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Diez multimillonarios que no darán su fortuna a la familia
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LA HERENCIA "DILUYE LA MOTIVACIÓN"

Diez multimillonarios que no darán su fortuna a la familia

“El padre que deja a su hijo una enorme riqueza, generalmente, adormece el talento y la energía de éste”. Es lo que opinaba Andrew Carnagie, el

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Diez multimillonarios que no darán su fortuna a la familia

“El padre que deja a su hijo una enorme riqueza, generalmente, adormece el talento y la energía de éste”. Es lo que opinaba Andrew Carnagie, el hombre que amasó, según Forbes, la segunda mayor fortuna de la historia. Este famoso empresario industrial del siglo XIX destacó por su enorme filantropía y llevó al Olimpo de las citas una de sus máximas sobre la riqueza: “El hombre que muere rico muere desgraciado”. Carnagie llegó a amasar lo que equivaldría hoy a unos 12.000 millones de dólares, pero la mayor parte de su riqueza la repartió entre bibliotecas, escuelas y hospitales. Su única hija, Margaret Carnegie Miller, recibió menos del 10% de la fortuna de su padre.

Carnagie estableció las máximas de la filantropía moderna y fue uno de los primeros grandes millonarios que se negó por principios a dar en herencia toda su fortuna. Su ejemplo ha sido seguido por numerosos empresarios de éxito de la actualidad. Entre los más conocidos figura Bill Gates, que se ha comprometido a donar la mitad de su fortuna a obras sociales. El fundador de Microsoft es actualmente la segunda persona más rica del mundo, sólo por detrás del empresario mexicano Carlos Slim. Él y su mujer han comprometido la mitad de su fortuna, estimada en 54.000 millones de dólares, a la fundación que lleva su nombre y que financia todo tipo de proyectos relacionados con la ciencia y la cooperación internacional.

Gates y Buffet han empujado a otros millonarios a donar su fortuna en vez de legarla a sus familiasWarren Buffet, la tercera persona más rica del mundo, también ha dejado claro que sus vástagos no heredarán la mayor parte de su fortuna. El 85% de los 44.000 millones de dólares que se estima tiene en cartera irán a parar a la caridad, la mayor parte, precisamente, a la fundación de Gates, junto al que ha creado la plataforma Giving Pledge, que empuja a los multimillonarios a donar su fortuna en vez de legarla a sus familias.

Buffet, que es bastante explícito a la hora de expresar sus ideas, ha etiquetado a aquellos que nacen ricos como “miembros del club del esperma afortunado”. Un club numeroso, al que están invitados la mayor parte de hijos de millonarios, entre los que Buffet y Gates son la excepción que confirma la regla.

El capital simbólico contenido en el apellido es todo un reclamo para los inversores“Una persona muy rica”, dijo Buffet, “debe dejar a sus hijos lo suficiente para hacer algo, pero no lo bastante para hacer nada”. Lo “suficiente” que ha hecho que sus hijos sean también grandes empresarios. El primogénito, Howard de 57 años, se ha dedicado siempre a la agricultura y, aunque explota los terrenos de su padre, este le cobra el alquiler. Su actividad en el sector primario no le ha impedido ser, desde 2010, uno de los grandes directivos de Coca-Cola. Y es que el capital simbólico contenido en el apellido es todo un reclamo para los inversores. Aunque no recibirá ninguna herencia, su padre le designó hace dos meses como sucesor al cargo de sus negocios. En su opinión ya ha demostrado su valía, aunque lo que más le guste sea montar en tractor. 

Negocios en familia

La decisión de Buffet de colocar a su hijo al frente de sus negocios podría ser discutida en términos de recursos humanos. “Una de las cosas que siempre se han dicho sobre la empresa familiar es que la tercera generación suele arruinar el proyecto de las dos anteriores”, explica María Teresa Palomo, profesora de RR.HH y comportamiento organizacional de ESIC Business and Marketing School. En su opinión, la primera generación funda el negocio y puede llegar a trasmitir su pasión a los hijos; pero la tercera generación “no suele vivir el negocio, sino del negocio”. Un simple cambio de preposición que a Palomo le parece clave: “Suele haber falta de compromiso e incluso falta de preparación”.

Aunque los hijos de millonarios no reciban toda la fortuna tienen el futuro garantizadoPalomo asegura que los casos en que la fortuna no se lega a los hijos son “muy excepcionales”. Según la profesora, “es una decisión complicada, porque lo emocional te hace pensar más en tus hijos” y, de todas formas, se trata de perfiles de personas extraordinariamente ricas. En el caso de la familia Gates, por ejemplo, aunque la suma que recibirán los tres hijos puede resultar pequeña en términos porcentuales, es gigante para el común de los mortales. Se estima que cada heredero recibirá unos 10 millones de dólares. La diferencia es importante, asegura Palomo, pues “aunque no reciban toda la fortuna, tienen el futuro garantizado”.

Una sabia decisión empresarial

Palomo cree que la decisión de estos millonarios filántropos es un “comportamiento loable” pero, además, es una buena estrategia empresarial. Para la profesora, el hecho de colocar a la familia por sistema en el organigrama directivo de la empresa, no es una decisión acertada. En su opinión, suele ser preferible “buscar a terceras personas, sin parentesco, pero con talento y las competencias adecuadas para el puesto”. La profesora cuenta que en su escuela tienen a numerosos hijos de grandes empresarios y siempre les da el mismo consejo, que antes de trabajar en el proyecto familiar, lo hagan en otras organizaciones, porque sino “acaban haciendo lo mismo que sus padres y no aportan nada nuevo”.

“El padre que deja a su hijo una enorme riqueza, generalmente, adormece el talento y la energía de éste”. Es lo que opinaba Andrew Carnagie, el hombre que amasó, según Forbes, la segunda mayor fortuna de la historia. Este famoso empresario industrial del siglo XIX destacó por su enorme filantropía y llevó al Olimpo de las citas una de sus máximas sobre la riqueza: “El hombre que muere rico muere desgraciado”. Carnagie llegó a amasar lo que equivaldría hoy a unos 12.000 millones de dólares, pero la mayor parte de su riqueza la repartió entre bibliotecas, escuelas y hospitales. Su única hija, Margaret Carnegie Miller, recibió menos del 10% de la fortuna de su padre.