Es noticia
“A partir de los ochenta, el rock empezó a ser rígido y aburrido”
  1. Cultura
NELS CLINE REPASA LA HISTORIA DE WILCO

“A partir de los ochenta, el rock empezó a ser rígido y aburrido”

Desde que suena Ashes of american flags, la primera canción del concierto madrileño, se hace evidente que estamos

Foto: “A partir de los ochenta, el rock empezó a ser rígido y aburrido”
“A partir de los ochenta, el rock empezó a ser rígido y aburrido”

Desde que suena Ashes of american flags, la primera canción del concierto madrileño, se hace evidente que estamos ante una banda de estatus superior. Tienen grandes canciones, un líder carismático, instrumentistas que tienen muy claro cuál es el espacio que deben ocupar y un guitarra que sabe atraer los focos. Lo dejan claro, informa Esteban Hernández, en piezas intensas como Art of almost, en temas perfectamente tarareables como Passenger side, o Jesus etc., en el clímax para hipsters que emana de Impossible Germany o en ese final gloriosamente rockero que conforman Outtasite y Hoodoo voodoo. Wilco es probablemente lo más cerca que el público actual puede estar de las estrellas del rock a la vieja usanza y Nels Cline, con quien El confidencial ha conversado horas antes de la actuación, el perfecto guitar hero para el siglo XXI.

“Siempre voy a ser ambas personas, el músico de improvisación y el guitarrista de Wilco”, se define a sí mismo Cline, que sin embargo, sigue sintiéndose el “chico nuevo” de una banda de la que ha formado parte durante la mitad de su existencia, aunque estos ochos años “han pasado volando”. Su jefe, Tweedy, se encuentra en el camerino de al lado concediendo una entrevista radiofónica, mucho más feliz –y saludable– que cuando Cline entró en la banda, pocos meses después de pasar por una clínica de rehabilitación. Sin embargo, para Cline, lo sorprendente era formar parte de una banda de rock masiva por primera vez. “Era un shock para mí. La gente estaba tan metida en la música que aplaudía enfervorecida antes de que saltásemos al escenario”, relata con estupor. Ocho años después, Cline comparte la primera línea del escenario con Tweedy.

Mi objetivo es transportar a la gente, proporcionar un ambiente musical que les permita sumergirse en ella“He recibido un gran respeto por la banda. Nunca me propuse ser un Dios de la guitarra, tan sólo me gustaba tocar”, señala el hombre que labró su fama a través de incontables conciertos en el underground californiano y neoyorquino y que ahora figura entre las listas de mejores guitarristas del mundo en revistas como Spin o Rolling Stone. Ahora mismo, su banda es capaz de llenar pabellones como el Palacio de Vistalegre y está a punto de saltar al siguiente nivel, los estadios. “¿Estadios? ¡A tanto no llegamos! Esto es nuestro recinto más grande”, afirma señalando a su alrededor. “Solemos tocar en teatros. Pero a mí me da igual, intento concentrarme de la misma forma ante 50 que ante miles de personas. No miro al público, aunque me gusta saber que está ahí”, admite riéndose. “Mi objetivo es transportar a la gente, proporcionar un ambiente musical que les permita sumergirse en ella”.

La historia de Cline es semejante a la de la banda en la que ahora milita, aunque quizá su trayectoria sea opuesta. Si Wilco partieron de las raíces que definieron la antigua banda de Tweedy, Uncle Tupelo, para redefinir la música contemporánea, Cline lo hizo desde la improvisación y el jazz (“casi jazz”, matiza el músico) que le llevaron a escribir una de las páginas doradas del pop más reciente. Ambos se encontraron en ese término medio que define a ambas formaciones, donde la tradición country y folk se encuentra con el kraut-rock y la electrónica, en esa mirada sin prejuicios que han sabido compatibilizar con el éxito ante grandes audiencias. Algo que definía al rock en su edad de oro, pero que hace décadas que no se ve: Cline sonríe cuando se le nombra a Sonic Youth como ejemplo, e interrumpe: “¡uno de mis grupos preferidos de toda la historia!”

Me gusta pensar que hay alguien haciendo algo loquísimo en algún lugar del mundo, nuevo y rompedor, y aún no lo conocemos“Me crié con la música de los sesenta y los setenta, la que escuchaba cuando era joven. De aquellos años de formación aprendí a disfrutar de la variación, de la dinámica, a apreciar toda clase de música”, señala el hombre que ahora lidera el Nels Cline Trio. “Muchas bandas saben hacer una o dos cosas bien, y se limitan a repetirlo. Es algo que comenzó durante los años ochenta, creo que sin pretenderlo, cuando el rock empezó a ser más rígido y más monocromo. No creo que ninguna persona inquieta o con curiosidad se sienta feliz haciendo eso. No voy a dar nombres, pero son el sueño húmedo de cualquier departamento de promoción: si escuchas una canción, sabes que te van a gustar todas. Sin embargo, las bandas que me gustaban no eran así: cuanto más amplia sea su paleta, más me interesará”, señala describiendo casi a la perfección lo que distingue a Wilco de la mayor parte de sus contemporáneos.

“El péndulo gira de un lado a otro: ahora están de moda las raíces, el blues-rock, el soul-rock, el vintage y todo eso, que a mí no me resulta muy interesante: era la música que me gustaba en 1972, para la gente de mi edad no tiene mucho interés”, prosigue Cline en su razonamiento. “Pero me gusta pensar que hay alguien haciendo algo loquísimo en algún lugar del mundo, nuevo y rompedor, y aún no lo conocemos. Quizá sea un chaval de 14 años en un sótano de Madrid que dentro de tres años nos vuele la cabeza y nos haga preguntarnos ‘Dios mío, ¿cómo era el rock antes de él?’ Me gusta aferrarme a esa esperanza”.

