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El arte de comer bien (cuando uno es inglés)
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'THE TRIP', DE MICHAEL WINTERBOTTOM, LLEGA A ESPAÑA CON DOS AÑOS DE RETRASO

El arte de comer bien (cuando uno es inglés)

Es una película pequeña, tanto en producción como ambiciones, o al menos se lo debe parecer a su creador, Michael Winterbottom. Tanto que pide perdón por

Es una película pequeña, tanto en producción como ambiciones, o al menos se lo debe parecer a su creador, Michael Winterbottom. Tanto que pide perdón por ello a los tres minutos de empezar. En The Trip, que llega este viernes a los cines españoles, los actores Steve Coogan y Rob Brydon ponen rumbo al norte de Inglaterra para recorrer un circuito de restaurantes de alto copete y reseñarlos para la revista The Observer. Cuando Brydon sugiere a Coogan, nada más salir, que reseñe comida normal, para gente de la calle, este le responde que no, que eso ya se ha hecho. "¡Estamos en 2010, todo se ha hecho ya!", replica Brydon. "Lo único que puedes hacer es algo que alguien haya hecho ya, solo que mejor o de forma distinta".

Semejante declaración de principios artísticos, sin embargo, obra en The Trip un efecto contrario al que pregona aunque en principio quiera, que quiere, ajustarse a la propia cinta. De hecho, cuesta pensar en otra experiencia creativa –vamos a llamarlo así– parecida a la que tiene a este filme por consecuencia. Para empezar, porque antes que una película The Trip fue una serie para televisión de seis capítulos producida por BBC y dirigida por el mismo Winterbottom, reeditada como filme en 2010 para su presentación en el Festival de Toronto y que llega ahora, más de dos años después, a los cines españoles. La tesis es la misma que en la serie, como de hecho lo es el material fílmico: Steve Coogam y Rob Bryden se interpretan a sí mismos –una versión ficcional de ellos mismos, precisaría un purista– para recorrer varios restaurantes del norte inglés y reseñarlos para The Observer.

La cosa no acaba aquí. The Trip –tanto la serie como la película– es una continuación de la gamberrada genial que Winterbottom perpetró en 2005, Tristram Shandy: a Cock and Bull Story. En principio, aquella película era una adaptación de Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, novela cumbre de Laurence Sterne y joya de la literatura británica del siglo XVIII, que en la cultura anglosajona se menciona frecuentemente como la gran novela que el cine, por su propia naturaleza, jamás podrá adaptar.

Y es inadaptable, en efecto. Poco después de arrancar, los actores del filme se quitan la peluca, vemos aparecer a cámaras, maquilladores y responsables de producción y la cinta se convierte así en una película sobre cómo se rueda esa misma película. En aquella ocasión ya Coogan –el actor fetiche de Winterbottom desde 24 Hour Party People en 2002– y Brydon se interpretaron a sí mismos, convertidos a efectos del show y de aquello tan isabelino del teatro dentro del teatro en dos versiones algo neuróticas –el primero– y bobas –el segundo– de sí mismos.

A quienes vemos de nuevo en The Trip es a estos mismos Coogan y Brydon, solo que cinco años después. Ambos actores siguen siendo tan divas de lo indie como lo eran cuando rodaron Tristram Shandy y siguen unidos por una relación tan compleja y entrañable como lo son solo las de verdad, un cóctel de amistad honesta, competencia, desprecio y cariño con resultados, como es habitual en Winterbottom, arrolladoramente naturalistas.

A tal contribuye también, por supuesto, el genio de ambos intérpretes, que no solo están dispuestos a dejar mezclar su identidad con la de sus yos reconstruidos a efectos cómicos sino que, además, lo tienen todo demostrado. Son dos de los mejores actores que hoy tiene Reino Unido y dos de los primeros talentos de su comedia, tan inglesa y cuajada en The Trip, por cierto, como lo era en Tristram Shandy. Merece la pena ver The Trip aunque solo sea por disfrutar del compás perfecto de Coogan y Brydon, sencillamente impecables en su papel de sí mismos –solo faltaba– y entregados con tesón a la tarea –y esto ya es más complicado– de hacernos creer que son dos perfectos gilipollas.

Michael Winterbottom, de esta manera, descansa en The Trip de su frenético ritmo de producción –va a película cada dos años, en ocasiones más– dirigiendo de nuevo, sí, pero sin salirse de los dos terrenos en los que se siente más cómodo –quizá porque para él nunca dejan de ser solo uno–, que son la comedia y lo nacional. Vuelve también al modelo de producción donde hizo cantera, la televisión, y vuelve a Coogan y Brydon, dos actores que nunca sabremos sin en él son musas o temas. La relajación se nota y para bien, ya que el cineasta consigue aquello que ambiciona: sostener sin descanso la media sonrisa tonta del espectador, que no activar su carcajada, mientras le habla de temas tan dispares como las miserias del cine, el atraso económico de la Inglaterra rural y la indisoluble relación que mantiene el arte con el dinero que cuesta hacerlo.

The Trip

Director: Michael Winterbottom

Nacionalidad: Reino Unido

Duración: 107 minutos

Reparto: Steve Coogan, Rob Brydon.

Es una película pequeña, tanto en producción como ambiciones, o al menos se lo debe parecer a su creador, Michael Winterbottom. Tanto que pide perdón por ello a los tres minutos de empezar. En The Trip, que llega este viernes a los cines españoles, los actores Steve Coogan y Rob Brydon ponen rumbo al norte de Inglaterra para recorrer un circuito de restaurantes de alto copete y reseñarlos para la revista The Observer. Cuando Brydon sugiere a Coogan, nada más salir, que reseñe comida normal, para gente de la calle, este le responde que no, que eso ya se ha hecho. "¡Estamos en 2010, todo se ha hecho ya!", replica Brydon. "Lo único que puedes hacer es algo que alguien haya hecho ya, solo que mejor o de forma distinta".