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“No quiero ser un ‘blogger’. Me gusta el papel y mancharme las manos de tinta”
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LOS LECTORES DE ‘THE NEW YORK TIMES’ ENTREVISTAN AL PRESIDENTE DEL PERIÓDICO

“No quiero ser un ‘blogger’. Me gusta el papel y mancharme las manos de tinta”

La empresa periodística no atraviesa su mejor momento... y los periodistas tampoco. Con la irrupción de las nuevas tecnologías, el profesional de la información vive en una permanente crisis

Foto: “No quiero ser un ‘blogger’. Me gusta el papel y mancharme las manos de tinta”
“No quiero ser un ‘blogger’. Me gusta el papel y mancharme las manos de tinta”

La empresa periodística no atraviesa su mejor momento... y los periodistas tampoco. Con la irrupción de las nuevas tecnologías, el profesional de la información vive en una permanente crisis de identidad. Es Internet versus la tinta del papel. ¿La proliferación de bloggers acabará con los periodistas de la vieja escuela? Esa pregunta se la hacía recientemente The New York Times y la venía a responder la película La sombra del poder, actualmente en cartelera. Poco importa que sea online o de papel, sólo hay un tipo de buen periodismo: el que es veraz, independiente y está bien escrito.  

De un tiempo a esta parte, la cúpula de The New York Times deja sus buzones de correo electrónico a disposición de sus lectores para que estos les remitan inquietudes y preguntas. La mayoría de ellas versan sobre lo negro que se divisa el horizonte de su principal ejercicio intelectual y, aunque desde dentro del edificio de la editorial todo sean buenos augurios y una inexorable fe en que el temporal sea sólo eso, temporal, lo cierto es que los lectores más acérrimos se muestran preocupados por su periódico y por el futuro del periodismo “de verdad”.

La semana pasada fue el turno de Scott Heekin-Canedy, el presidente y director general del grupo, que dejó su buzón abierto desde el 4 hasta el 8 de mayo para que los lectores le sometieran a un minucioso 'interrogatorio'. Uno de los momentos más emotivos del encuentro, irónicamente digital, tuvo lugar con la pregunta de George Malkin, un estudiante de instituto “con aspiraciones a ser periodista”. Malkin pregunta si, después de ver como el periodismo tradicional cae en "una espiral de crisis”, habrá posibilidades de que resurja. “Yo no quiero ser un blogger –explica Malkin-. Me encantan las historias bien escritas para una audiencia que se preocupa por estar informada. ¿Cree usted que la idea que yo tengo sobre el periodismo pervivirá, o debería buscar en otra dirección profesional?”

La respuesta del empresario es clara: “Si tienes una pasión, síguela” y adjunta un email del jefe de redacción del periódico, Jon Landman, en la que éste intenta aclarar que lo que le ocurre al periodismo no es tanto su muerte como un cambio. “Siempre habrá necesidad de periodistas astutos y de gente apasionada del buen periodismo”. Más tarde, se sirve del éxito de la web Politico para desmitificar la idea de que el periodismo de calidad sólo se puede dar en su forma impresa. Principalmente porque, según Landman, “las habilidades y valores básicos del periodismo –curiosidad, escepticismo, honestidad intelectual, sentido del juego limpio y la habilidad de comunicar- serán eternos e independientes del medio en el que se apliquen”.

“Internet y una población cada vez más digital reducen considerablemente la demanda de periodismo impreso –interpreta otro lector-, usted y sus homólogos se ven obligados a disminuir ‘la tirada’, la publicidad cae de forma proporcional a las páginas, los ingresos por publicidad menguan sin límite, ustedes se ven obligados a reducir aún más los contenidos impresos y a desarrollar mejor el medio online, y la demanda de periódicos cae de nuevo. Si este ciclo es, en efecto, inevitable, ¿dónde está la solución para que el papel no desaparezca?”, pregunta finalmente.

Heekin-Canedy no se anda con rodeos: “Los medios impresos se enfrentan a cambios muy difíciles”. La solución, según el editor, pasa por “incrementar lo antes posible los ingresos de los medios digitales, para que estos puedan mantener a los impresos”, justamente al contrario de tal y como viene ocurriendo desde que surge el medio web. “Se trata de nivelar otra vez la balanza”, sentencia Canedy.

Contenidos de pago

Son muchos los lectores que sugieren a los editores que simplemente cobren por sus contenidos online, como ya lo hacen otros grupos norteamericanos, de tal manera que puedan superar la crisis. Otros les preguntan directamente cuáles son las razones para no hacerlo, ya que resulta “contradictorio” exigir un dinero por leer algo en papel mientras se “regala en la red”. A esto, Canedy también responde:

“El negocio de los periódicos y las revistas es un poco más complicado que en el resto de los medios de comunicación. Los periódicos crean una audiencia, cobran por su contenido y luego venden el acceso a esa audiencia a los anunciantes. La televisión, la radio e Internet son negocios basados exclusivamente en la publicidad, nada más. Ir contra corriente del modelo de negocio asociado al medio es posible, pero muy difícil. Requiere tiempo”, explica.
   
Según el vicepresidente encargado de las operaciones en Internet, Martin Nisenholtz, “la empresa sigue analizando cuidadosamente cómo las distintas maneras de establecer el contenido de pago (las suscripciones, los micro-pagos, los niveles de fidelidad)  pueden ayudar a mejorar el núcleo de negocio por publicidad. El truco pasa, por supuesto, por obtener más ganancias por parte del usuario sin devorar la tasa de páginas vistas por publicidad, que ahora representan una parte muy importante de los ingresos. (…) Tenemos que equilibrar cuidadosamente nuestra capacidad de generar dinero desde de ambas fuentes”.

Medidas desesperadas

Otro de los lectores que se ha acercado a preguntar al editor plantea la idea de si, ya que tanto la televisión y la radio lo hacen, “por qué el NYT no estima oportuno plantear publi-reportajes escritos en un futuro, donde se cree un emplazamiento de producto en el cuerpo de las piezas o piezas expresamente elaboradas para ensalzar un producto”.

Canedy no tartamudea en su respuesta. Quizá esa sea la gran diferencia entre el periodismo impreso y el resto de los medios, y es que “los emplazamientos de producto como generadores de ingresos está totalmente en contra de los estándares del periodismo”.

Para el presidente de The New York Times, la transición entre papel y web necesita de la fórmula que en su periódico han venido desarrollando desde sus comienzos: “Un periodismo de calidad forma por fuerza una audiencia de calidad, que sin duda atraerá a los mejores anunciantes”.

Decía Gaudí que "la originalidad consiste en volver al origen. De modo que es original aquel que, con sus medios, vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones". Si resulta ser así, el periodismo sólo deberá buscar la manera con la que el lector pueda gozar manchándose nuevamente las manos de tinta. Si no, los ojos. Que la crisis de la prensa sólo sea eso: el devenir de un soporte y , tal y cómo 'reza' el presidente de NYTimes, que "el buen periodismo", con el papel no muera.

La empresa periodística no atraviesa su mejor momento... y los periodistas tampoco. Con la irrupción de las nuevas tecnologías, el profesional de la información vive en una permanente crisis de identidad. Es Internet versus la tinta del papel. ¿La proliferación de bloggers acabará con los periodistas de la vieja escuela? Esa pregunta se la hacía recientemente The New York Times y la venía a responder la película La sombra del poder, actualmente en cartelera. Poco importa que sea online o de papel, sólo hay un tipo de buen periodismo: el que es veraz, independiente y está bien escrito.  

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