Los líderes de la UE organizan otra reunión ante su incapacidad para encontrar soluciones

Europa está terminal. Las divisiones entre los líderes, cada vez mayores, han hecho prácticamente imposible que en la Cumbre del próximo domingo -si se llega a celebrar que todavía no está claro- se vaya a encontrar la necesaria solución a la crisis de deuda. No obstante, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha dado un golpe en la mesa tras los últimos rumores sobre otro posible retraso de la reunión prevista inicialmente para el 17 de octubre (pospuesta al 23) y ha anunciado que no sólo se mantiene, sino que antes del miércoles de la semana que viene se volverán a reunir.

En un comunicado remitido en la tarde del jueves, el mandatario aseguraba que la estrategia a seguir en la crisis se debatirá este fin de semana, por lo que "podrá ser adoptada definitivamente por los jefes de estado y de gobierno en un segundo encuentro el miércoles como muy tarde". Una reunión que se ha hecho necesaria dadas las grandes diferencias sobre el segundo rescate de Grecia, cómo recapitalizar a la banca y la ampliación del fondo de rescate de la región.

De hecho, la situación es tan grave que anoche Sarkozy  viajó de urgencia a Frankfurt para reunirse con la canciller Angela Merkel,  los presidentes del Consejo y la Comisión Europea, Herman van Rompuy y José Manuel Durao Barroso, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, los ministros de finanzas francés y alemán y el nuevo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, para establecer la hoja de ruta del fin de semana y acercar posturas.

Los líderes europeos no han sido capaces en 17 meses de encarrilar la crisis de deuda. Todo lo contrario, a medida que se ha agudizado en las últimas semanas han aumentado las diferencias entre ellos tanto que los mercados se mueven a bandazos a golpe de rumor en medio de un gran pesimismo. La Cumbre llega con la advertencia de los acreedores de Grecia sobre que el segundo paquete de ayuda no es suficiente para salvar al país de la bancarrota, aunque a Atenas le apremia recibirlo para poder aguantar de momento, ya que de lo contrario no podrá hacer frente a sus compromisos el mes que viene.

El domingo se tiene que decidir si se desbloquea el siguiente tramo de 8.000 millones de euros y el informe de los inspectores de la Troika muestra que Grecia no va a alcanzar los objetivos de reducción de déficit y que las reformas emprendidas son insuficientes.