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Se prepara el golpe en el Bernabéu
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Se prepara el golpe en el Bernabéu

Hay ruido de sables en la planta noble del Santiago Bernabéu. O lo que es lo mismo. Se prepara un golpe de estado palaciego que puede

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Se prepara el golpe en el Bernabéu

Hay ruido de sables en la planta noble del Santiago Bernabéu. O lo que es lo mismo. Se prepara un golpe de estado palaciego que puede consumarse antes de que finalice la actual temporada. Ramón Calderón cree que toda su junta está por la labor de apoyarle, que tiene a todo el mundo domesticado. Pero la realidad es que el mismo sector que pensó en Melchor Miralles como posible relevo interno hace varios meses vuelve a pensar ahora que el actual presidente se ha metido de lleno en una enloquecida huida hacia adelante que va a costarle muy cara a la imagen del Real Madrid. Incluso actos que parecen programados para el lucimiento del todavía presidente se convierten en desastres escénicos que dejan al club sumergido en un mar de dudas y rumores. El coste de imagen es brutal y algunos de esos directivos empiezan a pensar que para llegar al final de la travesía dentro de dos años, hay que soltar el lastre de Calderón.

Los amotinados no daban crédito cuando escuchaban el pasado lunes la contraprogramación de la cadena SER, una entrevista con el presidente para contrarrestar las informaciones de la COPE sobre las irregularidades de la Fundación. Lo que debía ser un claro favor personal para lavar la imagen presidencial se convirtió en un interrogatorio casi policial. Calderón tuvo que defenderse durante media hora de preguntas como si se lleva comisiones de los fichajes, su modo de ganarse la vida sin actividad profesional conocida y lo que le ayuda economicamente su mujer. "Bernabéu también vivía sin trabajar y nadie le decía nada", llegó a argumentar en un momento de la charla. Alguno de sus colaboradores se quería meter en un agujero. Todo un presidente necesitando media hora para decir que sus actividades eran legales, que no hay pufos en su gestión. Muy fuerte. Y menos mal que era en la radio amiga.

La bronca que le montó Calderón al secretario de estado para el deporte, Jaime Lissavestski por haber participado en la entrega de un trofeo de Marca a Paco Gento tampoco le ha ayudado. Cada vez que Calderón aparece sube el pan y los suyos se alborotan porque no saben por donde va a salir. Y el prestigio del club queda por los suelos. Hay que buscar soluciones, aunque Calderón trata de contraatacar y ya ha nombrado a un tercer vicepresidente, Amador Suárez. Está formando su guardia de corps. Por si las moscas y los golpes de estado.

Hay ruido de sables en la planta noble del Santiago Bernabéu. O lo que es lo mismo. Se prepara un golpe de estado palaciego que puede consumarse antes de que finalice la actual temporada. Ramón Calderón cree que toda su junta está por la labor de apoyarle, que tiene a todo el mundo domesticado. Pero la realidad es que el mismo sector que pensó en Melchor Miralles como posible relevo interno hace varios meses vuelve a pensar ahora que el actual presidente se ha metido de lleno en una enloquecida huida hacia adelante que va a costarle muy cara a la imagen del Real Madrid. Incluso actos que parecen programados para el lucimiento del todavía presidente se convierten en desastres escénicos que dejan al club sumergido en un mar de dudas y rumores. El coste de imagen es brutal y algunos de esos directivos empiezan a pensar que para llegar al final de la travesía dentro de dos años, hay que soltar el lastre de Calderón.