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La estrella fugaz de Tomás Gómez
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LAS PRIMARIAS DEL PSM FUERON UNO DE LOS 'CULEBRONES' POLÍTICOS DEL AÑO

La estrella fugaz de Tomás Gómez

Uno de los culebrones políticos del año fue sin duda el protagonizado por el secretario general de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, y su numantina negativa

Foto: La estrella fugaz de Tomás Gómez
La estrella fugaz de Tomás Gómez

Uno de los culebrones políticos del año fue sin duda el protagonizado por el secretario general de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, y su numantina negativa a que Ferraz le descabalgase de su candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid. En el páramo informativos de verano, su no rotundo a José Luis Rodríguez Zapatero una tarde de agosto, en Moncloa, y la apertura de un proceso de primarias en las filas del PSM, fue la gran historia política que encumbró, por unos meses, al hasta entonces desconocido Gómez.

El aparato del PSOE, con José Blanco a la cabeza, quiso cargarse de un plumazo al ex alcalde de Parla, confiado de que quien había sido encumbrado a lo alto del PSM como un doble político de Zapatero, mimético en las formas y en el fondo, se apearía del cargo a la primera de cambio. Y con la excusa de unas encuestas internas que demostraban que la entonces ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, tenía más tirón popular que el propio Gómez, intentaron hacerle razonar, en vano, para que diera un paso atrás.

Lejos de eso, Gómez se ha convertido en este año en el primer dirigente del socialismo español que le ha dicho no a Zapatero. Lo que, según advertencia directa del hoy vicetodo Alfredo Pérez Rubalcaba, tendría sus consecuencias. Por lo pronto, el PSOE tuvo que improvisar un “tándem ganador” entre Jaime Lissavetzky y Trinidad Jiménez que terminó, finalmente, estrellándose en las primarias del domingo 3 de octubre.

Gómez inició entonces su ascenso meteórico en las encuestas como una estrella fugaz y meteórica. El partido probó, una vez más, el amargo sabor de las primarias, una lucha interna en la que, de nuevo, quien partía como caballo ganador terminó saboreando las penurias de la derrota. Que no fueron tantas si se tiene en cuenta que Jiménez fue después recompensada por su esfuerzo con un ministerio estrella como el de Exteriores.

Gómez, apoyado en el sector guerrista y acostista del partido, las antiguas familias, explotó el discurso del victimismo frente a Ferraz, a pesar de controlar con mano de hierro el verdadero aparato implicado en la batalla, el del PSM de Callao. La jugada le salió bien y ganó. Pero pasado el efecto mediático de las primarias, el protagonismo del líder socialista ha vuelto a caer como la espuma y sus expectativas en los sondeos no auguran, para nada, un vuelco electoral en la Puerta del Sol.

Muchos quieren ver en Gómez un posible líder emergente para el futuro poszapatero. A eso juega ahora con la ayuda de su inseparable Maru Menéndez, portavoz en la Asamblea Regional. Al igual que otros barones territoriales, su discurso busca marcar distancias con las políticas del presidente del Gobierno. En la reforma de las pensiones, en la necesidad de acortar los mandatos políticos… Pero lo que más ha trascendido de Tomás Gómez desde el pasado 3 de octubre es su afán revanchista contra los que no le apoyaron en las primarias. Con otras supuestas encuestas en la mano intentó fulminar al incombustible Pedro Castro, alcalde de Getafe y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias.

Con un partido dividido, la prueba de fuego llegará en unas semanas, cuando se elaboren las listas de mayo. La débil paz interna amenaza de nuevo con saltar por los aires.

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Uno de los culebrones políticos del año fue sin duda el protagonizado por el secretario general de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, y su numantina negativa a que Ferraz le descabalgase de su candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid. En el páramo informativos de verano, su no rotundo a José Luis Rodríguez Zapatero una tarde de agosto, en Moncloa, y la apertura de un proceso de primarias en las filas del PSM, fue la gran historia política que encumbró, por unos meses, al hasta entonces desconocido Gómez.

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