Rubalcaba quiere todo el poder: solo aceptará ser candidato si controla también el PSOE

Alfredo Pérez Rubalcaba no se conforma con ser candidato a La Moncloa en el caso de que José Luis Rodríguez Zapatero acabe arrojando la toalla. El vicepresidente primero del Gobierno quiere hacerse también con el control del PSOE, y condiciona su eventual paso al frente para encabezar el cartel socialista en las generales de 2012 a su coronación como secretario general del partido. No es una especulación más, de las muchas que inundan los medios de comunicación en las últimas semanas: lo ha confesado el propio Rubalcaba a algunas personas de su círculo de confianza.

Fuentes muy cercanas al vicepresidente y ministro del Interior han asegurado a El Confidencial que éste pretende evitar a toda costa "inmolarse" en los comicios generales del próximo año y quedar "políticamente amortizado". Si Rubalcaba se "sacrifica" por el partido y acepta sustituir al quemado Zapatero en la candidatura socialista para sufrir una casi segura derrota ante el PP, antes quiere "plenos poderes" en el PSOE para conformar su propia Ejecutiva, elaborar el programa electoral y diseñar una campaña a su medida, añaden las mismas fuentes.

De esta forma, aunque pierda las elecciones generales ante Mariano Rajoy, Rubalcaba tendría las manos libres, como secretario general del PSOE, para pilotar el poszapaterismo, al menos en una primera etapa. Y más adelante podría ceder el testigo del partido, en una transición ordenada, a un nuevo líder que encabezaría una candidatura electoral renovada para enfrentarse al PP en 2016, argumentan las fuentes consultadas.

La estrategia de Rubalcaba pasa, inevitablemente, por esquivar ahora unas primarias y convocar un Congreso del partido en el que, de una misma tacada, el número dos del Gobierno sea elegido secretario general del PSOE y proclamado candidato a La Moncloa. Ese Congreso podría celebrarse a finales del próximo mes de julio o primeros de septiembre, es decir, tres años después del último cónclave socialista, como fijan los estatutos aprobados en el 37º Congreso de julio de 2008.

Pero esa estrategia tiene sus riesgos. Porque lo que no podría evitar Rubalcaba, al menos sobre el papel, es que en ese Congreso tuviese que disputar el liderazgo del partido a otros eventuales aspirantes. Un escenario con un precedente muy cercano: el del 35º Congreso Federal celebrado en julio de 2000, cuando Zapatero se impuso, contra todo pronóstico y por un estrechísimo margen de votos, al favorito José Bono.

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