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Seguimos en la caverna: "Las teorías económicas son simples religiones"
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LA CEGUERA Y EL DOGMATISMO LAS DOMINAN

Seguimos en la caverna: "Las teorías económicas son simples religiones"

“La perfección a la que todos aspiramos nunca se alcanzará y esta es una noticia excelente: la historia no tiene fin; en tanto que mujeres y

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Seguimos en la caverna: "Las teorías económicas son simples religiones"

“La perfección a la que todos aspiramos nunca se alcanzará y esta es una noticia excelente: la historia no tiene fin; en tanto que mujeres y hombres habiten este planeta habrá lugar para los sueños, la utopía y la superación de uno mismo”. Así de rotundo, optimista, y crítico con las tesis del Fin de la Historia de Francis Fukuyama, se muestra el economista francés René Passet. Uno de los intelectuales más relevantes en el ámbito francófono, cuyos paralelismos con Stéphane Hessel no solo son ideológicos o generacionales (en septiembre cumplirá 87 años), pues tienen más que ver con la influencia teórica sobre la población “indignada” que ambos han ejercido en los últimos años, principalmente desde el estallido de la crisis financiera.

Profesor emérito de la Universidad de la Sorbona y pionero del enfoque transdisciplinar en las ciencias económicas, Passet siempre se ha anticipado desde la trinchera académica a los shocks del que él llama “reduccionismo económico neoliberal”: como la crisis ecológica sobre la que transcendió su propuesta “bioeconómica”, o la reciente crisis financiera y de deuda, cuyo enquistamiento no puede superarse, dice, sin “un cambio de civilización basado en el interés general”.

Los economistas que advirtieron sobre la crisis que se nos venía encima sí existieron. Passet fue uno de ellos, y así lo hizo allí donde quisieron escucharlo, habitualmente en medios críticos y minoritarios como Le Monde Diplomatique, pero también en otros de masas como Le Monde.

“El ‘mito de la caverna’ explica el dogma neoliberal”

Su última contribución científica es una voluminosa obra (más de 1.000 páginas) sobre la historia del pensamiento económico: Las grandes representaciones del mundo y la economía (Clave Intelectual). Una explicación del mundo desde sus orígenes, tal y como fue visto en cada época y civilización. Su conclusión, que aplica a los tiempos presentes, es que “la historia de las teorías económicas no es solo la historia de los progresos de la ciencia, es también una historia de la ceguera y los dogmatismos que han existido siempre, y siguen existiendo hoy en día”.Todas las teorías económicas quieren imponer su verdad, única y universal, sobre las demás

¿Cómo es posible que en la era de la llamada sociedad del conocimiento, iluminada por los avances científicos y la libre confrontación de ideas, insista en la predominancia de las ideas absolutas? Passet responde a El Confidencial comparando la forma actual de ver el mundo y las relaciones económicas con el mito de la caverna de Platón, una representación de la realidad, dice, “premeditadamente concebida para que las reglas del libre mercado nos parezcan puras y naturales”. Una tesis “avalada por los actores más pujantes del mercado para defender sus propios intereses, aunque en nombre del interés general, claro está”, ironiza el economista.

“Si una teoría no evoluciona se convierte en un acto de fe”

Passet no es de los que se andan con rodeos ni tampoco de lo que intenten suavizar sus críticas. A pesar de su determinación y de sus largos años de militancia (principalmente en ATTAC, organización que promueve la Tasa Tobin) no se casa ideológicamente con nadie. A estas alturas de su vida, su única aspiración es contribuir al avance de la ciencia mediante la confrontación ideas, siempre con una vocación utópica en el horizonte.

“Todas las teorías económicas quieren imponer su verdad, única y universal, sobre las demás. Por eso, las batallas ideológicas que mantenemos los economistas se parecen a las guerras entre religiones”, algo totalmente antagónico a la ciencia, matiza Passet. Esta última no pretende ser el adalid de la verdad, sino que se basa en la crítica constante; es decir, “en una actividad abierta, viva y en constante evolución: cualquier teoría tiene como fin superarse a sí misma”. Es por ello que Passet hace una llamada a la tolerancia y al diálogo para que la humanidad evolucione.

La falta de voluntad para superar las teorías económicas es, para el economista francés, el origen del dogmatismo ideológico en que según él estamos viviendo y, por ende, de que el liberalismo económico se asemeje al integrismo. “Justificar la crisis económica o las políticas de austeridad apelando constantemente a la exigencia de los mercados o a los movimientos de capitales, como si fuesen instancias divinas que rigen nuestros destinos, es una forma de mitificar sus acciones que nos devuelve a la Edad de las Cavernas”, lamenta Passet. Así, invita a superar fórmulas como las de “trabajo, familia y fe, que son las más detestables del pensamiento neoliberal, como las promovidas por George Gilder”, el autor de Riqueza y pobreza, que influyó directamente en el programa económico de Ronald Reagan.

Los obstáculos del desarrollo económico

Las políticas “cortoplacistas” que practican actualmente los gobiernos son la otra cara del misticismo que rodea al neoliberalismo y que impiden construir una sociedad más justa. “La lógica del largo plazo es la base de la evolución y el desarrollo. Desde mi punto de vista, nunca se podrá superar esta crisis si no se afrontan los problemas desde una perspectiva superior”, sentencia Passet. De hecho, en su día ya explicó, y vuelve a repetir, que era necesario afrontar teórica y políticamente la “mutación” de una sociedad industrial movida por las fuerzas motrices de la energía, a otra informacional movida por lo inmaterial.Nos referimos a los mercados financieros como si fuesen instancias divinas que rigen nuestros destinos

El último impedimento que juzga Passet como obstáculo para el desarrollo es que, “desafortunadamente, la realidad del mundo actual se basa en el juego de los intereses privados”. Citando a Rousseau, el francés explica que el “interés general no puede resultar de la suma de los intereses particulares porque esto quiere decir que nada se interpone entre los individuos y el sistema económico. Se cree que lo social no existe, que no es más que una construcción del espíritu”.

Por si todo esto fuese poco, insiste el francés, “se nos obliga a comportarnos como simples piezas de engranaje en el interior de un reloj”. Una lógica, continúa, que “nos lleva a hablar de individuos en lugar de personas. La diferencia es que los primeros no más que átomos de la sociedad, como la propia terminología griega de la palabra indica, mientras que los segundos son seres vivos, de carne y hueso, dotados de sentimientos”. En base a este razonamiento, concluye que el neoliberalismo es contrario al interés general y a la concepción del ser humano como una persona, pues “necesita ser una conjunción de átomos para seguir funcionando”, sentencia.

“La perfección a la que todos aspiramos nunca se alcanzará y esta es una noticia excelente: la historia no tiene fin; en tanto que mujeres y hombres habiten este planeta habrá lugar para los sueños, la utopía y la superación de uno mismo”. Así de rotundo, optimista, y crítico con las tesis del Fin de la Historia de Francis Fukuyama, se muestra el economista francés René Passet. Uno de los intelectuales más relevantes en el ámbito francófono, cuyos paralelismos con Stéphane Hessel no solo son ideológicos o generacionales (en septiembre cumplirá 87 años), pues tienen más que ver con la influencia teórica sobre la población “indignada” que ambos han ejercido en los últimos años, principalmente desde el estallido de la crisis financiera.