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El conflicto permanente en el método de Mourinho tiene fecha de caducidad
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LA GRADA DEL BERNABÉU SERÁ JUEZ DEL FUTURO DEL TÉCNICO ANTE EL ATLÉTICO

El conflicto permanente en el método de Mourinho tiene fecha de caducidad

José Mourinho vive feliz en el conflicto. Muchos los provoca, pero algunos otros aparecen alrededor de su figura, de sus gestos, de su especial manera de

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El conflicto permanente en el método de Mourinho tiene fecha de caducidad

José Mourinho vive feliz en el conflicto. Muchos los provoca, pero algunos otros aparecen alrededor de su figura, de sus gestos, de su especial manera de comportarse, tal y como sucedió el pasado martes con el debate aparecido en la grada del Santiago Bernabéu y que puede tener su máxima expresión el próximo sábado ante el Atlético de Madrid. El entrenador se ha convertido en el paraguas bajo el que se cobija el Real Madrid. Desde el club le han dado el protagonismo suficiente para que la entidad blanca se mueva al son que marca el portugués. Esa es la realidad. Guste o no, pero tanta tensión genera desgaste y muchos hablan de un cambio de ciclo a final de temporada. 

En la zona noble no se sienten cómodos con tanta tensión, pero asumen que es el peaje necesario por tener a Mourinho en el banquillo. El problema aparece cuando los resultados no llegan, cuando el equipo traslada los problemas al césped, cuando los jugadores desconectan, tal y como está sucediendo esta temporada. Ahora toca ver a un Mourinho en apuros, remando contra el viento y la ventaja del Barcelona, algo que pone de los nervios al ex del Oporto, Chelsea e Inter.

El claro ejemplo de ese protagonismo indirecto tuvo lugar el pasado martes en el Santiago Bernabéu cuando los seguidores madridistas más radicales empezaron a corear su nombre durante el anodino partido ante el Alcoyano. La respuesta del resto del estadio no se hizo esperar. División de opiniones y nuevo debate. En esta ocasión sobre el apoyo de la afición al técnico portugués. Otro conflicto más a añadir a la lista. En este caso con el portugués de objeto pasivo, aunque estuvo a un paso de convertirse en parte activa del tema al quedarse a un paso de corresponder a los Ultra Sur con un saludo al término del choque. Se arrepintió en el camino y puso freno a un debate más intenso, con tintes dramáticos.

Desde el pasado mes de agosto, Mourinho ha tenido tiempo para dedicar espacio a la dudosa entrega de los jugadores (partido ante el Getafe), conflicto con Sergio Ramos (partido ante el Sevilla), con Özil (Deportivo), con Toril, con la UEFA, con los que elaboran el calendario, con la escasa presencia del club en los organismos oficiales... muchos frentes abiertos que el propio entrenador ha sido el primero en sacar a la luz, en hacerlos públicos en un intento de manejar los tiempos, de marcar el territorio. Mucho desgaste para cualquiera, Mourinho incluido.

Lo que más preocupa en el club, a Florentino Pérez, es la imagen del equipo, la desventaja en la Liga y ver síntomas de desgaste sobre el terreno de juego. Los dirigentes blancos manejan la teoría de que con la última crisis, la vivida tras el partido, ante el Betis, ha buscado la reacción de un vestuario que ni tras la bronca ante el Levante ha sido capaz de levantar cabeza. Saben que el partido del sábado ante el Atlético puede ser decisivo y marcar el signo de una temporada que se puede hacer muy larga para todos dentro de la entidad madridista. Y Mourinho lo sabe, de ahí las vendas que se ha querido poner antes de las heridas. Es consciente que una derrota ante el Atlético mostraría al verdadero Bernabéu y haría público lo que dicen las encuestas, que no es otra cosa que el seguidor madridista no soporta perder, con Mourinho o quien sea de entrenador.

Con respecto a su futuro, este jueves los dirigentes del PSG, uno de los equipos que más sonaba para que Mourinho recalara en los próximos meses, ha descartado que estén interesados en contar con el técnico portugués, negando que se hayan producido contactos entre ambas partes. De momento, habrá que esperar para ver cuál es el próximo movimiento del entrenador luso, pero todo hace indicar que su continuidad en la casa blanca parece estar tocando a su fin.

José Mourinho vive feliz en el conflicto. Muchos los provoca, pero algunos otros aparecen alrededor de su figura, de sus gestos, de su especial manera de comportarse, tal y como sucedió el pasado martes con el debate aparecido en la grada del Santiago Bernabéu y que puede tener su máxima expresión el próximo sábado ante el Atlético de Madrid. El entrenador se ha convertido en el paraguas bajo el que se cobija el Real Madrid. Desde el club le han dado el protagonismo suficiente para que la entidad blanca se mueva al son que marca el portugués. Esa es la realidad. Guste o no, pero tanta tensión genera desgaste y muchos hablan de un cambio de ciclo a final de temporada. 

En la zona noble no se sienten cómodos con tanta tensión, pero asumen que es el peaje necesario por tener a Mourinho en el banquillo. El problema aparece cuando los resultados no llegan, cuando el equipo traslada los problemas al césped, cuando los jugadores desconectan, tal y como está sucediendo esta temporada. Ahora toca ver a un Mourinho en apuros, remando contra el viento y la ventaja del Barcelona, algo que pone de los nervios al ex del Oporto, Chelsea e Inter.

El claro ejemplo de ese protagonismo indirecto tuvo lugar el pasado martes en el Santiago Bernabéu cuando los seguidores madridistas más radicales empezaron a corear su nombre durante el anodino partido ante el Alcoyano. La respuesta del resto del estadio no se hizo esperar. División de opiniones y nuevo debate. En esta ocasión sobre el apoyo de la afición al técnico portugués. Otro conflicto más a añadir a la lista. En este caso con el portugués de objeto pasivo, aunque estuvo a un paso de convertirse en parte activa del tema al quedarse a un paso de corresponder a los Ultra Sur con un saludo al término del choque. Se arrepintió en el camino y puso freno a un debate más intenso, con tintes dramáticos.

Desde el pasado mes de agosto, Mourinho ha tenido tiempo para dedicar espacio a la dudosa entrega de los jugadores (partido ante el Getafe), conflicto con Sergio Ramos (partido ante el Sevilla), con Özil (Deportivo), con Toril, con la UEFA, con los que elaboran el calendario, con la escasa presencia del club en los organismos oficiales... muchos frentes abiertos que el propio entrenador ha sido el primero en sacar a la luz, en hacerlos públicos en un intento de manejar los tiempos, de marcar el territorio. Mucho desgaste para cualquiera, Mourinho incluido.

José Mourinho