El lugar preferido de Wilco

Sin embargo, si algo define a Wilco, es precisamente su eclecticismo. “Es lo que ocurre con todos los músicos de esta banda. Cuando Jeff trae una nueva canción, puede sonar normal, pero cuando nos ponemos a enredar con ella en el estudio, cambia totalmente, y nunca nos proponemos sonar a Bob Dylan o a The Band: cada uno de nosotros aporta una cosa diferente. Por ejemplo, Mikael [Jorgensen, teclista] viene del tecno y el dance de los años ochenta, de su adolescencia en Nueva Jersey, y aporta su experiencia cuando es apropiado”. Sin embargo, no se trata de algo frecuente en la música contemporánea, en la que cada género parece un gueto que se muestra muy poco permeable a nuevas tendencias, so pena de ser considerado traidores de la causa. “Antes muchos grupos, fuesen de punk-rock, no-wave, improvisación o música clásica contemporánea, eran capaces de arrastrar a un grupo de admiradores con ellos. Me temo que ya no es así”.

Cada género parece un gueto que se muestra muy poco permeable a nuevas tendencias, so pena de ser considerado traidores de la causaEste carácter poliédrico y evolutivo de la banda se muestra en The Whole Love (dBpm), su último trabajo, que si bien repite algunas de las constantes del sonido de la banda (esa mezcla irresistible entre las melodías pegadizas y los arreglos aventurados, esas letras entre lo costumbrista y lo sentimental), no es desde luego un paso en falso en su inmaculada trayectoria. “Me gusta el sonido del nuevo disco, es más excitante y directo”, afirma Cline con un toque de orgullo. “Sky Blue Sky era más modesto, más real y natural, básicamente un disco en directo tal y como se grababan durante los setenta, con pequeños amplificadores, sin cascos, y con la voz grabada en directo en muchos temas. Disfruto mucho ese tipo de limitaciones, pero ahora hemos cambiado de tendencia, y nos permitimos más overdubs y experimentar con cosas muy diferentes. Jeff es así, le gusta cambiar de mecanismos y procedimientos para mantener el interés”.

Entre el undeground y el overground

Los privilegios que le han sido concedidos a Cline al ser parte de Wilco también tienen su contrapartida negativa. “Tuve que tomar la decisión de hacer de Wilco mi prioridad vital. La banda no va a cambiar su calendario para adaptarse a mí, sino que tengo que adaptarme yo a ellos. Y ahora estamos girando más que nunca”, admite con una pizca de agridulce estoicismo. “El problema es que en el jazz, la mayor parte de conciertos se cierran con mucha antelación, así que tengo que decir que no a muchas cosas que me interesan porque no sé si podré hacerlo cuando llegue la fecha”. Aunque a cambio, le ha permitido una estabilidad económica que le permite, por ejemplo, una mayor seguridad personal. “Es mucho mas fácil girar con Wilco que cuando lo hacía solo, hay más comodidades, no tienes que conducir… Nunca antes me había montado en un autobús de gira, salvo una vez con Geraldine Fibbers, aquí en Europa. Dado que mi trabajo es duro físicamente, y me estoy haciendo mayor y me caigo a trozos, es bueno poder descansar durante el día y poder darlo todo por la noche”.

Ello también le permite desarrollar una larguísima serie de proyectos, entre los que se cuentan colaboraciones junto a músicos como Thurston Moore, Yoko Ono (es parte de la Plastic Ono Band), su mujer Yuka Honda o actuar en el Festival Solid Sound, que tiene lugar en el Mass MoCa. “Odio los festivales, pero este me gusta”, aclara Cline, que rápidamente se corrige: “No es que los odie, pero no veo qué hay de cool en escuchar dos conciertos al mismo tiempo”, aunque reconoce que es algo muy lucrativo para las bandas.

No es que odie los festivales, pero no veo qué hay de cool en escuchar dos conciertos al mismo tiempo¿No ha pensado nunca abandonar la formación que le ha dado a conocer, no ha sentido que es hora de cambiar de aires y centrarse en su otra faceta? “Soy un tío de bandas. En los ochenta, pasé once años con Quartet Music. Estuve nueve años tocando junto a Devin Sarno. ¡Creo que es parte de mi personalidad quedarme donde estoy!” A pesar de ello, Cline se siente aliviado ante la perspectiva de un hipotético descanso de Wilco que se producirá en algún momento del próximo año 2013, eso sí, después de probar en febrero del año que viene “algunas ideas que Jeff ha tenido”.

Finalmente, ¿no le ha resultado complicado compatibilizar ambos mundos, quizá ser rechazado por sus antiguos compañeros, ahora que conoce las mieles del éxito en una gran banda? “Para nada, estaba más preocupado por cómo podrían reaccionar los antiguos fans, que quizá se sentían nostálgicos por el pasado”. Y aunque siga existiendo cierta división de opiniones, es imposible hablar de los Wilco modernos sin referirse al cada vez más presente Cline, apreciado y respetado por los seguidores más acérrimos. “Mis amigos siempre me apoyaron, y decían que Wilco y Nels Cline era la combinación perfecta. Me han ayudado mucho, aunque ya no los vea porque no estoy nunca en casa”, concluye, y es imposible no notar una última nota de melancolía en la voz de este veterano guitarrista.