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El miedo a la mujer sexualmente activa: "Se asustan ante nosotras"
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''PARA LIGAR, LE HAGO CREER QUE MANDA''

El miedo a la mujer sexualmente activa: "Se asustan ante nosotras"

La liberación femenina, la igualdad, la falta de prejuicios, la píldora anticonceptiva… Todos esos conceptos que han llevado a la sociedad a que pensemos que la

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El miedo a la mujer sexualmente activa: "Se asustan ante nosotras"

La liberación femenina, la igualdad, la falta de prejuicios, la píldora anticonceptiva… Todos esos conceptos que han llevado a la sociedad a que pensemos que la igualdad entre hombres y mujeres es un hecho en todos los aspectos parece que no afecta a todos los campos. La libertad sexual femenina, el hecho de que las mujeres puedan tener una vida sexual tan promiscua como la de los hombres promiscuos sin que a ellos les llamen machotes y a ellas frescas; que la mujer tome la iniciativa a la hora del cortejo, que un hombre pueda verla como madre de sus hijos si se acuesta con él nada más conocerle… Todos esos tópicos de las relaciones humanas que, en términos generales, no han hecho que las mujeres se asusten o no se planteen tener una relación seria si es el hombre el que actúa así, parece que hoy, en pleno siglo XXI, sigue manteniendo en gran medida los parámetros del XVIII. En esta era en la que el número de mujeres matriculadas en la Universidad es mayor que el de los hombres, cuando parece que hemos alcanzado las cotas más altas en todos los terrenos, muchos hombres siguen viendo con malos ojos que una mujer se le acerque en una discoteca y le diga directamente que quiere acostarse con él.

Aunque sea para un rato, los hombres seguimos buscando un mínimo de seducciónSí, ya se sabe, esa, en teoría, es la gran fantasía de cualquier macho heterosexual. Que una chica guapa le aborde y le proponga una noche desenfrenada, pero a la hora de la verdad, pocos son los que afirman, si son sinceros, que ese no sería un impedimento para establecer una relación estable con esa mujer. Carlos B., arquitecto en paro, de 32 años, lo reconoce. “A mí me ha pasado un par de veces”, explica. “Una vez en una fiesta en casa de unos amigos y otra vez de vacaciones, en Ibiza. La primera vez fue algo más velado y acabamos acostándonos, pero reconozco que el hecho de que ella diera el primer paso, casi sin conocernos, me cortó un poco y al día siguiente es que ni me planteé si iba a volver a llamarla o no. Era guapa, inteligente, nos habíamos reído, pero no podía evitar pensar que si había hecho eso conmigo lo haría con cualquiera y para una novia no quiero eso. La vez de Ibiza es que ni llegué a la cama con esa chica. Fue tan tan descarada que en un principio pensé que era prostituta, vamos, me empezó a meter mano al segundo de estar bailando conmigo, luego me di cuenta de que no. Pero no podía y mira que era guapísima. Al principio mis amigos empezaron a bromear, pero al rato lo entendieron, yo creo que aunque sea para un rato, los hombres seguimos queriendo que haya un mínimo de seducción, algo más. Y, desde luego, para una relación larga, sin duda”.

El miedo a la mujer activa sexualmente parece que sigue vigente. Quizá la reciente noticia sobre la Viagra femenina que ha causado un tremendo revuelo en ciertos sectores de EEUU sea un extremo exagerado. Al parecer es tan eficaz que la facción más conservadora de norteamérica “teme” que las mujeres dejen a un lado los valores familiares y, en pos de la actividad sexual, empiecen a desatender sus obligaciones. 

El hombre tiene muy asumido su papel y le resulta complicado aceptar esos cambios de rolesQuizá ese sea un extremo muy radical, pero la sexóloga Claudia Martí, reconoce que en su consulta ha recibido pacientes con problemas relacionados con el nuevo papel de la mujer, con esa nueva hembra activa sexualmente, que no espera a ser conquistada. “A mi consulta han venido chicos bastante jóvenes”, comenta, “alrededor de los 20 años y con problemas relacionados con su rol. La edad en la que se nota más ese tipo de problemas es alrededor de los 40, algo que tiene cierta lógica porque es una generación bisagra en la que hay algo de las tradiciones anteriores en las que el hombre tenía que ser, hablando de una manera muy gráfica, el cazador y la mujer espera a ser conquistada con las nuevas costumbres y la falta de diferencias teórica. Pero los jóvenes, que en teoría deberían tener asumido que no pasa nada, que una chica puede tomar la iniciativa y por ello no va a ser una ninfómana ni nada malo, también se sienten confusos y hay problemas sexuales derivados de ello. Cada vez son más los casos de chicos sin demasiada experiencia que se sienten acomplejados, que al ver a mujeres tan decididas, que alardean de su experiencia sexual, piensan que ellos no van a poder dar la talla y se inhiben y tienen problemas de impotencia. Dejando a un lado la cuestión ética, sí que es cierto que el hombre tiene muy asumido su papel y le resulta complicado aceptar esos cambios de roles. Sí, podría decirse que, en general, aunque racionalmente no sea capaz de reconocerlo, una mujer activa le asusta”.

