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Almagro, Pizarro y la travesía más heroica y olvidada de la historia
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Una experiencia extrema

Almagro, Pizarro y la travesía más heroica y olvidada de la historia

Solo se recuerdan un par de veces a lo largo de los siglos en la que, en circunstancias similares, alguien logró una hazaña de esa magnitud

Foto: 'Expedición de Almagro a Chile'. Pintura de Fray Pedro Subercaseaux
'Expedición de Almagro a Chile'. Pintura de Fray Pedro Subercaseaux

Optimistas y pesimistas contribuyen a la sociedad. El optimista inventa el avión, el pesimista el paracaídas.

George Bernard Shaw.

Diego de Almagro era un explorador de una osadía fuera de toda duda. Apoyo seguro de Pizarro, hasta que se torcieron las cosas en cruenta guerra civil, en el año 1514 arribó a Panamá junto Pedro Arias Dávila” Pedrarias”, famoso por la triste ejecución del malogrado Núñez de Balboa. Los egos o protagonismos sobrevenidos tras el Descubrimiento generaron no solo rencillas de poso profundo, sino también desolación en las propias filas (Aguirre- Ursúa, Pizarro -Almagristas, Pedro Arias Dávila – Núñez de Balboa, etc.). No, no fue fácil.

Pizarro ya había presentado sus credenciales cuando se atribuyó ante el emperador hispano–flamenco–teutón los méritos suyos y de paso, los de Almagro; esta conducta narcisista cabreó un poco más al segundo de a bordo en la expedición contra el Inca. Pizarro volvió de la península con el título de gobernador y Almagro se quedaría para vestir santos como “adelantado”, un uso castellano que conllevaba competencias administrativas, judiciales y militares de cierto nivel, pero sin llegar a las de un gobernador. Pero este hombre de una pieza ansiaba algo más que un título de segunda.

Foto: Retrato de Solimán hacia 1530, hecho por Tiziano (Fuente: Wikimedia)

Embarcado en la tozuda idea de hacerse con una gobernación propia, ideó un proyecto para explorar el sur de Perú hasta donde llegara su ávida mano. Hacia 1534, la sociedad de riesgo compartido o UTE (Unión Temporal de Empresas) con la que hacía “pachas” con Luque y Pizarro, lo remitió a 200 leguas hacia el sur de los territorios bajo el control de Pizarro; nacía Nueva Toledo. Como es obvio, Pizarro se deshacía de su particular 'gota malaya' sin sospechar que la audacia de su subordinado era ilimitada, como veremos a continuación.

Quedaba pendiente que ocurriría con la ciudad de Cuzco, inserta en una ambigua posición geográfica entre los territorios a conquistar y los ya conquistados. En uno de los innumerables episodios de enfrentamientos entre ambos exploradores por los jugosos dividendos que proporcionaba la capital de los incas, llegarían a un acuerdo allá por el año 1535, dirimiéndose de manera provisional las fuertes diferencias entre ambos. Pizarro, harto del debate que sostenía con el resentido y agraviado Almagro, decidió compartir las ganancias que produjera esta enorme urbe incaica.

Acababa marzo del año 1536 y el tiempo en el hemisferio sur acercaba el duro invierno andino, cuando, por uno de los más asequibles accesos de aquella inmensa e interminable cordillera (7.000 km), comenzaba la que probablemente sería una de las odiseas más grandes que la historia de la humanidad recuerda. Internándose a través del Paso San Francisco por una garganta de montaña hecha a machete por alguna extraña divinidad, hoy pavimentada y señalizada, conecta el oeste-noroeste de la República Argentina con su homónima de Chile. A una escalofriante altitud de más de 4000 m, Almagro afrontaba un reto no apto para cardiacos, a la par que se presentaba como un audaz explorador ante las crónicas y un público asombrado por lo que acontecía al otro lado del Atlántico.

