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Una española que lleva 4 años en Francia lista todos los motivos por los que ha recibido 'hate' allí
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“LOS CREPES SON SAGRADOS”

Una española que lleva 4 años en Francia lista todos los motivos por los que ha recibido 'hate' allí

Aunque España y Francia comparten frontera y están a un tren de distancia, las diferencias culturales son palpables, y tanto españoles como franceses saben cómo defender “lo suyo”

Foto: Una española que lleva 4 años en Francia lista todos los motivos por los que ha recibido 'hate' allí (Kireyonok_Yuliya para Freepik)
Una española que lleva 4 años en Francia lista todos los motivos por los que ha recibido 'hate' allí (Kireyonok_Yuliya para Freepik)

Francia y España. Tan cerca, pero tan lejos. Los españoles y los franceses compartimos muchos rasgos culturales, pero tenemos muchas diferencias, como el idioma, la gastronomía y algunas costumbres que nos hacen únicos, y que defendemos a capa y espada. Alba González, una bióloga española afincada en París desde hace cuatro años, ha experimentado en primera persona estas diferencias en las costumbres entre países, y que en muchas ocasiones le han hecho ganarse el odio de sus compañeros franceses.

En un hilo en su cuenta de X, antes Twitter, la joven enumera varias situaciones en las que ofendió sin intención a los franceses con sus costumbres españolas, y estos se lo tomaron a pecho. Por ejemplo, las crepes son crepes, no son pancakes, y Alba quiso usar la sartén de crepes, “una institución sagrada aquí en Francia” para hacer tortitas. Un “agravio que está castigado con pena de guillotina”, bromea.

Foto: "No son los más agradables del mundo": una española cuenta su experiencia viviendo en París. (TikTok)

A raíz de esto, aunque ella intentase hacer crepes, estaría ofendiendo a todos los franceses, pues no tiene “nacionalidad francesa”. “Los franceses tienen la patente de crepes, y los españoles no estamos capacitados ni física ni mentalmente para esta tarea”, explica con un toque de humor, y un trasfondo de realidad.

“El paté no se unta”

Los españoles acostumbramos a “untar el paté en el pan”, algo que roza “el vicio y la perversión a ojos franceses. “El paté no se unta, sino que se pone un trocito sobre el pan delicadamente”, aclara Alba. Y hablando de paté, decir que “el foie gras estaba soso” le hizo ganarse más de un enemigo de por vida.

Otro de los conflictos con franceses en París fue por su acento español al hablar el idioma del país. “Me recomendaron encarecidamente que fuese a una logopeda. O hablas francés perfectamente o no lo hables”, explica la joven bióloga, haciendo alusión a lo protectores que son los franceses con su propia lengua nativa.

Por supuesto, al igual que ocurrió con las crepes, corromper la gastronomía francesa con nuestras costumbres españolas puede salir muy caro. “Rellenarme un croissant con jamón York y queso, fue considerado una violación al croissant, y vino Macron personalmente a mi casa y me pegó con una baguette”, relata Alba con mucho humor.

Tampoco es recomendable “congelar una baguette”, símbolo francés por excelencia. “Con esto casi fui expulsada de Francia. La baguette no se congela, si se pone dura se hace pain perdu, pero congelarla es de salvajes”, explica la joven española, acostumbrada a poder congelar el pan para comerlo otro día.

Siguiendo en la línea gastronómica, Alba enumera otras situaciones en las que los franceses llegaron a odiarla con ganas. “Al tomar queso como aperitivo y no como pre postre”, algo considerado como falta de modales. Al hacerse “un bocadillo y ponerle aceite de oliva en lugar de mantequilla”, propio de personas sin civilizar. Por acabarse “el plato de comida”, ya que está mal visto que “las mujeres coman mucho”, y es preferible que “se queden con hambre”.

Por “pedir postre y no querer compartirlo. Está muy mal visto que una mujer coma mucho y peor, que coma más que un hombre”, relata Alba. Llevar un “crop top” también está considerado “una ofensa y una falta de respeto”. Pero es que a los franceses les llega a molestar incluso el “tono de voz” de Alba, creyendo que está gritando todo el tiempo, finaliza su relato.

Francia y España. Tan cerca, pero tan lejos. Los españoles y los franceses compartimos muchos rasgos culturales, pero tenemos muchas diferencias, como el idioma, la gastronomía y algunas costumbres que nos hacen únicos, y que defendemos a capa y espada. Alba González, una bióloga española afincada en París desde hace cuatro años, ha experimentado en primera persona estas diferencias en las costumbres entre países, y que en muchas ocasiones le han hecho ganarse el odio de sus compañeros franceses.

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