El miedo a la infidelidad sigue en el inconsciente colectivo

Marta L., de 26 años, afirma que ella lo ha vivido en persona y, de hecho, que ha cambiado su actitud. “Yo me crié en una familia muy liberal”, explica, “mi madre ahora tiene 48 años, vivió la época de la Movida y siempre me inculcó que el sexo es algo normal y que es absurdo eso de estar esperando a que te llamen o no dar el primer paso con un chico por el qué dirán. Mi abuela, en cambio, siempre me decía lo contrario, eso del “hazte valer” y yo nunca le hice caso, hasta hace poco. Mi primera experiencia sexual la tuve a los 16 y desde entonces he tomado la píldora y he tenido varias parejas, pero ninguna estable, la verdad. Últimamente me he dado cuenta de que mis amigas, con las estrategias de toda la vida de no acostarse la primera noche y hacerse la dura, al final terminan teniendo un novio, cosa que a mí antes no me apetecía, pero ahora sí. Llevo tres meses con un chico y he seguido, sin pasarme, las recomendaciones de mi abuela. No le cuento nada de los chicos con los que he estado, al principio dejé que pasara un tiempo antes de acostarnos y todo ha ido bien. Me gustaba mucho, desde hacía meses, y no quería estropearlo todo, así que, como dice mi abuela, le hecho creer que manda, y ya está, a mi me da igual, tampoco es tan importante ser tan decidida”.

Si una chica le dice a un chico que tiende a la promiscuidad, ese hombre no va a verla, a priori, como candidata a madre de sus hijosEl antropólogo Martín Vázquez da una explicación a todo esto. Por mucho que la cultura nos haya modificado, haya cambiado nuestra manera de ver el mundo y comportarnos, seguimos teniendo ese resto animal. “Obviamente”, comenta, “los métodos anticonceptivos, el acceso a la educación, las nuevas formas de relacionarnos, el acceso de la mujer al mundo laboral y su independencia económica han cambiado afortunadamente muchos estereotipos del comportamiento de pareja, pero el cortejo va a ser siempre necesario y el hombre, como la mujer, necesita ese ritual. Si lo quitamos, los roles, especialmente masculinos, se caen y algo falla. El hombre necesita sentir que es el que conquista y, por otra parte, por una cuestión simplemente genética, tiende a rechazar a una mujer que puede traer un hijo que no sea suyo. Es decir, si una chica le dice a un chico que tiende a la promiscuidad, ese hombre no va a verla, a priori, como candidata a madre de sus hijos, a pareja estable. Por un riesgo de infidelidad y también porque el gran miedo ancestral del hombre, que le metan en su familia a un vástago de otro, está ahí. Podemos ser cultos, inteligentes, sofisticados, pero eso, de momento, sigue en el inconsciente colectivo”.

La liberación femenina, la igualdad, la falta de prejuicios, la píldora anticonceptiva… Todos esos conceptos que han llevado a la sociedad a que pensemos que la igualdad entre hombres y mujeres es un hecho en todos los aspectos parece que no afecta a todos los campos. La libertad sexual femenina, el hecho de que las mujeres puedan tener una vida sexual tan promiscua como la de los hombres promiscuos sin que a ellos les llamen machotes y a ellas frescas; que la mujer tome la iniciativa a la hora del cortejo, que un hombre pueda verla como madre de sus hijos si se acuesta con él nada más conocerle… Todos esos tópicos de las relaciones humanas que, en términos generales, no han hecho que las mujeres se asusten o no se planteen tener una relación seria si es el hombre el que actúa así, parece que hoy, en pleno siglo XXI, sigue manteniendo en gran medida los parámetros del XVIII. En esta era en la que el número de mujeres matriculadas en la Universidad es mayor que el de los hombres, cuando parece que hemos alcanzado las cotas más altas en todos los terrenos, muchos hombres siguen viendo con malos ojos que una mujer se le acerque en una discoteca y le diga directamente que quiere acostarse con él.