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La plaza de Colón lloró su soledad
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PARTIDO AMISTOSO - ACCIDENTE T4

La plaza de Colón lloró su soledad

Una tragedia aérea con un balance de más de 140 muertos en Madrid, en el aeropuerto de Barajas, no fue motivo suficiente para cancelar el partido

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La plaza de Colón lloró su soledad

Una tragedia aérea con un balance de más de 140 muertos en Madrid, en el aeropuerto de Barajas, no fue motivo suficiente para cancelar el partido que España jugó en Copenhague frente a Dinamarca, un amistoso cuyo principal interés era el debut del nuevo técnico, Vicente Del Bosque, al frente del campeón de Europa, que España venció por 0 a 3 (ver noticia). Un brazalete negro en la manga de cada jugador y un minuto de silencio bastaron para unirse en el dolor de todo un país bañado en lágrimas por una de las mayores tragedias aéreas de la historia, un desastre que en número de víctimas no anduvo muy lejos del triste 11-M. El mismo país que dos meses antes vibró al completó con el mayor éxito del combinado nacional en el último medio siglo. La decisión de jugar la tomaron el presidente de la Federación Española de Fútbol, Angel Villar, y el secretario general de la Federación danesa, sin consultar a los actores principales, los jugadores.

El directivo español propuso la suspensión, el danés no aceptó y el primero de ellos acató la decisión. Se habían vendido todas las entradas para el espectáculo, fue una de las razones. Don dinero ganaba otra batalla al corazón. Y al sentido común. Con toda España pañuelo en mano secándose las lágrimas salieron los héroes al terreno de juego del Parken. Unos a ejercer su profesión en el campo. Otros a representar a los que llevaban la llamada roja, la camiseta que unió a un país al grito de campeones, el mismo día que Fernando Torres marcaba el gol del triunfo ante Alemania en la final de la Eurocopa. Aquella inolvidable noche unió a una gran parte de un pueblo, el español, no demasiado habituado a ponerse la misma camiseta de manera incondicional. Pero aquel día el gol del delantero del Liverpool fue de todos, incluso de los anti fútbol, que hicieron un hueco para prestar atención al equipo de Luis Aragonés.

La multitud, partido tras partido del Europeo, tiñó de rojo la Plaza de Colón de Madrid, no demasiado lejana del aeropuerto de la tragedia. Allí se montó el espectáculo con la llegada de la ansiada Copa. Allí se inició una nueva era de la selección de fútbol, una nueva relación con una afición que superó, por fin, el complejo de inferioridad en materia futbolística, el de sólo llegaremos hasta cuartos de final. Todos: jugadores, técnicos, directivos, prensa, destacaron que el triunfo era por y para la afición. Pues la afición no se quedó sin fútbol la noche del 20 de agosto de 2008. La roja salió al campo y nadie se atrevió a vibrar con los muchachos de Vicente del Bosque. Aquellos que se emborracharon de alegría con la Eurocopa estaban con la cabeza en otro sitio, en otra cosa, con el corazón partido por el dolor. España jugó en Dinamarca, cumplió el trámite, proyectó el dolor con una tira de tela negra en el brazo. La Plaza de Colón lloraba bajo la enorme bandera nacional que la adorna. No de alegría en esta ocasión. En la noche del miércoles, los héroes y los que deciden la exhibición de sus habilidades no aparecieron. La plaza lloró en soledad.

Una tragedia aérea con un balance de más de 140 muertos en Madrid, en el aeropuerto de Barajas, no fue motivo suficiente para cancelar el partido que España jugó en Copenhague frente a Dinamarca, un amistoso cuyo principal interés era el debut del nuevo técnico, Vicente Del Bosque, al frente del campeón de Europa, que España venció por 0 a 3 (ver noticia). Un brazalete negro en la manga de cada jugador y un minuto de silencio bastaron para unirse en el dolor de todo un país bañado en lágrimas por una de las mayores tragedias aéreas de la historia, un desastre que en número de víctimas no anduvo muy lejos del triste 11-M. El mismo país que dos meses antes vibró al completó con el mayor éxito del combinado nacional en el último medio siglo. La decisión de jugar la tomaron el presidente de la Federación Española de Fútbol, Angel Villar, y el secretario general de la Federación danesa, sin consultar a los actores principales, los jugadores.

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