Por qué muchos ingleses ya no lavan la ropa sucia cada vez que la usan

La ropa dura más, es bueno para el medio ambiente, gastas menos dinero y, sobre todo, pasas menos tiempo semanal dedicado al zafarrancho. Estas son las cuatro principales razones por las que ha despuntado en los últimos meses la tendencia de anti-lavado de prendas ("no-wash") en Reino Unido, la cual ha acaparado titulares en algunos de los grandes rotativos como The Guardian con artículos amplios que argumentan que no hace falta someter a las prendas a un lavado continuo tras cada uso. En realidad, no hay datos claros sobre el número de personas que han adoptado esta corriente de higiene doméstica (podríamos llamar anti-higiénica), pero sí que es cierto que se ha hecho muy popular en redes sociales y plataformas como TikTok desde el final de la pandemia.

Todo comenzó por los clásicos jeans. No son pocos los artículos y consejos que ponen en duda que sea realmente positivo lavarlos con frecuencia. Incluso, el propio CEO de Levi's, Chip Bergh (la marca más popular del mundo de vaqueros), ya dijo durante una conferencia de 2014 que nunca deberías meterlos en la lavadora, sino quitar las manchas manualmente con un cepillo de dientes viejo. Obviamente, esta prenda de vestir es muy resistente al trote cotidiano y también disimula bastante bien las manchas.

Los jeans así envejecen mucho mejor y duran más. Tampoco necesitas seguir gastando tanto dinero en ropa y es mejor para el medio ambiente

"No lavar los vaqueros hace que adquieran un color mejor, más desteñido", asegura Daniel, un profesor británico consultado por The Guardian. "Envejecen mucho mejor y duran más. Tampoco necesitas seguir gastando tanto dinero en ropa y es mejor para el medio ambiente. Si he estado en una barbacoa y tienen un poco de olor a humo, les saco al raso por la noche para que se aireen". Como es evidente, llevar puesta la ropa sucia durante demasiado tiempo puede hacer que desarrolles algún tipo de enfermedad o infección bacteriana en tu piel si esta es sensible y tiende a sufrir problemas de eccemas o psoriasis. En ese caso, no lo hagas bajo ningún pretexto.

Lavamos demasiada la ropa

A pesar de que esta corriente puede significar un retroceso a simple vista en el nivel de vida (pues en cierto modo llevar la ropa limpia no deja de ser un privilegio al que no todos tienen acceso), en realidad nos ofrece una lectura sociológica y cultural bastante interesante. ¿Lavamos demasiado nuestras prendas y eso de alguna forma contribuye con creces a aumentar la curva de la oferta y demanda de forma descontrolada? Bien es cierto que a la par ha despuntado lo que ya se denomina como "moda rápida", la cual fomenta el consumismo en lo que a ropa se refiere. Esto afecta sobremanera a la cantidad de energía y recursos empleados en la producción y distribución de ropa nueva que compramos muchas veces sin llegar a necesitarla (por ello en nuestro país ha crecido tanto el mercado de segunda mano mucho más sostenible).

"Es frecuente pensar en la limpieza en términos visuales, es decir, si vemos que luce limpio o la ropa está blanca"

Para elaborar una sola camiseta de algodón de lo más sencilla se necesitan alrededor de 2.700 litros de agua dulce, la cantidad que bebe una persona en dos años y medio. El sector textil es la tercera fuente de degradación del agua y del uso del suelo, y es responsable de aproximadamente el 20% de la contaminación mundial de agua potable. Del mismo modo, se calcula que la industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones mundiales de carbono, más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados. Esta moda rápida, como decíamos, se basa en una producción en masa, con precios bajos y grandes volúmenes de ventas, lo que fomenta que se produzcan muchos de estos primeros lavados. Si encima, al comprarla ya la estamos volviendo a meter en la lavadora tras usarla una sola vez, el gasto de agua y recursos será aún más ingente, con su consecutivo desgaste para el propio material.

Hacer una colada, en realidad, es un fenómeno relativamente nuevo. La lavadora no deja de ser el electrodoméstico que más impactó en el día a día de las personas, quizá junto con el frigorífico. No tener que lavar la ropa manualmente supuso entonces una auténtica revolución, pudiendo tardar menos de un minuto en accionar el dispositivo y que en poco menos de una hora saliese limpia y desprendiendo una fragancia agradable. Pero, a fin de cuentas, disponer de una lavadora y usarla requiere unos procesos nada sencillos. "Lo que sucede dentro de tu casa es muy complejo desde un punto de vista técnico: debes disponer de agua corriente, que el electrodoméstico quepa en tu casa, que este aparato sea asequible...", asegura Rosie Cox, profesora de geografía en la Universidad de Londres en Birbeck, en conversación con el diario británico.

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El Confidencial

Otro elemento que señala la experta, quien ha escrito un libro sobre la higiene doméstica y cotidiana, es que las ropas han evolucionado para hacerse más resistentes a todos los lavados a las que las sometemos. Antes de la segunda mitad del siglo XX, la mayoría de las prendas se confeccionaban con lana, mientras que ahora, en plena era de las lavadoras, las fibras sintéticas y el algodón son los materiales principales. "Ocurrió en un momento similar a la llegada de estos electrodomésticos a la mayoría de las casas", comenta.

El desgaste ambiental y económico de la moda

"Lo que creemos que está limpio es algo muy cultural, histórica y socialmente específico", explica Cox. "Es frecuente pensar en la limpieza en términos visuales, es decir, si vemos que luce limpio o la ropa está blanca. Por ello, muchos de nosotros tira la ropa a la lavadora en cuando aparece una pequeña mancha. Y por eso también muchos fabricantes diseñan quitamanchas y abrillantadores. También nos preocupa el olor, pero no con el objetivo de eliminarlo, sino para que tenga otra fragancia, por lo que usamos muchísimos potenciadores del olor".

Sin duda, son argumentos que nos hacen salir del paradigma de higiene textil en el que estamos metidos y que a simple vista parece el único bueno y deseable. El movimiento "no-wash" parece haber tenido bastante impacto en Reino Unido, que podría ser equivalente al auge del mercado de prendas de segunda mano que hay aquí en España. Ambos comparten con mucho ahínco la preocupación medioambiental. A fin de cuentas, la ropa que llevamos puesta a todas horas es el producto de una de las grandes industrias de nuestro tiempo que, como otras, necesitan actualizarse o reformarse para pasar una menor factura al entorno natural y conseguir reducir así el cambio climático.