Pertenecer a una Hermandad, de moda
Un americano (El Michigan), un argentino, presumiblemente rioplatense (El River), un libanés, dos rusos… No se trata de un equipo de fútbol, son sólo algunos de
Un americano (El Michigan), un argentino, presumiblemente rioplatense (El River), un libanés, dos rusos… No se trata de un equipo de fútbol, son sólo algunos de los integrantes de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón, María Santísima Inmaculada, Madre de la Iglesia y Arcángel San Miguel, con sede en la basílica de San Miguel de Madrid y más conocida como Hermandad de los Estudiantes, porque quienes la fundaron (no hace tanto, los estatutos son de 1994) eran entonces eso, estudiantes. Uno de ellos, Juan Venegas, es ahora el Hermano Mayor de la cofradía, y da fe de que en ella, como en muchas otras, se vive un momento de auge. Y de que la composición de sus integrantes es variada, tanto en edad como en procedencia.
Las Hermandades, vistas de cerca, contradicen poderosamente el tópico extendido de que la religión en sus diversas formas es cosa de otro tiempo y de que son principalmente personas de edad las que profesan con verdadera devoción. “Mucha gente se cree que esto son sólo cuatro frikis que salen una vez al año porque les encanta ir en procesión, pero es mucho más”, afirma Venegas, que recuerda que en una hermandad se trabaja “todo el año” y que se realiza una importante labor de ayuda a los desfavorecidos. Él empezó en esto guiado por su fe, claro, pero también por tradición familiar. Es de origen sevillano y desde pequeño fue inscrito en tres cofradías.
Un momento de crecimiento, “casi de esplendor”
De origen hispalense es también Julio Cabrera, el hermano mayor de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de La Salud y María Santísima de Las Angustias o Hermandad de los Gitanos de Madrid, otra de las más recientes (1996), aunque en este caso se trate de una especie de “hermana menor” de la de los Gitanos de Sevilla. Como comenta Venegas, la idea de “Los Estudiantes” y “Los Gitanos” diverge, como se puede ver en sus pasos, siendo la primera “más seria, más sobria, de negro y con los cinturones de esparto”, y la segunda “más bulliciosa”. Sin embargo, en esta última se constata la misma realidad, como confirma Cabrera: “hay un rebrote de la espiritualidad, basta ver la iglesia en cuaresma que ha estado llena”. Sin embargo, opina que a veces ese hecho no es registrado por los medios, que en su ansia de titulares prefieren enfocar a zonas más llamativas de la realidad. “A veces algunos se mueven más por el bombo de los titulares, y no dicen que si hay no sé cuántos jóvenes en Sol, a lo mejor en una iglesia que está cerca hay otros tantos o más, todos los días”. En todo caso, el crecimiento es evidente para él: “hay un repunte de gente muy joven. Si hay que analizarlo, habría que decir que las Hermandades están viviendo un momento bueno, sólo enturbiado por la situación de crisis y de crispación social. No llegaría a decir que es un momento de esplendor, pero de crecimiento, sí”.
Algunos colaboran durante muchos años hasta que se deciden a dar el paso
¿Influye en esa mayor afluencia de acólitos la crisis? Cabrera considera normal que la gente “vaya a rezarle y pedirle algo” a su Cristo o su Virgen, sobre todo en un entorno, el ciudadano, que a menudo es especialmente duro para los necesitados. Venegas, por su parte, considera que “puede que haya gente que acuda ahora más, porque uno siempre se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Pero también hay gente que piensa que rezar es repetir unas palabras, cuando rezar es otra cosa. Es el trato con el Señor…”.
Y ese trato con el Señor, como dejan muy claro ambos Hermanos Mayores, es cosa de todo el año y empieza por la caridad. La obra social de las Hermandades -que se financian con la cuota de los socios y alguna donación ocasional, sin contar con ninguna subvención pública- es poco conocida pero permanente. Los Estudiantes, explica Venegas, realizan “macrodonaciones de sangre” en la cripta de la parroquia de San Miguel, ayudan a las Siervas de la Caridad proporcionando comida a los pobres y apoyan también a la Red Madre, que asiste a jóvenes embarazadas que han decidido no abortar. Los Gitanos, por su parte, han promovido diversas mejoras y desarrollos en el ámbito del mundo gitano, llegando a montar una encuadernadora. Aunque, como reconoce Cabrera, entre el pueblo gitano es muy pujante la religión evangélica. Él se queja de que raramente se conoce esta labor cristiana, aunque reconoce que quizá las mismas Hermandades no han sabido “darse publicidad” en el buen sentido de la palabra.
