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Homenaje a Fernando Buesa sin Buesa
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Homenaje a Fernando Buesa sin Buesa

"No estoy dispuesto a avalar con mi presencia al lehendakari, que utiliza el homenaje a mi hermano para aparentar su apoyo a las víctimas del terrorismo".

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Homenaje a Fernando Buesa sin Buesa

"No estoy dispuesto a avalar con mi presencia al lehendakari, que utiliza el homenaje a mi hermano para aparentar su apoyo a las víctimas del terrorismo". Quien así se expresa es Mikel Buesa, hermano del dirigente socialista Fernando Buesa asesinado por ETA, junto a su escolta Jorge Rodríguez, el 22 de febrero de 2000, en plena ofensiva de la organización terrorista tras la ruptura de su alto el fuego pactado con el PNV.

El Teatro Principal de Vitoria acogió ayer el homenaje anual que organiza la Fundación Fernando Buesa en memoria del dirigente de los socialistas vascos. El acto contó con una amplía representación de los colectivos de víctimas, partidos e instituciones -capitaneadas por el lehendakari del Gobierno vasco, Juan José Ibarretxe, pero no con Mikel Buesa, antiguo responsable del Foro Ermua y hoy integrado en las filas del nuevo partido Unión, Progreso y Democracia.

Hay otra razón aún más profunda para esta ausencia. "El lehendakari Ibarretxe es el responsable político, por omisión, del deber de haber protegido a mi hermano", sentencia Mikel Buesa al ser preguntado por este diario por los motivos de su inasistencia al homenaje. Sostiene que en 2001 elaboró un informe junto a Víctor García Hidalgo, ex director general de la Policía, en el que demostraba esos fallos de protección que desembocaron en el doble asesinato. Este documento fue enviado al PSOE, pero no ha sabido nada de él desde entonces.

La ausencia de la familia paterna y materna de la víctima en la Fundación que lleva su nombre simboliza el desgarro que sufre el entorno de una persona asesinada por una banda terrorista. Por un lado estaba Fernando Buesa, que se comprometió con el socialismo y por la condena de la violencia y el terrorismo callejero; por el otro su hermano Mikel, un catedrático de Ciencia Económica y, por último, su hermano Juan, comprometido con el PNV.

A raíz del atentado, Mikel Buesa asumió un relevante protagonismo público, convirtiéndose en una de las voces más críticas contra la colaboración del nacionalismo gobernante con la izquierda radical abertzale y, más tarde, contra el proceso de diálogo emprendido por el Ejecutivo de Zapatero con ETA y la ilegalizada Batasuna. El tono de su discurso nunca ha sido compartido por la viuda de Buesa, quien en más de una ocasión se ha mostrado convencida de que su marido no compartiría los presupuestos que defendió, primero en el Foro Ermua y ahora en Unión Progreso y Democracia. "Estoy convencida de que a mi marido no le gustaría nada lo que está haciendo", sentenció en relación a su cuñado.

Cuando ETA asesinó con un coche bomba al dirigente socialista y a su escolta, aquella tarde del 22 de febrero, Ibarretxe ni siquiera se acercó al lugar del atentado. Y eso que oyó el estruendo, porque la explosión se produjo a 300 metros de su despacho, en el Palacio de Ajuria Enea. Tampoco llamó por teléfono a la familia para transmitir su pésame, ni siquiera presentó protocolariamente sus respetos. La manifestación de protesta posterior simbolizó la fractura de la sociedad vasca. Hubo dos marchas, con el mismo recorrido, con discursos por separado. La primera fue la convocada por el Gobierno vasco y el PNV con el apoyo de Juan Buesa, el hermano nacionalista; la segunda, la del resto de los partidos y de la familia Buesa. Cuando se cruzaron ambas masas, 60.000 personas, hubo insultos y más de un conato de pelea que era impedido por gente de bien de ambos lados.

Desde aquella fractura, el homenaje convocado por la Fundación Buesa cada año se ha convertido en un intento de lograr la concordia en el País Vasco: a pesar de las fuertes diferencias políticas existentes entre ellos y de la actitud que mantuvo Ibarretxe ante el atentado, los familiares han invitado siempre al acto a quien es la primera autoridad de la comunidad autónoma, comprometiendo su asistencia.

Pálpitos de la vida

Este año, la conmemoración del asesinato de Buesa se centró en el testimonio de las otras víctimas, los hijos que se quedaron sin padres por la violencia de ETA y del terrorismo islámico. Bajo el título "Pálpitos de la vida" intervinieron Sara Buesa, hija de Fernando Buesa; Ibai Korta -su padre era José María Korta, el presidente de la patronal de Guipúzcoa asesinado por ETA en agosto de 2000 " y, por último, Laura Brasero, cuyo padre falleció en uno de los trenes del 11-M. Precisamente, el presidente del tribunal que juzgó los hechos, Javier Gómez Bermúdez, fue el encargado de ofrecer una conferencia con motivo del homenaje, en lo que constituye toda una reaparición pública tras la polémica suscitada por la publicación de la biografía escrita por su mujer, la periodista Elisa Beni. La viuda de Buesa intervino para proclamar que sus tres hijos ya habían superado el trauma por la muerte de su padre.

"No vale la pena matar ni morir por ser vasco", sentenció un día Fernando Buesa. Su muerte produjo el desconsuelo y la división familiar, algo frecuente entre las personas que sobreviven al asesinato de un ser querido. Lo resumió un socialista que en 2002 sobrevivió a un atentado. Un coche bomba de ETA arrebató la pierna de Eduardo Madina y, meses después, la vida de su madre: "No lo sé poner en palabras. En mi casa se hizo la noche y una sombra de pena y tristeza envolvió a mi familia".

"No estoy dispuesto a avalar con mi presencia al lehendakari, que utiliza el homenaje a mi hermano para aparentar su apoyo a las víctimas del terrorismo". Quien así se expresa es Mikel Buesa, hermano del dirigente socialista Fernando Buesa asesinado por ETA, junto a su escolta Jorge Rodríguez, el 22 de febrero de 2000, en plena ofensiva de la organización terrorista tras la ruptura de su alto el fuego pactado con el PNV.