Carlos Pouso: "No somos de Burgos, sino de la República Independiente de Miranda"

Carlos Pouso es uno de los entrenadores más buscados en las últimas fechas. El espectacular rendimiento del Mirandés en la Copa del Rey, un Segunda B clasificado a cuartos de final, le ha lanzado a primera plana informativa. El Confidencial habló en exclusiva con el técnico del Mirandés, un "currante" que, aunque reconoce que el objetivo es el ascenso, ya se ha 'cargado' a dos Primeras en la competición.

Acostumbrado a trabajar en las categorías más modestas del fútbol español, Pouso sabe que el éxito no puede cambiar la rutina de un equipo formado para ascender a Segunda. Ya la pasada temporada rozaron la gesta, pero diez malditos minutos en Anduva terminaron rompiendo sus sueños. Esta temporada comanda el Grupo 2 de Segunda B, y los grandes resultados de la Copa son "un premio al trabajo bien hecho".

Calmado, y con mucho amor por su profesión, Pouso no siempre ha vivido buenos momentos en el fútbol. Su discurso no cambia cuando habla de los malos momentos del pasado o de los éxitos del presente. Sus comienzos no fueron sencillos, y su gran labor durante las cuatro temporada que entrenó al Sestao Ríver le dieron su primera gran oportunidad en el fútbol: entrenar el Éibar en Segunda.

"Por aquel entonces trabajaba en una empresa naviera", recuerda el técnico, "pero la experiencia no salió bien, aunque no me arrepiento para nada. Lo peor no sólo fue que me quedara fuera de los banquillos, sino que además la empresa en la que trabajaba quebró, por lo que pasé de tener dos salarios a quedarme los domingos sin fútbol y los lunes al sol", relata Pouso.

Un conjunto de la República Independiente de Miranda

Pero su filosofía es clara, y sabe que aprender de los errores y buscar el lado positivo es necesario para crecer. Tras "desconectar un tiempo" su vuelta a los banquillos se produciría en enero de 2010 para entrenar a un Guijuelo sumido en el descenso. "Sólo me hizo falta aprovechar lo bueno que había y cambiar el discurso y el tono de voz; el resto lo hicieron los jugadores, ello fueron la clave del éxito", asegura.

Su gran labor le llevó al Mirandés, "un conjunto especial", en el que su trabajo está cosechando grandes frutos. "Cuando llegué aquí lo primero que me dijeron es que no pertenecemos a Burgos, sino que somos de la república Independiente de Miranda", reconoce entre risas. Una temporada y media le han servido a Pouso para convertirse en un ídolo de la afición.

La pasada temporada no lograría el ascenso tras perder en casa en el partido decisivo ante el Guadalajara (1-2) a pesar de la victoria en la ida por 0 a 1. Este año, los éxitos siguen acumulándose, y tras liderar su grupo con solvencia ha conseguido clasificarse a los cuartos de final de la Copa del Rey, eliminando a dos 'Primeras' como Villarreal y Rácing y citándose contra el Espanyol para la próxima ronda.

La afición, una de las 'culpables' del éxito

Pero Pouso hace hincapié en lo "especial" de su club. "Tenemos que cuidar a nuestra afición. Por eso no hemos puesto gradas supletorias en las eliminatorias, sería desvirtuar el estadio. Y mucho menos hemos pensado en jugar en un campo más grandes. Sería un insulto para nuestros aficionados jugar en Logroño o en Vitoria en lugar de en Anduva por una puta taquilla".

"Además, podemos presumir de haber ganado a dos 'Primeras' con todo merecimiento. Anduva no tenía ni la hierba alta, ni barro. Nunca se ha planteado una encerrona, sino que hemos vencido a base de esfuerzo y mucho trabajo", indica Pouso, que asegura que la trayectoria en la Copa es un sueño para su equipo que "ni siquiera estaba presupuestado en el club".

Pouso, un 'currante' del fútbol, sabe que queda mucho por jugar, y que el equipo se debe centrar en la Liga y que la Copa es un regalo que el fútbol le ha dado a un equipo valiente y sin complejos. El técnico tiene la clave de su equipo: "Molestar lo mínimo posible al grupo y aportar sentido común, posiblemente el menos común de los sentidos". Sencillo y directo, el éxito se llama Carlos Pouso.