El prestigio de pertenecer a una Hermandad
Más loable aún el esfuerzo por cuanto la potencia de estas hermandades y de las del resto de Madrid (otras nueve) no puede compararse con la riqueza de las hermandades de Sevilla, donde sólo la Hermandad de la Macarena y El Gran Poder tienen la friolera de 15.000 socios. Estudiantes posee algo más de 700 y Los Gitanos no llega a los seiscientos. La modestia se suple con trabajo. “Se participa muy activamente en todo lo que hace la Hermandad”, cuenta Venegas. “En Semana Santa un cincuenta por ciento de los miembros participa activamente como nazarenos, acólitos o costaleros”. El resto del tiempo, también echan una mano muchas gentes que no están inscritas como hermanos. “Algunos colaboran durante muchos años hasta que se deciden a dar el paso”.
Las Hermandades son potentísimas y su calado en la psique social es grande
Tampoco en la capital de España tiene el mismo prestigio social el pertenecer a una hermandad, como explica Cabrera, que cree que hay una corriente de “laicismo generalizado” y reciente que hace que algunos lo vean incluso como algo negativo. En cuanto a la ausencia de subvenciones, Venegas, que afirma que las relaciones con el ayuntamiento son muy fluidas, se consuela. “No hay dinero para nada, ahora mismo. Pero además eso permite mantener una independencia que es sana”. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Nuevos mitos
Fácil es percibir que, en efecto, en Sevilla las hermandades son potentísimas y el calado de éstas en la psique social es grande. Muchos de quienes deciden formar parte de ellas lo hacen movidos por la fe religiosa, pero su influjo de las cofradías llega mucho más allá de la estricta creencia. En Madrid, las razones para formar parte de una cofradía suelen permanecer en el ámbito de las convicciones privadas, mientras que en la capital hispalense la presencia cultural de los cofrades ha arraigado en ámbitos teóricamente muy alejados de lo religioso. Buena prueba son los sevillanos Orthodox, una banda de rock que proviene del mundo del Heavy metal y cuya deuda con la música procesional es evidente y declarada. Su primer disco se llamaba Gran Poder, y el tercero, Sentencia.
Vivimos en la Iglesia y nos sentimos en comunidad con nuestro párroco
Marco Serrato, su cantante, afirma que “tocar en bandas de Semana Santa es algo con mucha tradición aquí, ya que ensayan al aire libre y están por todos lados. Muchas veces me he ido a la cama escuchando ensayar a alguna de ella. Si eres músico de viento por aquí, seguro que has tocado en alguna banda de esas”. Serrato señala cómo usan elementos simbólicos de la religión cristiana porque “está todo ahí, la muerte, la maternidad, la culpa, la duda… No creo que haya que crear nuevos mitos. Más bien creo que hay que recuperar. Cuando vamos al colegio siempre se nos cuenta la historia como una pila de datos para memorizar, pero no se explica como algo vivo que late todavía debajo de lo que vemos. No somos creyentes en la forma en la que se suele entender. Pero pertenecemos a una cultura cristiana, nos guste o no. Hay valores del cristianismo, como el misticismo, la espiritualidad y el concepto del ritual que tenemos enquistados incluso los no creyentes”
Y son elementos que no faltarán en la Semana Santa, aunque Madrid sea hasta para eso un cruce de caminos en el que se amalgaman procesiones de inspiración sevillana (con sus tronos y sus costaleros), malagueña y castellana. Es la culminación de un esfuerzo anual y una esperanza colectiva en el que las Hermandades muestran una enorme simbiosis con su parroquia raíz. “Nos vemos como parte de la Iglesia”, explica Cabrera. “La Hermandad vive en la Iglesia. Y nos sentimos en comunidad con nuestro párroco, que es nuestro director espiritual y el primero que lo vive. Una Hermandad sin Iglesia no es nada…”.
Un americano (El Michigan), un argentino, presumiblemente rioplatense (El River), un libanés, dos rusos… No se trata de un equipo de fútbol, son sólo algunos de los integrantes de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón, María Santísima Inmaculada, Madre de la Iglesia y Arcángel San Miguel, con sede en la basílica de San Miguel de Madrid y más conocida como Hermandad de los Estudiantes, porque quienes la fundaron (no hace tanto, los estatutos son de 1994) eran entonces eso, estudiantes. Uno de ellos, Juan Venegas, es ahora el Hermano Mayor de la cofradía, y da fe de que en ella, como en muchas otras, se vive un momento de auge. Y de que la composición de sus integrantes es variada, tanto en edad como en procedencia.