David Ferrer, el tenista que más partidos ha ganado y al que el éxito no ha cambiado

Nadie ha ganado más partidos que él en lo que va de temporada. Con los triunfos de este fin se semana, el tenista de Javea ha cerrado el año con 76 victorias y poco más de cuatro millones de dólares (algo más de tres millones de euros) de ganancias, dejando atrás a los ilustres Novak Djokovic y Roger Federer. El número cinco del mundo cierra 2012 como el mejor de su carrera. Ha logrado siete títulos en tres superficies diferentes como son la tierra, cemento y hierba. Djokovic, que termina 2012 como número uno del mundo, se ha quedado en las 75 victorias y seis torneos de la ATP. Federer ha sumado 71 triunfos pero, eso sí, supera a todos en títulos ganados con 12. Pese a ello, termina el año como número dos del mundo, ya que recientemente perdió el lugar más alto de escalafón a manos del serbio.

David Ferrer ha vuelto a demostrar que España cuenta con un seguro de vida con él. Sus 23 victorias en la Copa Davis, por tan sólo cuatro derrotas, es el mejor indicativo de que no le pesa nada la responsabilidad, que la asume y la hace suya. Es el capitán en la sombra y cuando no está Rafa Nadal sabe que su papel es tirar del carro y demostrar toda la fortaleza posible. Siempre cumple y la victoria ante Tomas Berdych, la sexta en sus enfrentamientos por tres derrotas, abrió el camino para que Nicolás Almagro lograra la victoria más importante de su carrera aunque al final no pudo ser.

El número cinco del mundo ha llegado pleno de fuerza a su madurez deportiva. Con 30 años han llegado los títulos, el reconocimiento popular y el respaldo del resto de tenistas. A un paso de igualar su mejor ránking, ahora tiene por delante la opción de lograr algo que hasta ahora no ha podido hacer: llegar a ser el mejor tenista español en el circuito. Está cerca de lograrlo. Nadal tiene que defender la final del Abierto de Australia, mientras que Ferrer los cuartos. Una mala actuación del balear le catapultaría por encima de él en el ránking.

Los que le conocen dicen que no ha cambiado, que sigue siendo el mismo, que mantiene los amigos de la infancia con los que sube al Montgó de caminata, que en cuanto puede se deja caer por el club de tenis de Javea y que da la espalda a las excentricidades, tan de moda en otros deportistas.

Ferrer es un tenista que, de la mano de su entrenador Javier Piles, se ha ido haciendo con el paso del tiempo. Su impetuoso carácter del principio de su carrera contrasta ahora con la calma, con el saber leer los partidos y, especialmente, con esa entrega que obliga a sus rivales a buscar dos y tres golpes ganadores antes de ver al de Javea entregado y sin capacidad de respuesta. Sin un físico muy acorde con el tenis moderno, su estatura se queda en el 1,75 m, Ferrer ha ido esculpiendo un cuerpo que le permite estar por encima del resto de jugadores, acompañado en todo momento por el trabajo mental y psicológico que le ha llevado a dominar los partidos y todas las situaciones del juego sin poseer el mejor tenis del circuito, como bien demostró volviendo loco a un Berdych que jugaba ante su público y con la posibilidad de hacer historia.