"Este increíble viaje comienza en Cuzco en el verano de 1535. Pocos meses después consigue rebasar el lago Titicaca, tras una mortandad inmensa"

Solo se recuerdan un par de veces en la historia en la que en circunstancias similares alguien logró una hazaña de esa magnitud. Una, la de Aníbal cuando atravesó los Alpes e una hazaña imperecedera; la otra, cuando Alejandro Magno, en la inercia de su conquista, se acercaba a los Himalayas, cerca del Hindu Kush, y tras la muerte de Darío III, raptó a Roxana (la que al parecer era la mujer más bella de Asia) en la famosa Roca Sogdiana. Se cree que superó los 3.500 metros de altura. Pero lo de Almagro es que fue de nota.

Con cerca de 500 españoles y tropas indígenas de apoyo, inició la que probablemente sea la travesía más heroica y, a su vez, más olvidada en los anales. Según las crónicas de la época, este increíble viaje comienza en Cuzco en el verano austral de 1535. Pocos meses después consigue rebasar el lago Titicaca por el oeste, tras una mortandad inmensa en la tropa y en los porteadores. Se calcula en más de centenar y medio las caballerías que perecieron. Docenas de cadáveres pronto jalonan la ruta de aquella osada comitiva. Los enormes cóndores andinos celebraban la muerte. En la noche más terrible de aquella odisea, a una altura de vértigo, cerca de los 4.500 metros de altitud, perecieron la tercera parte de los caballos. Caso aparte fue el de Jerónimo de Costilla que, al intentar aliviarse con musgo de las atroces heridas que padecía, al sacar los pies de las botas, se arrancó limpiamente los dedos del pie derecho, todos y cada uno, aquello era el acabose.

placeholder El marqués Francisco Pizarro fue adelantado y primer gobernador de Nueva Castilla
El marqués Francisco Pizarro fue adelantado y primer gobernador de Nueva Castilla

La mortandad entre los esclavos negros y los indígenas mal equipados fue antológica, aunque los cronistas la hayan omitido; se supone por indicios sin confirmación alguna que solo pudieron salir vivos de aquel lance, transgrediendo algunas normas no escritas. A las hirientes agujas y durísimos pedregales, al hielo y la puna andina (estepa) con vientos racheados, había que sumar la desazón ante tanto coste humano.

Hoy todavía se puede recorrer en un tour arqueológico las zonas donde ocurrió aquel enorme acontecimiento con su consabido tributo de muerte.

La zona por donde discurrió la travesía no era de interés estratégico, esto es, no tenía oro a la vista ni otros recursos de interés. Tampoco había núcleos de población de calado, pues los indígenas vivían muy dispersos y, más si cabe, en la zona sita entre los Andes y el oeste de lo que hoy es Salta, en Argentina. Mientras, Gómez de Alvarado, capitán y subordinado de Diego de Almagro, tras llegar al valle de Aconcagua giraba al sur con un destacamento de cerca de un centenar de caballeros y ballesteros a las grupas, para agilizar la exploración del trayecto a enfrentar ya en territorio mapuche; el choque sería tremendo.

Es en esta situación cuando llegan las noticias de las capitulaciones originales sobre la resolución del conflicto de Cuzco. Dos de sus capitanes le alertan sobre el asedio de la capital y también del tema en cuestión, la sentencia sobre la administración de Cuzco. Los indígenas en formato de revuelta declarada amenazan con calcinar la ciudad bandera del incanato. Almagro resuelve acercarse a ayudar a Pizarro y consigue poner en fuga a los nativos alzados en armas, pero Pizarro era un zorro taimado. En la cruenta guerra civil que se les echaría encima, Pizarro, protagonista absoluto del manejo de los hilos de la tramoya, le echa el guante a Diego de Almagro, al que pasaporta a mejor vida.

Dos veces Pizarro castra la leyenda de Almagro, la primera lo ningunea ante el emperador, la segunda se lo quita de en medio por reclamar en justicia lo que le correspondía. Pizarro pagaría con su vida aquella sobredosis de narcisismo. Un día temprano, al salir de misa, debidamente confesado y comulgado, los almagristas lo enviarían sin visado alguno a la eternidad.

Optimistas y pesimistas contribuyen a la sociedad. El optimista inventa el avión, el pesimista el paracaídas.

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