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“El escritor debe ser esponja, vampiro y ladrón”
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DOLORES REDONDO PROTAGONIZA UNO DE LOS ÉXITOS MÁS SORPRENDENTES DEL AÑO CON 'EL GUARDIÁN INVISIBLE'

“El escritor debe ser esponja, vampiro y ladrón”

Hablan de su llegada al mundo editorial como si fuera un cuento. Es verdad, El guardián invisible (Destino) fue un éxito inesperado, de los que salvan las cuentas de los

Hablan de su llegada al mundo editorial como si fuera un cuento. Es verdad, El guardián invisible (Destino) fue un éxito inesperado, de los que salvan las cuentas de los sellos que publican cientos de títulos esperando que alguno cuaje. Pues el de Dolores Redondo (San Sebastián, 1969) cuajó. Pero no sólo en las librerías españolas, también ha sido traducida a otras 35 ediciones extranjeras. Es un triunfo sin precedentes, aunque compartido con otros dos autores que han pasado por lo mismo en las mismas fechas: Natalia Sanmartín(La Estrada, Pontevedra, 1970) con El despertar de la señora Prim (Planeta) yJesús Carrasco(Badajoz, 1972) con Intemperie (Seix Barral). El futuro de la novela española está fuera.

Usted que era una escritora de ratos libres hasta el éxito de El guardián invisible, que ha trabajado como abogada y cocinera, seguro que tiene una buena definición sobre lo que es la vocación literaria.

Mi vocación siempre ha sido la misma, pero he tenido que hacer otras cosas para ganarme la vida. La primera vez que me presenté a un concurso de relatos tenía 18 años. Claro que trabajaba, porque era pobre. Soy la hija mayor de un pescador, de una familia de cinco hermanos. Había que ponerse a trabajar, y a escribir cuando acabaras de trabajar. Había que traer dinero a casa.

Entonces, ¿qué es la vocación?

Es una posesión, que te domina sin más. Lo que tienes que hacer. Es una necesidad. No obedece a ninguna razón.

Y en su caso, ¿cuándo se manifestó?

En mi caso se mezcló con el amor por la lectura y con el inicio de la escritura. Primero es un increíble amor por la lectura. Empecé a leer muy pequeña. Lo primero que escribes es una imitación de lo que lees. Hablas con la voz de otro.

¿Cómo maduró su vocación y cómo se transformó en algo productivo?

Conozco casos de escritores que se sintieron preparados muchísimo antes. Yo tuve, primero, que madurar como persona. Para escribir una novela, independientemente que sea una novela como la mía que es un thriller y que puede parecer una línea comercial, tienes que enseñar la piel. Tienes que buscar y enseñar. En un relato corto te puedes esconder detrás del relato, pero en una novela de 400 páginas enseñas emociones y sentimientos. Hay muchas emociones y sentimientos propios, porque al lector debes darle algo auténtico para conectar con él.

Parece que para usted era forzoso incluir su mundo más íntimo en la novela.

Era una necesidad. He oído y he leído de qué va la novela, resúmenes de la novela, de qué va la trilogía, pero el 99,9 % están equivocados. Yo sé sobre lo que trata la novela. Esa novela trata sobre el miedo. Un miedo que ya conoces, miedo a que regrese, a que vuelva, miedo al que ya vino una vez. El que tú sabes, ese. Ya lo sufriste, ya lo pasaste y sabes que si vuelve otra vez acabará contigo. Todos sabemos cuál puede ser el nuestro, es distinto para cada uno. Hay uno que es el que no quieres ni pensar en él, que sabes que acabaría con tu vida, con tu cordura, con tus metas y razones. En eso seguiré explorando mientras dure la trilogía.

Por cierto, la trilogía es una idea tuya o de la editorial.

De la editorial. Cuando entregué la primera novela ya avisé de que tenía mucho más material. Me dijeron que daba para tres. Y montamos una trilogía. No se podía contar todo en un libro porque sería un caos y el lector acabaría muy confuso. La historia ni siquiera la puedo contar del tirón.

¿Cree que en su escritura se filtra su familia y su educación?

Es una cuestión de inquietud personal y esta la puede tener un proletario o un oligarca. Claro que las influencias dependerán de tu educación. Una vez que empiezas a leer es imposible que controlen tus lecturas. La presa se rompe y entonces no se puede contener nada y lees de todo. Si amas leer es imposible controlar la lectura. Hasta que llega un momento en el que lees algo que quizás no era tan adecuado que leyeras.

