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Schuster salva a Ramón Calderón del golpe de estado que le tenía preparado su junta directiva
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Schuster salva a Ramón Calderón del golpe de estado que le tenía preparado su junta directiva

Directivos recopilando información para el momento del golpe de estado. Dossiers que circulaban en una junta dividida y que reflejaban actitudes susceptibles de ser castigadas. El

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Schuster salva a Ramón Calderón del golpe de estado que le tenía preparado su junta directiva

Directivos recopilando información para el momento del golpe de estado. Dossiers que circulaban en una junta dividida y que reflejaban actitudes susceptibles de ser castigadas. El caso de Nanín y sus cargos, de los familiares del presidente que trabajan directa o indirectamente para el club, de la falta de actividad del bufete profesional de Ramón Calderón, de los pisos de protección oficial de sus hijos, de la complicada y real situación económica del club. Todo estaba preparado para que en la segunda temporada de mandato del máximo dirigente madridista se produjera un forzado traspaso de poderes. Con toda la documentación recopilada, Calderón tendría que marcharse y ceder el testigo a los que de compañeros pasarían a convertirse en traidores.

Y sin embargo, han aparecido Bernd Schuster y su legión de guerreros convencidos de que son invencibles para frenar el golpe y retrasar la jugada maestra de los emboscados en la sombra y del elefante blanco, no militar, por supuesto, que iba a hacerse cargo de club en los dos años anteriores a las elecciones. La impecable marcha deportiva de los equipos de fútbol y baloncesto ha frenado en seco las ambiciones de los golpistas. En una situación de bonanza como la actual, la masa social no entendería un acuchillamiento en el estilo de Bruto a Cesar en los idus de marzo.

Calderón sabe que tiene al enemigo en casa y que ha dejado algún que otro cadáver durante su gestión, pero el Real Madrid es un club deportivo y los resultados espantan todo conato de oposición tanto interna como externa. Tan confiado se muestra que en los últimos tiempos incluso dosifica sus apariciones en público. No le hace falta alabar su heterodoxa gestión porque ya lo hacen el alemán y su tropa o Joan Plaza con la suya. A ellos les debe esta clima de paz impensable hasta hace escasas semanas. Les debe no una prima doble sino una triple porque le han salvado el cargo y han frenado las ambiciones ocultas en la junta más peculiar en la historia del club. Todos presuntos 'calderonistas'. Algunos a la espera del siguiente tropiezo. Y, entretanto, Calderón hasta puede pactar un trato de favor con la prensa que en principio le era menos afín y que también cede ante la lógica aplastante de las victorias blancas. Por ahora, todo controlado. Todo frenado. Pero el presidente recuerda el pasado. Lorenzo Sanz se acabó tras ganar la octava Copa de Europa. Ojo.

Directivos recopilando información para el momento del golpe de estado. Dossiers que circulaban en una junta dividida y que reflejaban actitudes susceptibles de ser castigadas. El caso de Nanín y sus cargos, de los familiares del presidente que trabajan directa o indirectamente para el club, de la falta de actividad del bufete profesional de Ramón Calderón, de los pisos de protección oficial de sus hijos, de la complicada y real situación económica del club. Todo estaba preparado para que en la segunda temporada de mandato del máximo dirigente madridista se produjera un forzado traspaso de poderes. Con toda la documentación recopilada, Calderón tendría que marcharse y ceder el testigo a los que de compañeros pasarían a convertirse en traidores.

Bernd Schuster