Hojas secas, por A. Vivancos

Estimado director,

septiembre siempre es sinónimo de vuelta a la rutina. Septiembre significa despedidas y reencuentros. Un periodo repleto de incógnitas por descubrir y un papel en blanco que llenar de versos. Un enero otoñal de borrón y cuenta nueva. El mes por excelencia de los comienzos, los miedos y las ilusiones. Treinta días para saludar a costumbres y hábitos ya conocidos o dar la bienvenida a aquellas novedades que se presentan por sorpresa. En cambio, octubre es un mes realista, creado para recapacitar y hacer balance de los propósitos olvidados tras el verano. Una balsa de calma y suspensión para principiantes. Un octubre madrileño que da la bienvenida a un otoño acompañado de un soplo de aire fresco, calles colmadas de hojas secas y caras conocidas por las aceras. Treinta y un días por delante para alcanzar metas y concentrarse en el camino. Una jornada de reflexión después de un tiempo de tránsito hacia la nueva normalidad.

Alba Vivancos Callejas