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Carrefour divide a grandes superficies y supermercados con su campaña antibolsa
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MALESTAR POR EL FALSO GUIÑO ECOLOGISTA

Carrefour divide a grandes superficies y supermercados con su campaña antibolsa

Ha decidido ir por libre. Hace un par de semanas, con el final del verano a las puertas, Carrefour inició una llamativa campaña publicitaria con la

Ha decidido ir por libre. Hace un par de semanas, con el final del verano a las puertas, Carrefour inició una llamativa campaña publicitaria con la que instaba al fin del uso de las bolsas de plástico empleadas habitualmente para realizar la compra. Un propósito loable que, sin embargo, forma parte de un marco de actuación colectivo pactado entre patronales y asociaciones de distribuidores con el Gobierno y cuyos fines quedaron recogidos en el Plan Nacional Integrado de Residuos (PNIR) redactado en 2008.

 

La iniciativa de Carrefour ha sentado bastante mal entre el resto de competidores, algunos de ellos integrantes de la patronal de grandes superficies Anged, a la que también pertenece la multinacional francesa, y otros englobados en la asociación de supermercados Asedas, además del colectivo de pequeños comercios. Ahora, todos han quedado en aparente evidencia y se ven obligados a tomar una decisión al menos tan significada como la puesta en marcha por la marca gala.

El lema “Bolsa caca”, acompañado de una leyenda informativa que recuerda que “una bolsa de plástico tarda 400 años en descomponerse”, irrumpió de manera anónima en distintos soportes publicitarios exteriores, además de colarse como anuncio por la televisión. Una aparente campaña institucional que escondía, como luego se reveló, el sello comercial de Carrefour. De esta manera, la enseña gala hacía del plan para reducir el uso de bolsas una oportunidad para ahorrar costes y destacar su perfil verde.

“Es una campaña de marketing muy efectista, pero llena de medias verdades”, explica el directivo de una cadena de hipermercados nacional. “Bruselas es quien marca la reducción en el uso de materiales para envases, unas pautas que el Gobierno materializó el año pasado en el PNIR, un plan al que las empresas nos hemos adherido de manera voluntaria, asumiendo el compromiso de reducir el uso de las bolsas de plástico en un 50% a lo largo de los próximos cuatro años”.

Ese acuerdo con la Administración está siendo implementado por las distintas empresas de distribución, “aunque no era obligatorio cómo hacerlo”. Cada parte asumía su ritmo y elegía los medios para llegar al objetivo, bien mediante programas de formación en la plantilla (personal de caja) o mediante la introducción de distintos formatos de bolsa. Sin embargo, la acción de marketing de Carrefour, “que ha ido junto al sector y a la vez por libre”, ha roto el consenso y la implementación progresiva de estos planes.

Las medias verdades

Toda la cadena de intereses implicada en el negocio de las bolsas de plástico ha comenzado a movilizarse. Tanto fabricantes como distribuidores han pasado al contraataque para explicar su versión sobre “la campaña de desprestigio de la bolsa de plástico orquestada por Carrefour”. Su trabajo pasa por aclarar algunos puntos sobre la realidad de la bolsa de plástico que la actual campaña de imagen pone en tela de juicio y por desmontar las supuestas bondades de la multinacional francesa.

En primer lugar, quieren dejar claro que el plan para eliminar bolsas de plástico está dirigido a las denominadas de un sólo uso, aunque según datos del ministerio de Medioambiente en un 70% de los casos los consumidores las emplean como bolsas de basura. Además de reutilizables, estas bolsas, cuya materia prima -polipropileno- es un derivado del petróleo, son totalmente reciclables, aunque por su composición no son productos biodegradables.

La solución ofrecida por Carrefour no acaba con el uso del plástico, como se pretende trasladar al consumidor. Las bolsas de rafia, como las de un solo uso, también están compuestas de polipropileno, pero en su caso "no son reciclables", según explican desde una cadena de supermercados. Otras de las alternativas, como las bolsas realizadas con fécula de patata o algodón, no son reciclables ni reutilizables. "Tiene que haber un uso combinado, ninguna opción es excluyente de otra".

Ya la semana pasada, la Asociación Española de Industriales de Plásticos tachó la decisión de Carrefour y Eroski de mera acción de marketing movida por intereses económicos. Además, señaló que el modelo reutilizable que se venderá es importado de China y tampoco es “del todo inocuo con el medio ambiente”. Además, al no ser fabricado en España, no pagará la tarifa en concepto de ‘punto verde’ de Ecomebes para la separación de materiales y reciclaje, una tasa que sí pagan los nacionales.

Según datos aportados por los industriales del plástico, Carrefour consume en torno a 6.000 toneladas de bolsas al año, de manera que si el kilo está a 0,34 céntimos, el ahorro que puede lograr la marca francesa con esta decisión supera el millón de euros. A este recorte habría que añadir el potencial beneficio que obtenga con la venta de los distintos formatos de bolsas alternativas, que van de los 50 céntimos por la bolsa de rafia a los 170 céntimos por el ejemplar de algodón, además de los 3,40 euros que cuesta el carrito desplegable.

Consultados por este diario, desde Carrefour aseguran que no se pretende hacer negocio con la venta de bolsas. “Se ofrecen a precio de coste”, explicó ayer un portavoz. “La idea no es vender bolsas, ni ganar dinero”. Sin embargo, asociaciones de consumidores como Facua han reclamado ya que se repercuta en los precios la eliminación de las bolsas de plástico, un servicio ‘gratuito’ cuyo coste está repercutido en los productos. Una medida que “se trasladará al consumidor” si se produce algún ahorro.

Ha decidido ir por libre. Hace un par de semanas, con el final del verano a las puertas, Carrefour inició una llamativa campaña publicitaria con la que instaba al fin del uso de las bolsas de plástico empleadas habitualmente para realizar la compra. Un propósito loable que, sin embargo, forma parte de un marco de actuación colectivo pactado entre patronales y asociaciones de distribuidores con el Gobierno y cuyos fines quedaron recogidos en el Plan Nacional Integrado de Residuos (PNIR) redactado en 2008.