento de liberación, a ver si consigues que esperen hasta después de las elecciones”. A partir de aquí, Guerra centró en Rubalcaba el éxito frente al terrorismo, con el público en tensión máxima.

La mafia, los ricos y los obispos

Y después llegó todo lo demás. Contra los mercados, “la mafia está en las agencias de calificación”; contra los ricos, “no podemos permitir que 27 personas en el mundo tengan tanta riqueza como mil millones”. Aplausos y gritos. Y contra la Iglesia, “que ahora quire registrar los bienes comunales… no lo vamos a permitir”. La vena anticlerical que anida en el discurso populista llegó a la apoteosis con los gritos del público, y antes de citar a Pitágoras, Guerra se paró en los pisos que se devuelven a los bancos porque no se pueden pagar las hipotecas; “dicen los bancos: su piso vale ahora menos que antes, pues que se queden con él; si es que he tenido que avalarlo hasta con el piso de la abuela..”.

Pitágoras, según Guerra dio que “si educamos a los niños evitaremos tener que castigar a los mayores”, en referencia a la necesidad de la escuela pública, y como ejemplo, el maestro aconsejó a la audiencia: “Id a predicar nuestras propuestas y convencer a las almas vírgenes que esperan nuestra palabra”.

Llega Felipe y le piden que ataque ya

Gritos de Felipe. Llega el ex presidente a la tarima. Marca distancia, se apoya en un discurso de estado con ribetes europeos. “Tenemos que empezar aquí otro cambio, porque Andalucía tiene sentido de la orientación y aquí vamos a recomenzar”. Felipe entra en harina y se refiere a la crisis, “la obsesión por la deuda está matando la economía y el crecimiento, y si no hay crecimiento tampoco se pagará la deuda”. El ex presidente hizo una llamada a aumentar la productividad y aconsejó a los sindicatos que tomaran la iniciativa en este debate con propuestas concretas. El mensaje de Felipe enfrió un poco el ambiente, “Felipe atácales ya”, le gritaban desde las gradas. Y el ex presidente seguía con su discurso presidencial, hasta que el nerviosismo de la gente le hizo entrar en campaña.

“Rajoy dice que no le va a tocar a la educación ni a la sanidad porque sabe que están transferidos a las comunidades autónomas y son ellas, las del PP, las que van a hacer los recortes”. Y a partir de aquí Felipe entró en el capítulo de las insinuaciones, “el PP ha podido retrasar la paz de ETA”. De nuevo el capote a Rubalcaba, en cuyo haber se anota el éxito ante el terrorismo. Se refirió a Arenas, “si cualquiera de nosotros hubiera perdido la mitad de veces, se habría retirado ya”, y se detuvo en las encuestas, “el 70 por ciento está convencido de que va a ganar el ¨PP, pero el 80 por ciento no cree que Rajoy sea capaz de superar la crisis”.

Felipe se fue entre gritos de una militancia que recordaba tiempos pasados asegurando que “en marzo –el mes de las elecciones andaluzas- cumplo 70 años, y si no ganamos en Andalucía, entonces sí que me retiro”.

Rubalcaba se rinde ante Felipe

La presencia de Rubalcaba como colofón del acto fue recibida con gritos de presidente. Sin embargo, cuando el candidato empezó a mover la manos como quien coge dos cubiletes, la gente se fue enfriando y pidiéndole más caña, “Este es un mitin clásico, con dos personas insustituibles como Felipe y Alfonso”. Rubalcaba reconoció su inferioridad, recordó que en Granada “dije que con Felipe me sentía como quien actúa frente a Camarón”, y con Felipe y Guerra “como quien actúa frente a los Beatles”.

A partir de aquí, Rubalcaba no tuvo empacho en sentirse deudor de Felipe González, de dejarse aconsejar por él y de tratar de emularlo. Fue un homenaje permanente al ex presidente del Gobierno y en ocasiones también a Alfonso Guerra, un intento de volver a un pasado glorioso en el partido con constantes llamadas al voto por encima de la resignación. Y ante este reconocimiento a un pasado que se ha tratado de revivir en el santuario electoral socialista del velódromo de Dos Hermanas, alusiones a una política de valores, de defensa de la persona frente a los mercados, de la educación pública, la sanidad...

“Tenemos que salir más de casa”

La gente empezó a abandonar el pabellón a la mitad del discurso del candidato. “Nos vamos al bar” decía un matrimonio sexagenario a unos compañeros de autobús. Y allá, en el bar, en la cola interminable de sedientos y aspirantes a usar el mingitorio, una mujer le comenta a la compañera; “Es que tenemos que salir más de casa: por lo menos así nos olvidamos de tanto paro”.

Pasadas las tres de la tarde, la hilera de autobuses empezó a tomar de nuevo las carreteras andaluzas camino de la realidad cotidiana. Como quería Alfonso Guerra, a “convencer a las almas vírgenes”, si es que quedan en este mundo de desilusionados.

 “Si hace unos días dije en Granada que hablar después de Felipe es como actuar después de Camarón, hoy, con Felipe y Alfonso, es como hacerlo con los Beatles”. La frase del propio Pérez Rubalcaba evidencia la realidad del mayor mitin socialista de la campaña, en un revival en el que Felipe y Guerra jugaron a la perfección su mejor papel, y en el que Alfonso se volvió a convertir en el mayor azote de la derecha, los obispos, los mercados y los ricos frente a los pobres. Entre ellos, José Antonio Griñán cultivó su propia precampaña hacia las autonómicas de marzo llamando a la reconquista del Sur por un partido que siempre ha tenido en Andalucía el punto de apoyo para la conquista el Gobierno de Madrid.

Alfredo Pérez Rubalcaba