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¿Por qué no podemos recordar nada de cuando éramos bebés?
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¿Por qué no podemos recordar nada de cuando éramos bebés?

A este fenómeno se lo conoce como amnesia infantil y desde tiempos de Freud se ha tratado de estudiar, con muchas hipótesis al respecto

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Quizá tengas algún recuerdo aislado de cuando cumpliste los dos o tres años, muchos más de la época escolar con cinco o seis y, por supuesto, miles de recuerdos dulcificados que envuelven la edad de la razón en torno a los siete años y toda tu infancia. Pero también es muy probable que no recuerdas tu primer o segundo cumpleaños y los demás eventos que ocurrieron en esos primeros años de infancia, y no estás solo. A pesar de que las primeras experiencias de vida son cruciales, la gente no las recuerda (a no ser que alguna persona mayor nos lo cuente o quizá veamos fotografías).

A este fenómeno se lo conoce como amnesia infantil. Probablemente, recordabas tu segundo cumpleaños con precisión hasta meses después de que sucediera, pero después se fue difuminando hasta perderse. Según informa How stuff works, los investigadores creen que una alta tasa de nuevos recuerdos de infancia es la culpable de que no recordemos los primeros, que se ven obligados a quedarse en el camino.

La alta tasa de nuevos recuerdos de infancia es, probablemente, la culpable de que no recordemos los primeros, que se ven obligados a quedarse en el camino

Hasta los 3 años, los niños de un estudio podían recordar acontecimientos importantes que les sucedieron durante el último año. La alta tasa de recuerdo continuó hasta los 7 años, y los participantes del estudio recordaron hasta el 72% de los mismos eventos que habían recordado cuando tenían 3 años. Sin embargo, a los 8 o 9 años, la mayoría podía recordar solo el 35% de las experiencias de vida que habían descrito tan vívidamente cuando tenían 3 años.

El cambio, concluyeron los investigadores, proviene de la forma en que se forman los recuerdos a medida que los niños crecen. A partir de los 7 años, los niños almacenan recuerdos cada vez más lineales que encajan sucintamente en una sensación de tiempo y espacio. El mismo acto de recordar eventos y categorizarlos dentro de esta línea de tiempo personal puede causar un olvido inducido por la recuperación, un proceso que hace que los niños mayores y los adultos poden los primeros recuerdos de la vida a medida que recuerdan detalles específicos sobre otros eventos.

A partir de los 7 años, los niños almacenan recuerdos cada vez más lineales que encajan sucintamente en una sensación de tiempo y espacio

Para entender por qué no recordamos haber sido envueltos cuando éramos bebés, o cualquier otra cosa de nuestra infancia, primero debemos comprender cómo nuestras primeras experiencias están impresas en el cerebro: los bebés dependen tanto de la memoria semántica como de la episódica. La primera es el procesamiento de ideas que no provienen de la experiencia personal (nombres de colores o fechas de acontecimientos históricos, por ejemplo). La memoria episódica se extrae de la experiencia personal (cómo fue el primer día de clases o dónde estuviste el 11 de septiembre). Con el tiempo, la memoria episódica puede convertirse en memoria semántica.

Los científicos creen que la razón por la que no podemos recordar eventos de la infancia puede deberse a la forma en que se almacenan y se accede a los recuerdos. Si bien tanto los recuerdos semánticos como los episódicos se almacenan en varias regiones de la superficie del cerebro, conocidas como corteza, no es hasta las edades de 2 a 4 años que el hipocampo del cerebro conecta todas estas regiones dispares en una fuente centralizada de información. Estas conexiones permiten a los niños (y a los adultos) recordar recuerdos a largo plazo.

Sigmund Freud fue uno de los primeros en acuñar el término, pero él argumentaba que nuestra incapacidad para recordar nuestra época de bebés se debía a recuerdos reprimido

Además, un estudio de 2014 culpa a los circuitos de nuestro cerebro de traicionar nuestra capacidad de recordar la infancia. Publicado en Science, arrojaba un poco de luz centrándose en la formación constante de nuevas células en el cerebro infantil. El proceso de crecimiento de nuevas neuronas, conocido como neurogénesis ocurre a lo largo de la vida de un mamífero. Sin embargo, los bebés producen nuevas neuronas a un ritmo acelerado. ¿Y dónde se desarrolla toda esta producción? El hipocampo, que es de lo que dependemos para acceder a todos los recuerdos que almacenamos.

El neurólogo y psicoanalista Sigmund Freud fue uno de los primeros en acuñar el término, pero él argumentaba que nuestra incapacidad para recordar nuestra época de bebés se debía a recuerdos reprimidos. La represión de los recuerdos, dijo, era una medida protectora diseñada para proteger a los humanos de experiencias tempranas cargadas de conflictos psicosexuales.

Foto: Sigmund Freud. (CC)

Pese a toda la investigación que hay en torno a la primera infancia no hay respuestas definitivas sobre cuándo perdemos los recuerdos de bebés. Algunos recuerdan más cosas que otros. Hay una hipótesis intrigante: los ambidiestros o los zurdos pueden recordar cosas de la infancia más temprana que los diestros. ¿La razón que se sospecha? Las personas ambidiestras pueden tener más comunicación entre los hemisferios del cerebro.

Quizá tengas algún recuerdo aislado de cuando cumpliste los dos o tres años, muchos más de la época escolar con cinco o seis y, por supuesto, miles de recuerdos dulcificados que envuelven la edad de la razón en torno a los siete años y toda tu infancia. Pero también es muy probable que no recuerdas tu primer o segundo cumpleaños y los demás eventos que ocurrieron en esos primeros años de infancia, y no estás solo. A pesar de que las primeras experiencias de vida son cruciales, la gente no las recuerda (a no ser que alguna persona mayor nos lo cuente o quizá veamos fotografías).

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