Un comandante de avión español cuenta su experiencia más sorprendente mientras pilotaba: "Se hizo de día de pronto"

Un comandante de avión español explica una experiencia extraordinaria que lo llevó a presenciar un evento celestial asombroso mientras pilotaba desde Escandinavia hacia la isla de Creta, cerca de Atenas. La noche, usualmente oscura y estrellada, fue brevemente transformada en día debido a la aparición de una "bola de fuego grandísima", según describió. Este evento no fue otro que el paso cercano de un meteorito, un espectáculo luminoso que duró aproximadamente tres a cuatro segundos, pero suficiente para iluminar el cielo y la superficie marítima del mar Egeo.

La iluminación repentina permitió a los pasajeros del avión observar detalladamente el archipiélago griego bajo una luz completamente inusual. "Toda Grecia se hizo de día y todas las islitas griegas se vieron perfectamente", relató el comandante sobre este impresionante fenómeno. Además, destacó otro curioso fenómeno observado frecuentemente en rutas cercanas al Caribe, donde se avistan "unas estrellas que se encienden y apagan". Estas luminiscencias han sido atribuidas a los satélites lanzados por SpaceX, los cuales, al reflejar la luz solar, crean un juego de luces en el firmamento.

"Entonces los ves, se encienden muy potentes y se apagan y a veces hay hasta tres o cuatro al mismo tiempo haciéndolo", explicó el comandante, refiriéndose a la visión de los satélites. Este tipo de observaciones se han convertido en un espectáculo habitual para aquellos que surcan los cielos nocturnos, ofreciendo un recordatorio constante de la actividad humana en el espacio y cómo esta se entrelaza con los fenómenos naturales.

Los relatos del comandante no solo evidencian la capacidad tecnológica y el deseo de explorar y utilizar el espacio exterior, sino también la belleza y los misterios que el universo sigue desvelando. Desde meteoritos que transforman la noche en día hasta satélites que parpadean entre las estrellas, estos fenómenos continúan maravillando tanto a los viajeros del cielo como a los observadores en tierra, recordándonos la inmensidad y el esplendor del cosmos que habitamos.