¿Le ha pasado?

A mí me ha pasado, porque era una lectora muy precoz y leía de todo. Recuero que en quinto de EGB había una asignatura de lectura en el aula, en la que había que leer los libros que había allí. Llegó fin de curso y sólo había leído un libro de aula y me suspendieron, claro. Mi madre indignada fue a reclamar al colegio, porque yo era una gran lectora fuera del aula. Me preguntaron qué cosas había leído y contesté que El padrino, de Mario Puzo. Las monjas se escandalizaron y le dijeron a mi madre que ese libro tenía muchísimo sexo. No le hablaron de la violencia ni de la gente que acaba espachurrada… Los desnudos y los muertos de Norman Mailer me lo debí leer con menos de 14 años.

¿Qué otras cosas influyeron en su vocación?

Vivía en el pueblo de Pasajes, mi padre era marino, pasaba mucho tiempo fuera de casa. En aquel lugar sólo había cientos de hombres. Recuerdo mucho los olores. Almacenes de pesca y bacalao. Recuerdo el olor de las cordelerías, el de las fábricas de hielo a amoníaco. El escritor debe ser una esponja, un vampiro y un ladrón. Debe saber escuchar. La buena historia sale del sitio que duele.

Esos recuerdos parecen importantes.

Esos recuerdos te marcan, como el hecho de que mi padre fuera sindicalista y representante de los derechos de los trabajadores. El trabajo muy duro de la mar. Un lugar muy marcado por la muerte constante de la gente en la mar. El cementerio está lleno de muertos muy jóvenes, tumbas vacías que no tienen cuerpos, cosas que te marcan desde pequeña.

¿Cómo cree que evolucionará esa vocación?

Ahora lo que tiene es que salir. Crecer ya ha crecido. Debo ir sacándola a poquitos.

¿Y puede transformarse o es un núcleo que no varía?

La vocación no va a cambiar. Todas las vocaciones que he tenido claras en mi vida no ha cambiado ninguna.

¿Puede ponerme algún ejemplo?

Tenía vocación de jefa, desde pequeña. Y la sigo teniendo. También de madre. La de jefa es muy importante para saber ayudar a los demás a hacer lo que hay que hacer sin machacarles. Saber mandar es fundamental. Hay cientos de personas que están en puestos de poder que no saben mandar.

Pero usted ya no tiene jefes ni empleados.

La disciplina del autor es lo más importante. Soy mi propia jefa. Creo que la falta constancia es el mayor de los problemas de la creatividad. Ser disciplinado es la base. Este es un trabajo en el que la rutina es muy importante. La inspiración hay que trabajársela.

¿Era una necesidad incluir el lugar en el que nació y creció?

Escribes para pagar deudas. Llega un momento en el que reconoces quién eres y ya no te avergüenzas de dónde vienes, ni de quiénes son tus padres, ni de cómo eran tus zapatos cuando tenías ocho años. He sentido muchas veces la carga de los límites económicos de mi familia, el lugar donde me ha tocado vivir. De pequeña odiaba aquel lugar, el modo de vida que me había tocado, y en buena parte la culpa tenía que ver con todo lo que había leído. Leer te enriquece y, al tiempo, te empobrece porque te das cuenta de lo pequeño que es el mundo en el que vives. Tu riqueza cultural crece y tu realidad mengua. Es reconciliarse con una misma, me enorgullezco de ser hija de pescador.

Hablan de su llegada al mundo editorial como si fuera un cuento. Es verdad, El guardián invisible (Destino) fue un éxito inesperado, de los que salvan las cuentas de los sellos que publican cientos de títulos esperando que alguno cuaje. Pues el de Dolores Redondo (San Sebastián, 1969) cuajó. Pero no sólo en las librerías españolas, también ha sido traducida a otras 35 ediciones extranjeras. Es un triunfo sin precedentes, aunque compartido con otros dos autores que han pasado por lo mismo en las mismas fechas: Natalia Sanmartín(La Estrada, Pontevedra, 1970) con El despertar de la señora Prim (Planeta) yJesús Carrasco(Badajoz, 1972) con Intemperie (Seix Barral). El futuro de la novela española está fuera.