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Expectación máxima: esto es lo que pasa cuando estás delante de un nuevo Caravaggio
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¿altruismo?

Expectación máxima: esto es lo que pasa cuando estás delante de un nuevo Caravaggio

El famoso 'Ecce Homo' del pintor italiano se puede observar desde este martes en el Museo del Prado y hasta el mes de octubre. Desde la pinacoteca reconocen que su presencia aumentará la visitas

Foto: El Museo Nacional del Prado ha presentado este lunes el 'Ecce Homo' de Caravaggio (EFE Chema Moya)
El Museo Nacional del Prado ha presentado este lunes el 'Ecce Homo' de Caravaggio (EFE Chema Moya)
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Hay algo en todos los cuadros de Caravaggio que obligan al espectador a retener la mirada. La seducción que ejercen los claroscuros del pintor italiano y los rostros perturbadores de sus personajes sigue funcionando cuatro siglos después de su muerte. Y eso es lo que ocurre con el Ecce Homo (1606-1609) que desde este lunes se puede admirar en una sala para él solo en el Museo del Prado. Una sala casi en penumbra que le confiere un protagonismo absoluto aunque no lo necesite. Esta mañana, entre una nube de cámaras, fotógrafos y periodistas —no es habitual tanta expectación en una noticia cultural— el lienzo, restaurado y en todo su esplendor, refulgía.

El interés máximo que ha despertado esta obra se debe a varios motivos. El primero es que después de haber sido comprado por un británico por 36 millones de euros —su identidad sigue sin ser desvelada— cuelgue en las paredes de un museo público durante nueve meses “sin ninguna contraprestación económica a cambio”, según insistió esta mañana el director de la pinacoteca, Miguel Falomir. ¿Por qué lo ha hecho pudiéndolo dedicar a inversión o simplemente a observarlo en su casa (dinero no parece faltarle)? ¿Altruismo en estos tiempos? “Es un acto de generosidad. Lo que sabemos de él es que lo quiere compartir con todos a cambio de nada”, ha añadido el director, que ha recalcado que después de estos nueve meses, el propietario decidirá qué hace con él. “Decidirá si le ha gustado cómo ha estado expuesta… Es una obra privada y él es el que tiene la última palabra”, ha manifestado. No obstante, desde el propio museo saben que esta pintura repercutirá bastante positivamente en un alza de visitas. Así lo ha dicho David García Cueto, jefe de departamento de pintura italiana hasta 1800: "Va a incrementar la experiencia de visitas del Prado". Como detalle, es solo la segunda obra privada que el museo muestra en su colección.

Miguel Falomir, director del Prado: "Es un acto de generosidad. Lo que sabemos de él es que lo quiere compartir con todos a cambio de nada"

Otra de las razones es que el cuadro, que estuvo a punto de ser subastado hace solo tres años, en abril de 2021, por 1.500 euros atribuyéndose a un discípulo de José de Ribera, fuera comprado por un particular desentendiéndose el Estado y la Comunidad de Madrid, que lo habían declarado inexportable y Bien de Interés Cultural. Las autoridades han declarado que fue por razones económicas, aunque se desconocen todavía los motivos que alegó la Junta de Evaluación del Ministerio, que entonces dirigía Miquel Iceta. Ahí el Prado hoy se ha mantenido al margen de esta decisión y ha reiterado que ellos no tenían derecho a tanteo y simplemente hicieron lo que tenían que hacer, que era dar la voz de alarma de que en esa casa de subastas lo que se iba a vender era un Caravaggio.

Y aquí llegamos al tercer motivo: ¿de veras un Caravaggio? ¿Y aparece así como así en una casa de subastas? Hacía 45 años que no aparecía un nuevo Caravaggio (el último fue Santa Úrsula, que se encuentra en Nápoles). Hoy toda la comunidad de expertos en la pintura de Caravaggio y adláteres es unánime en atribuir esta autoría a este Ecce Homo. La primera que lo hizo fue la experta italiana María Cristina Terzaghi a los pocos días de ver el cuadro —cuando todavía estaba “sucio”— y poco después la siguieron todos los demás. Sobre todo después de todos los trabajos de investigación que se han hecho sobre el cuadro en estos tres años, desde fotografías, escáneres, rayos X e incluso pruebas de ingeniería nuclear llevada a cabo por el ingeniero Claudio Falcucci durante la restauración. A día de hoy nadie ofrece ninguna duda al respecto. De hecho, el Prado ha publicado un interesante catálogo en el que diferentes expertos explican por qué este Caravaggio es un Caravaggio.

El trazado del maestro

Y aquí es cuando nos encontramos delante de esta obra en la que vemos la famosa escena en la que Poncio Pilato muestra ante la multitud al hombre torturado: ‘Ecce Homo’, “he aquí el hombre”. Nosotros, por cierto, somos esa multitud. Con esa iluminación de contraste tan típica del italiano vemos al Cristo doliente, que ocupa todo el centro del cuadro, y detrás a un soldado que le muestra gritando, probablemente arengando a esa multitud (nosotros) que quería verlo crucificado cuanto antes. Una vez más, una escena poderosa. Caravaggio no te deja indiferente.

