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La belleza es un negocio muy feo
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La belleza es un negocio muy feo

¿Estamos absolutamente desquiciados con la concepción de nuestros propios cuerpos? Tras leer El lado oculto del negocio de la belleza es imposible no pensar que hemos

¿Estamos absolutamente desquiciados con la concepción de nuestros propios cuerpos? Tras leer El lado oculto del negocio de la belleza es imposible no pensar que hemos desdibujado alguna frontera, que la relación del ser humano con su propio cuerpo ha entrado en una fase nueva en la que los parámetros que antes servían como medida han perdido toda validez. La periodista Marieta Taibo se introduce en esta obra de investigación en el “fastuoso mundo de los cuerpos hechos a medida” de esta época postmoderna en la que el cuerpo parece haber superado la etapa orgánica para diseminarse y acabar radicalmente convertido en una cosa que siente, como explicaba el filósofo Mario Perinola en El sex appeal de lo inorgánico. Aunque el aspecto deslavazado le resta el carácter científico, el libro de esta joven reportera resulta un interesante documento en cuanto a la compilación del surrealista universo que en los últimos tiempos rode a la apariencia corporal.

Taibo expone en esta obra el ‘enganche’ de muchas personas a la cirugía estética. Se corre el riesgo de caer en lugares comunes, pero no deja de ser verdad que hay miles de personas capaces de ocupar sus vacaciones –y esto es sólo un ejemplo– modificando la apariencia de sus cuerpos. El ‘turismo de bisturí’ llena de europeos y estadounidenses acaudalados las clínicas de países en desarrollo (a las que los nacionales, por otro lado, no podrían acceder con facilidad) gracias a paquetes de viajes que incluyen operación y visitas turísticas como el que recorre el Bierzo y se zampa un botillo.

Hay en el negocio de la belleza algo de alquimia y todo este interés por optimizar los beneficios, por la improvisación, tiene como consecuencia en muchas ocasiones estafas o lo que es peor depresiones, infecciones, o fallos orgánicos graves. Entre la larga lista de desagradables efectos secundarios que expone con detalle la autora está por ejemplo el caso del mexicano Alexander Báez, publicado en El Mundo en 1999, que entró en quirófano para marcar sus músculos pectorales y salió del mismo con pechos de mujer. Eso cuando la que espera no es la dama de la guadaña. La muerte apareció, por ejemplo, en el caso de la clínica ICEMA de Madrid, donde falleció Débora Catalán tras haber ingresado para someterse a una intervención estética. Los medios dieron cumplida cuenta del caso.

Un capítulo aparte merece la obsesión por la delgadez. Dice al respecto la profesora de la UCM Asunción Bernárdez, experta en el análisis semiótico de los cuerpos en los medios, que “parece como si las heroínas de nuestros tiempos no fuesen las vencedoras, las triunfadoras ni mucho menos las víctimas ni las mártires, sino las sobrevivientes, auqllas que han estado próximas a la muerte, al desfallecimiento”. En este camino, las clínicas de adelgazamiento y las surrealistas fórmulas milagrosas que ofrecen las dietas que Taibo explica en su libro. En esta senda se enfangan cada vez más mujeres (y, por favor, dejemos los estúpidos sexismos a un lado: también los hombres y sin remedio).

Hay modelos válidos para hallar explicaciones a este fenómeno. Uno de ellos podría pasar por enmarcar la concepción de la belleza dentro de la evolución en general de la representación corporal en el arte durante siglo pasado. Para esto es necesario no caer en la manida crítica a los medios de comunicación en la que incurre a menudo la prensa. Si Marinetti declaraba hace décadas en el manifiesto futurista que “un automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es más bello que la victoria de Samotracia”, es difícil plantear una belleza orgánica y además, la actual cantidad de mensajes diferentes imposibilita esa ansiada unidad.

La aspiración a ese ideal llega hoy de mil fuentes, como señala Umberto Eco al afirmar en su Historia de la Belleza que “los medios de comunicación de masas ya no representan un modelo unificado”. Estamos, como señala el filósofo italiano, ante el ‘politeismo de la belleza’. Decía Charles Baudelaire en Que diras-tu ce soir: “Soy bella y te ordeno / que por amor a mí ames todo lo bello. / Soy el ángel guardián, la musa y la madona”. Sólo cabe la rendición.

LO MEJOR: La recopilación de casos asombrosos, denuncias, estafas y mentiras sobre la estética.

LO PEOR: La poco cuidada –o nula– edición del texto, que se traduce en algunas erratas y fallos de concordancia.

¿Estamos absolutamente desquiciados con la concepción de nuestros propios cuerpos? Tras leer El lado oculto del negocio de la belleza es imposible no pensar que hemos desdibujado alguna frontera, que la relación del ser humano con su propio cuerpo ha entrado en una fase nueva en la que los parámetros que antes servían como medida han perdido toda validez. La periodista Marieta Taibo se introduce en esta obra de investigación en el “fastuoso mundo de los cuerpos hechos a medida” de esta época postmoderna en la que el cuerpo parece haber superado la etapa orgánica para diseminarse y acabar radicalmente convertido en una cosa que siente, como explicaba el filósofo Mario Perinola en El sex appeal de lo inorgánico. Aunque el aspecto deslavazado le resta el carácter científico, el libro de esta joven reportera resulta un interesante documento en cuanto a la compilación del surrealista universo que en los últimos tiempos rode a la apariencia corporal.