Todos los estudios técnicos han señalado que ese cuadro solo pudo ser pintado por el italiano. Por supuesto, para cualquier mortal eso es imposible de ver, pero Terzaghi, que también ha estado en Madrid para la puesta de largo, ha explicado por qué su ojo no dudó ni un instante. “Hemos podido ver con las fotografías las pinceladas cruzadas del pintor, es el mismo trazo que encontramos en otros cuadros. También vemos esa pincelada amarilla como una llama sobre la corona de espinas, que es suya”, ha asegurado. Pero también ha manifestado que los modelos que aparecen en el cuadro los pudo copiar de otros lienzos que vio en su estancia en Milán y en Roma. “Es la primera vez que un personaje nace de su memoria y no de un personaje en carne y hueso”, ha añadido. Otro experto, Claudio Falcucci escribe en el catálogo que tras las pruebas radiográficas se pueden ver perfectamente las incisiones preparatorias para la pintura de los personajes… tan de Caravaggio.

Más datos. No se sabe muy bien cuándo lo pintó, pero todos coinciden en que tuvo que ser entre 1606-1609, en su primera o segunda estancia en Nápoles, cuando ejecutó cuadros tan impresionantes como Siete obras de Misericordia que se puede ver en el Pio Monte della Misericordia. El pintor había llegado de una época turbulenta en Roma donde había matado a un hombre y podía ser sentenciado a pena de muerte. Recaló en Nápoles, donde enseguida obtuvo muy buenos encargos. Caravaggio fue ya famoso en vida. Los expertos señalan que en estos últimos años de su vida —moriría en 1610— su trazo se hizo todavía más sintético y vertiginoso y que esa pincelada también está en este Ecce Homo.

Y, finalmente, todos los datos de la atribución del cuadro porque, aunque apareciera en el trastero de la familia Pérez de Castro hace tres años y las primeras pistas fueran en la web dagospia.com, dedicada al cotilleo del mundo del arte, era un lienzo que había estado muy bien documentado hasta el siglo XIX cuando se le perdió la pista. Así que era más bien un cuadro perdido. La propia Terzaghi ha reconstruido toda su historia en una trama que podría ser de novela histórica. Así, se sabe que el Ecce Homo fue un encargo que recibió Caravaggio hacia 1606 y ya estaba registrado en 1631 en la colección de Juan de Lezcano, secretario de Pedro Fernández de Castro, que había sido el embajador español en Roma hasta 1616, además de hermano de Francisco de Castro, que era el virrey de Nápoles.

Una historia de novela

Comienza entonces todo un periplo. En 1657 pasó a manos del conde Castillo, virrey de Nápoles entre 1653 y 1659, y en 1666 ya aparece entre las posesiones de Felipe IV. Al Alcázar madrileño había llegado acompañado de Salomé con la cabeza de Juan El Bautista, pintado más o menos en las mismas fechas que el Ecce Homo y que hoy cuelga en la Galería de las Colecciones Reales.

El lienzo acabó después, a comienzos del XIX, en las manos de Manuel Godoy, el valido de Carlos IV y gran coleccionista de arte, quien lo colgó en el Palacio de Buenavista (actual Cuartel General del Ejército de Tierra). Parte de la pinacoteca de Godoy pasaría después a la Real Academia de San Fernando y con ella fue este Ecce Homo. Y es en este momento cuando hace su presencia un diplomático enamorado del arte, Evaristo Pérez de Castro, que era miembro de honor de la Academia y que quería permutar su San Juan Bautista de Alonso Cano por uno de los cuadros de la Academia. Los académicos deciden entonces ofrecerle el Ecce Homo de Caravaggio porque, según Terzaghi, a esas alturas no sabían muy bien quién era el dueño —sabían que había llegado en 1816 procedente de la colección de Godoy y nada más— así que para que no hubiera problemas con la propiedad y nadie lo reclamara hicieron ese intercambio. De esta manera, el Ecce Homo acabó en manos de Pérez de Castro en 1823. Y ahí se perdió su rastro.

"España es uno de esos países en los que es posible todavía encontrar obras muy importantes en colecciones privadas"

Hasta abril de 2021 cuando los descendientes de Pérez de Castro decidieron llevarlo a la casa de subastas sin saber qué tenían entre manos y se observó que aquello podría ser un Caravaggio. Desde luego, una historia de novela, de las que el director del Prado incluso cree que podría haber más: “España es uno de esos países en los que es posible todavía encontrar obras muy importantes en colecciones privadas y las familias no saben ni que los tienen”, manifestó. España y los trasteros.

Hay algo en todos los cuadros de Caravaggio que obligan al espectador a retener la mirada. La seducción que ejercen los claroscuros del pintor italiano y los rostros perturbadores de sus personajes sigue funcionando cuatro siglos después de su muerte. Y eso es lo que ocurre con el Ecce Homo (1606-1609) que desde este lunes se puede admirar en una sala para él solo en el Museo del Prado. Una sala casi en penumbra que le confiere un protagonismo absoluto aunque no lo necesite. Esta mañana, entre una nube de cámaras, fotógrafos y periodistas —no es habitual tanta expectación en una noticia cultural— el lienzo, restaurado y en todo su esplendor, refulgía.

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